Mantener un cerebro ágil es esencial para la memoria, y esto podemos lograrlo haciendo ejercicios tanto físicos como mentales. Recordemos que un cerebro activo y que se ejercita con frecuencia, puede ayudarnos a reducir el declive cognitivo y a prevenir enfermedades relacionadas con la memoria.
Pero además de los ejercicios mentales que ya conocemos, como leer, hacer puzzles o sumar mentalmente en lugar de usar una calculadora, hay una técnica muy simple que, además de ayudarnos a memorizar cosas, despierta la creatividad en nuestro cerebro.
Esta técnica, que se cree fue originada en la Antigua Grecia y está relacionada con la diosa griega de la memoria, sigue tan vigente y útil como lo fue hace miles de años: las reglas mnemotécnicas.
El arte de la memoria
Su nombre puede parecernos complicado, pero hay una historia etimológica detrás de éste. Está inspirado en Mnemósine o Mnemosina, la diosa griega de la memoria, cuyo nombre deriva del griego mnēmē, que significa 'remembranza, memoria'. Mnemotécnica, por su parte, proviene del griego mnēmonikos, significa 'relacionado con la memoria'.
Actualmente, las reglas mnemotécnicas son consideradas como la base del arte de la memoria, un grupo reconocido de principios y técnicas desde al menos el medio del primer milenio a.C., utilizados para mejorar la capacidad de recordar y ayudar en la combinación e "invención" de ideas.
A pesar de su nombre poco usual, las reglas mnemotécnicas son sencillas de aplicar y pueden facilitarnos muchas situaciones de la vida cotidiana en la que es necesario recordar o memorizar, pues consisten en asociar o conectar ciertos conceptos con otros que nos resulten más fáciles o familiares.
Así, además de memorizar lo que deseamos, ponemos a trabajar nuestro cerebro pensando en ideas creativas y diferentes para lograr asociar dos conceptos que aparentemente no tienen nada entre sí. Estos son tres de los ejemplos más comunes:
Acrónimos y acrósticos
Dos de las reglas mnemotécnicas más utilizadas, especialmente a la hora de estudiar, son los acrónimos, que consisten en formar una sola palabra con las iniciales de otras; y los acrósticos, en los que se crean frases con iniciales o partes de las palabras a memorizar.
Por ejemplo, si queremos memorizar los metaloides de la tabla periódica, podemos crear un acrónimo con la palabra BASTAG: Boro, Arsénico, Silicio, Telurio, Antimonio y Germanio. En el caso de los acrósticos, creamos una frase ordinaria para memorizar las fases de la mitosis: “Pro-méteme Ana que me telefonearás” (Profase, metafase, anafase y telofase).
El palacio de la memoria
Otra regla mnemotécnica muy conocida es el palacio de la memoria, una estrategia que supone vincular una información a una imagen y que ha sido recomendado por Bill Gates. Concretamente, esta técnica consiste en visualizar una casa con muchas habitaciones, "colocando" cosas que representen lo que se está tratando de recordar en cada habitación.
Por ejemplo; "Un tomate en el recibidor, un monedero en la sala de estar, un disfraz en el desván", etcétera. Esta asociación espacio-objeto es la que fortalecerá tu memoria y, si las cosas que tratamos de recordar son absurdas o ridículas, mejor, porque así estaremos haciendo uso de las emociones (algo beneficioso para nuestra memoria). De hecho, Bill Gates utiliza ejemplos absurdos, ya que, cuanto más disparatada o atrevida sea la fotografía mental, más difícil de olvidar resultará.
Crear y cantar canciones
¿Sabías que la canción del ABC es un ejemplo de las reglas mnemónicas? Al aprenderse esta melodía, los niños memorizan y aprenden el abecedario. Y lo mismo podemos hacer nosotros en otros momentos en los que necesitemos memorizar algo.
Ya sea adaptando y modificando la letra de una canción que ya conozcamos, o dándole una entonación o melodía en particular a algo que queremos recordar (por ejemplo, recitar cantando la lista de la compra), podremos ayudarnos a recordar la información con mayor facilidad en el futuro.