La lactancia es lo mejor, pero la presión por amamantar de forma exclusiva puede dañar la salud mental de algunas madres
La lactancia materna es el mejor alimento para los primeros meses de vida del bebé y de eso no hay ninguna duda. Frecuentemente hablamos de sus beneficios, tanto para el bebé como para la madre, y tratamos de dar los mejores consejos para que todas las madres puedan tener una lactancia feliz.
Sin embargo, éste no siempre es el caso, y en ocasiones, la presión que se siente por amamantar de forma exclusiva puede terminar afectando la salud mental de algunas madres, quienes se sienten invadidas por sentimientos de culpa o depresión tras no lograrlo.
Cuando una lactancia exclusiva no es posible
Ser madre no es cosa fácil. Además de ser una gran transformación de cuerpo y mente, la maternidad supone muchos nuevos retos y experiencias que antes eran desconocidas para nosotras. Una de ellas, es la lactancia, que debe iniciar lo antes posible tras el nacimiento del bebé.
Sabemos que es lo mejor, e incluso muchas mujeres durante el embarazo se plantean hacerlo de forma exclusiva una vez que su bebé haya nacido, sin embargo, cuando éste nace, algunas se encuentran con problemas que no esperaban y que les impiden tener una lactancia como la que habían imaginado.
Sea por una condición de salud o por las circunstancias del ritmo de vida de cada una, no siempre es posible lograr o tener una lactancia materna de forma exclusiva, lo que puede ocasionar que aparezca un sentimiento con el que muchas madres se sienten familiarizadas: la famosa culpa.
El hecho de no poder tener una lactancia como la que habían soñado o imaginado, puede ser muy desalentador para algunas mujeres, y como lo habíamos comentado hace tiempo, muchos padres piensan que el tener una lactancia dolorosa o que no sea exitosa, podría ser una de las causas de que las madres padezcan depresión postparto. Y al parecer, no estaban tan equivocados.
De acuerdo con un artículo publicado en la edición de este mes de la revista Nursing for Women's Health, cuando las madres no logran amamantar de forma exclusiva, incluso cuando cuentan con el apoyo correcto, se sienten ansiosas y/o deprimidas por no haberlo logrado.
Incluso, comentan que la presión por amamantar de forma exclusiva tiene el potencial de contribuir a la aparición de síntomas de depresión postparto en aquellas madres que no tienen la lactancia que habían imaginado o se habían propuesto lograr.
Esto ya se había analizado en un estudio realizado en 2011, en el que tras analizar la experiencia de más de 2.500 mujeres, se encontró que aquellas que habían tenido experiencias negativas al inicio de su lactancia tenían mayores probabilidades de presentar síntomas de depresión a los dos meses de su postparto.
La conclusión tanto de ese estudio, como del artículo actual, era que las mujeres que tuvieran dificultades en sus lactancias deberían recibir también atención psicológica y ser revisadas para ver si no presentan síntomas de depresión postparto, además de continuar analizando cómo impacta una experiencia negativa con la lactancia y la presión por amamantar en la salud mental de las madres.
Mi experiencia con una lactancia que no fue lo que esperaba
Este tema es uno que personalmente resuena mucho en mí, pues yo fui una de esas madres que tuvo muchos problemas con su lactancia, tal y como lo conté en mi blog personal hace algunos años. Tras una cesárea de emergencia, fui separada durante horas de mi bebé y comenzamos con una lactancia mixta.
Por más que lo intenté, la desinformación y miedos que en ese entonces tenía como madre primeriza, el no saber a quién acudir y mi regreso al trabajo cuando mi hija tenía solo dos meses, hicieron que jamás lograra aumentar mi producción de leche y eventualmente, me rendí al ver fracasados mis planes de tener una lactancia exclusiva.
Aunque no tuve depresión postparto y logré dar aunque sea una pequeña cantidad de mi leche a mi hija durante ocho meses, sí me sentí muy afectada emocionalmente por no haber logrado darle más leche materna y menos fórmula. La realidad es que no podía con la culpa y sentía que había algo en mí que estaba mal.
Meses después entendí que a pesar de todo hice lo mejor que pude, y si bien no fue lo ideal ni lo mejor, al final de todo mi hija es una niña feliz y sana. Eventualmente dejé ir la culpa y me perdoné por haber sido tan dura conmigo misma en ese difícil primer año como mamá.
Así que sí, debemos buscar hacer lo mejor posible para nuestros hijos y tratar de alimentarnos con leche materna, pues es lo mejor para ellos. Pero si al final de intentarlo todo no es posible tener la lactancia que esperábamos, también debemos entender que hacemos lo mejor que podemos y no dejar que nos dominen esos sentimientos de culpa o tristeza.
Fotos | iStock
Vía | Motherly
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