Noah Wall nació con espina bífída y una hidrocefalia severa que afectaba al 98 por ciento de su tejido cerebral. Los médicos dijeron a sus padres que no sobreviviría, pero este pequeño británico ha desafiado a la ciencia.
Hoy tiene cuatro años, ha aprendido a leer y a escribir y su cerebro se ha ido desarrollando hasta llegar al 80 por ciento de su capacidad. Y aunque su espina bífida ha derivado en una parálisis de pecho hacia abajo, Noah es un niño feliz, que va a la escuela, juega y se divierte como todos los niños de su edad.
Diagnosticaron su enfermedad en el tercer mes de gestación
En el tercer mes de embarazo, los médicos dieron la noticia a los padres de Noah de que su bebé venía con espina bífida, un defecto del tubo neural que puede afectar al cerebro, la columna vertebral o la médula espinal.
En su caso concreto, la espina bífida le había provocado una severa hidrocefalia que había "matado" al 98 por ciento de su cerebro, por lo que los médicos no le auguraron futuro fuera del útero materno y advirtieron a sus padres que si lograba sobrevivir, lo haría con una severa discapacidad física y mental.
Cuando el pequeño Noah nació se confirmaron los pronósticos hechos a través de ecografías y se vio que el líquido cefalorraquídeo había impedido que el cerebro se desarrollase en su totalidad, quedando reducido a una delgada capa que tan sólo ocupaba el dos por ciento.
Sin embargo, y contra todo pronóstico, el bebé fue cumpliendo semanas de vida y los médicos decidieron operarle para cerrar la herida abierta de su espalda provocada por la espina bífida y para drenar el exceso de líquido de su cerebro.
"Pasé el embarazo planeando el funeral de mi hijo" - comenta Shelly, de 44 años, al diario The Telegraph. Pero una vez más, Noah estaba dispuesto a seguir luchando y aunque se fue desarrollando de forma más lenta que otros bebés de su edad, comenzó a reaccionar a estímulos, a sonreír, a balbucear y con dos años se sentaba completamente erguido, cantaba y jugaba como otros niños.
Con tres años, un nuevo escáner cerebral reveló que el espacio libre que se había quedado tras extraer el líquido cefalorraquídeo, había permitido al cerebro expandirse y crecer hasta un 80 por ciento de su capacidad normal.
Sus padres y su hermana, sus grandes apoyos
Sus padres y su hermana, de 23 años, no han cesado nunca en su empeño por estimular el cerebro de Noah y gracias a ellos, el niño está aprendiendo a leer y a escribir y va a la escuela con otros niños de su edad.
Su madre renunció a llevarle a una escuela especial porque, según sus palabras, "no quería que se perdiera las experiencias cotidianas que se viven en cualquier guardería". Sin embargo, han decidido llevarle sólo una vez a la semana y buscar una escuela pequeña con clases reducidas, ya que el pequeño se siente incómodo con el exceso de ruido.
"Noah está emocionado y prepara cada día su bolsa con sus libros, su almuerzo y sus lápices de colores. Incluso tiene una equipación deportiva porque desea poder jugar al fútbol algún día" - explica su madre, orgullosa.
Y es que a pesar de la incapacidad motora que le ha provocado la espina bífida, sus padres están decididos a que su hijo llegue a caminar algún día.
"Él nos dirá hasta donde quiere llegar y lo que quiere hacer con su vida" - comenta su familia.
Sus padres crearon en 2015 el blog Hugs for Noah, y una cuenta de Facebook y Twitter donde dan a conocer la historia de superación de Noah, ayudan a crear conciencia y muestran con orgullo todos sus avances.
Fotos Facebook Noah Wall Model
Vía The Telegraph, ABC
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