Ha comenzado un nuevo año y como es habitual por estas fechas renovamos objetivos en algunos aspectos de nuestra vida como la alimentación, la salud, el trabajo, la familia y también quienes lo son, como padres (si no lo haces es un buen ejercicio).
Ser padre o madre es una faceta que nos obliga a querer ser mejor cada día por y para nuestros hijos, así que los primeros días del año son ideales para plantearnos qué queremos enriquecer en nuestra relación con ellos. Compartiré mis propósitos de año nuevo como madre, ¿los compartes?.
Dejarlas conectar con su esencia
A lo largo de diez años de experiencia y tras observar día a día a mis tres hijas he descubierto que cada una tiene su propia "esencia" (o naturaleza, llámalo como quieras)
Puede parecerse más a papá en el carácter o más a mamá en la forma de la nariz, pero cada hijo tiene su propia personalidad, más allá de las herencias genéticas. Personalidad que deben poder expresar sin ser juzgados, sin ser etiquetados, ni forzados a ser lo que no son.
Mis tres hijas son muy diferentes la una de la otra, aunque se parecen en algunas cosas. Es lógico, son hermanas, tienen rasgos comunes, tanto físicos como de carácter, pero cada una tiene su propia esencia. Sin quererlo, muchas veces los padres reprimimos o intentamos hacer encajar al niño dentro de un molde en el que no cabe, porque no es el suyo.
Es muy importante que en su infancia los niños sea capaces de conectar con su esencia, con lo que realmente son. Y para eso, hay que dejarlos ser. Intentar ser menos controladores, evitar responder y elegir por ellos y no obligarlos a hacer lo que nosotros queremos o esperamos de ellos. Déjalos ser para que puedan conecta con su esencia y descubrirse como personas.
Evitar los gritos
Lo confieso, tengo el grito fácil. Será lo que viví en casa de niña, falta de paciencia, no sé, pero cuando se me cruzan los cables no lo puedo evitar. Me odio cuando me escucho gritar, así que es algo que quiero cambiar. Ante la mínima, levanto la voz y eso ha provocado un efecto que tampoco me gusta: que mis hijas sólo me hagan caso cuando grito.
Es como un nivel de alarma que se ha instaurado en casa. Si pido que recojan la habitación en un tono normal es como si pasara un tren, ya creo que no me escuchan porque no es un tono de enfado. Es un nivel verde, no hay peligro. En cambio, cuando pego tres gritos se enciende la alarma roja y es ahí cuando reaccionan y recogen la habitación, o lo que sea que les pida en un momento dado.
Por tanto, como esta dinámica que se ha generado no me gusta nada, por un lado porque no quiero que me recuerden como una mamá gritona, y por el otro porque no quiero que ellas aprendan a reaccionar cuando las papas queman, es uno de mis propósitos para este año. Diría que el más importante.
De momento voy bien, pero como todo, será poco a poco. Me uno al desafío del Rinoceronte naranja para educar sin gritos. Será mucho mejor para todos.
Empatizar más con mis hijas
En cada etapa de desarrollo, cada día que pasa diría, se nos presentan situaciones con nuestros hijos en las que la empatía por nuestra parte es primordial para poder resolverlas con asertividad.
El ejercicio de empatía se va construyendo día a día. Verás que a medida que lo intentas lo consigues cada vez más, por tanto ese es otro de mis propósitos como madre: conseguir empatizar más con mis hijas. He avanzado bastante, pero siempre se puede mejorar. Muchas veces por la noche reviso situaciones en las que me doy cuenta que podría haberlo hecho mejor, que tal vez no supe ponerme en su lugar o no supe ayudarle a resolver algo que les preocupaba.
Que se quieran como son
Mis hijas se hacen mayores (10, 8 y 5 años -arriba nos tenéis a las cuatro), e inevitablemente se ven cada ves más influenciadas por las modas, por lo que se espera de las mujeres y demás estereotipos que llegan a ellas por la tele, por internet, por el colegio...
Empiezan a hacer comentarios como "estoy un poco más gorda", "no me gustan mis dientes separados" u "odio mi pelo". Se me ponen los pelos de punta cuando las oigo, y claro, hemos empezado a tener importantes charlas sobre el tema.
Pero no se puede aflojar, hay que estar allí siempre recordándoles lo preciosas que son así, tal cual son. Que son bellas, únicas y especiales, que no tienen por qué buscar la aceptación de los demás, sino sólo la suya propia.
No es tarea fácil y veo que van creciendo (¡qué vertigo!) así que, me he propuesto este año estar cada día un poquito más atenta a que aprendan a aceptarse y quererse como son.
Estos son mis cuatro propósitos como madre para el 2015, ¿los compartes? ¿Me cuentas cuáles son los tuyos?
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