Por qué criar a un preadolescente es más estresante que los "terribles" dos años
Las madres de niños pequeños que estamos viviendo o ya pasamos por los famosos "terribles" dos años, sabemos lo difícil que se pueden llegar a tornar algunos días junto a nuestros hijos en esa edad. Uno podría creer que después de pasar por la etapa del recién nacido donde prácticamente no dormimos nada ese primer año de vida, las cosas se pondrían más sencillas. Lo ilusas que podemos llegar a ser.
De acuerdo con un nuevo estudio, los terribles dos años no son nada comparado con la preadolescencia, o para ser más exactos, entre los 11 y 12 años de edad, el estrés de las madres es mucho mayor comparado con el que experimentan durante la infancia de los hijos. Seguro esto no sorprende a las madres de adolescentes y adultos que ya pasaron por ambas etapas y vivieron para contarlo, pero a las primerizas nos prepara -y asusta- un poco para lo que se viene.
El estudio evaluó los sentimientos de las madres durante las diferentes etapas de desarrollo de sus hijos. Se contó con la participación de mamás con hijos en diferentes rangos de edades, desde la infancia hasta la adultez. El equipo que llevó a cabo el estudio investigó diversos factores, entre ellos el bienestar personal de la madre, los estilos de paternidad y las percepciones de sus hijos.
De acuerdo con los resultados, las madres experimentaron niveles más altos de estrés y más bajos de felicidad en la etapa que se encuentra justo en medio de la infancia y la adolescencia: los 11 y 12 años.
La profesora Suniya Luthar de la Universidad de Arizona y la profesora auxiliar Lucia Ciciolla de la Universidad de Oklahoma, fueron quienes dirigieron el estudio, y encontraron que las madres de hijos en esta etapa de sentían solas y vacías. Sus datos mostraron además que las madres de preadolescentes tenían mayores probabilidades de padecer depresión, incluso más que los padres de hijos adolescentes.
"Sus hijos están pasando por demasiados cambios al mismo tiempo - con el inicio de la pubertad, las hormonas, los cambios en sus cuerpos, el esfuerzo constante que realizan por ser popular entre sus iguales, la experimentación al probar sus límites (como probar drogas, alcohol y sexo)- todo esto mientras tratan de separarse de sus padres para establecer su independencia", declaró la profesora Luthar.
De acuerdo con el estudio, es una etapa en la que ambos, madres e hijos, experimentan una metamorfósis psicológica. "Muchas madres no se dan cuenta que la separación más grande de sus hijos, la que verdaderamente causa dolor, no ocurre cuando los niños se van de casa, sino cuando psicologicamente se alejan de sus madres", agregó la profesora Luthar.
Muchos de estos niños no solo experimentan cambios hormonales, también comienzan a comportarse más despectivos. En su esfuerzo de separarse de sus padres para tener su independencia, pueden actuar distantes, cerrados, malhumorados e incluso desafiantes con ellos.
Una de las cosas que más sorprendió a los investigadores, es darse cuenta que todas las madres sufrían mucho en esa etapa. Independientemente de problemas de depresión o ansiedad, sus sentimientos acerca de la crianza e incluso su relación marital, era claro que esta es la etapa más díficil de la maternidad.
¿Y los padres?
Aunque el papel del padre es sin duda importante en la crianza de los hijos, para el estudio se tomó en cuenta unicamente a las madres ya que los estereotipos acerca de la crianza aún prevalecen en la mayoría de los países y culturas.
"En la mayoría de los casos, las madres son las principales cuidadoras de los niños, lo que significa que ellas son generalmente las que responden primero cuando sus hijos están estresados o angustiados. Estudios han demostrado que las madres en general son mas reactivas por ejemplo, al llanto de los bebés, en comparación con los padres", comentó la profesora Luthar. Anadió que probablemente esta etapa también estaría dentro de las más difíciles para los padres.
Cómo hacer menos difícil esta etapa
Aunque aún me faltan algunos años para experimentar y vivir esta etapa en la vida de mi hija, creo que el disfrutar o sufrir cada etapa en el desarrollo de los hijos depende en gran parte de tu actitud como madre o padre.
A mí me contaron historias del terror acerca de los terribles dos años, atemorizándome y previniéndome de que esa sería una etapa complicada. Ahora que los estoy viviendo me doy cuenta que fue más el miedo que me hicieron sentir antes de su llegada y la novedad ahora es asustarme con los "aún más terribles" tres años. Pero incluso las etapas difíciles tienen su lado positivo.
Cada etapa tiene cosas buenas y malas, pero lo que verdaderamente importa es disfrutar lo bueno, reconocer lo malo y tomar las lecciones que podamos de cada una. Hay días tan perfectos que parecen de película, mientras que hay otros que parecen salidos de una pesadilla y que parecen eternos. Pero cada etapa es única, diferente y algo es seguro: todas son pasajeras.
Lo importante es desarrollar una buena relación con tus hijos, pero recordar que somos sus padres y no sus amigos. Debe haber espacio para la confianza y la comunicación pero también para el respeto. Crear lazos cercanos durante la infancia e inculcar valores son lo que determinarán muchas de las actitudes de nuestros hijos.
Es difícil ver crecer a los hijos. Como madre me invaden sentimientos agridulces al ver cómo mi hija va creciendo, pues me alegra ver que diario aprende cosas nuevas, pero me entristece un poco que cada día me necesite menos y se haga más independiente. Aunque siempre nos dará un poco de tristeza verlos tomar su propio camino, hay que tener siempre presentes que todo es parte de su crecimiento físico y emocional, y que así es como funciona el ciclo de la vida.
Vía | Independent
Fotos | iStock
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