Cuando hace unos meses presentábamos en toda su complejidad el tema del acoso escolar, decidimos complementar el tema con dos artículos sobre empatía y toma de decisiones. Hicimos esto porque creemos que como seres sociales que somos, la empatía juega un importante papel en la relación con los demás, y porque creemos que aprender a tomar decisiones nos ayuda a madurar.
Pues bien, os vamos hablar sobre el segundo aspecto. Tomar decisiones es algo que hacemos muy a menudo (seguramente más veces de las que somos conscientes). Dejar enfriar o no el café antes de tomarlo, aderezar con pimienta o con nuez moscada, cepillar al gato ahora o esta tarde, coger o no el paraguas, hablar hoy o no con nuestro amigo para resolver una diferencia que ha surgido etc.
Es evidente que no todas tienen un impacto marcado en el futuro, pero también está claro que los seres humanos tenemos la potencialidad de tomar un cierto control sobre nuestros actos, sobre nuestras vidas, y no debemos desaprovecharlo.
¿Por qué deben aprender los peques a ‘tomar decisiones’? (o más bien ¿por qué no deberíamos inhibir ese proceso natural?). Pues porque llegará un día en que deberán cuidarse solos y ‘manejarse’ en la sociedad como seres autónomos y responsables (con ellos mismos y con los demás). Además, porque no siempre será tan fácil como ‘¿me pongo pantalón corto o largo?’ ‘¿prefiero yogur o leche para desayunar?’ Seguro que llegará un día en el que se plantearán cuestiones como ‘José y Ricardo van a salir del Instituto para beber cerveza, ¿voy con ellos o me quedo preparando el examen?’. O ‘el líder del grupo no admite a Marta porque dice que está gorda, pero a mí me cae genial, ¿le digo que prefiero ir con ella al cine?'
Los padres debemos estar dispuestos a ejercer como guías para enseñar a los niños, y sí, “he dicho como guías”, porque estoy convencida de que nuestra ‘autoridad’ debe estar basada en la experiencia y en el amor… no en la superioridad.
Los peques deben saber para qué sirve tomar decisiones, y que todas las decisiones que se toman no son adecuadas, también que al equivocarnos enriquecemos nuestro bagaje… y muchas cosas más. Pero también necesitan ‘aplicaciones más prácticas’ que ayuden a conseguir el objetivo que se pretende
¿Cómo les podemos ayudar?
- Con nuestro ejemplo: el aprendizaje natural es muy efectivo, sobre todo si les hacemos partícipes de aspectos de nuestra vida que no conocen mucho. Todos tomamos decisiones erróneas y asumimos las consecuencias, a todos nos llaman por teléfono para invitarnos a una cena o para vendernos una plancha, a todos nos piden favores… En ocasiones es bueno hacer partícipes a los niños de las razones por las que hemos actuado de una determinada forma, o de cómo nos sentimos al habernos equivocado.
Las decisiones se toman teniendo en cuenta la información de que se dispone, y nuestras propias necesidades, pero en ocasiones también podemos realizar una ‘proyección’ de futuro en relación a las consecuencias que puede tener la decisión tomada
- Permitiendo que tome decisiones, siempre que no interfieran en su salud o su integridad física, y dejando también que asuma las consecuencias. Ejemplos: ‘si un niño se decide escoger el regalo para su amiguito – le habremos dejado claro el margen económico -, y elige algo que no nos gusta’, deberíamos dejarle seguir porque después puede ocurrir que sea el mejor obsequio que el agasajado ha recibido’.
‘O si un niño se empeña en bajar las escaleras del colegio arrastrando la mochila y se le parte el carrito (ya le habíamos dicho que si lo rompía, tendría que pasar sin él el resto del curso), puede que no pueda disponer de otro hasta el próximo año’
Reflexionando sobre las consecuencias sobre una mala decisión, y hablando de cómo cambiarlo en el futuro.
Representación de roles: hay niños que necesitan que sus padres estén dispuestos a ‘escenificar’ situaciones, esto ocurre sobre todo en temas complicados como tener que hablar con la profesora para pedirle que nos dé más tiempo para el trabajo, buscar a un compañero para comunicarle que no va a ceder más a sus presiones.
Es decir a veces lo que nos piden es representar los papeles en un contexto y localización diferentes, para ser capaces de observarse a sí mismos ‘en acción’
Seamos comprensivos: a nadie nos gusta que nos digan ‘ya te dije que no dieras demasiados datos en el informe, el jefe quiere que lo repitas porque prefiere que seas más concreto’. En realidad cuando algo sale mal no hace falta que nos lo recuerden, pero sí que alguien nos anime.
Mostremos opciones pero no señalemos ninguna como la mejor, esto es difícil porque es muy tentador zanjar la cuestión indicando exactamente qué deben hacer. Pero cuando un niño debe tomar una decisión y se bloquea, podemos sentarnos con él e indicarle posibles salidas.
Si nuestro peque sabe que un niño del cole acosa a otro durante el recreo, y cree que esto está mal, ¿qué podría hacer?, quiere actuar pero no se decide. Entonces vamos a ver qué sería más fácil (y más seguro) para él y evaluar la efectividad que tendría: hablar con la profesora, animar a la víctima a contarlo a sus padres, coger al acosado de la mano y sacarlo de la situación, pedirle a sus propios padres que lo pongan en conocimiento de la dirección
- Amarlos a pesar de sus errores, y demostrarles que confiamos en ellos. También animarles a seguir intentando buscar soluciones a sus problemas.
En la medida en que los padres permitamos que las opciones con ‘las que juegan’ los niños se vayan ampliando conforme crecen, ellos se sentirán más seguros. También se convertirán en personas más competentes consigo mismos y con los demás.
Imagen | jesse.millan En Peques y Más | Evitar la violencia escolar por medio de la resolución de conflictos, A vueltas con la socialización: la importancia de la familia, ¿Les dejamos decidir?