Este post va de prevención de ahogamientos por inmersión, y va también de reflexiones entorno a la seguridad en los entornos de baño. Abordaré de pasada temas que hemos apuntado otros años, e introduciré novedades que quizás nos puedan servir para situar nuestro papel como adultos en la evitación de accidentes en menores.
Como sabéis, los ahogamientos son la tercera causa de muerte por traumatismo no intencional en el mundo (en algunos países y en el grupo de edad entre uno y 14 años son la segunda causa); y suponen un siete por ciento de las muertes relacionadas con traumatismos. El riesgo es mayor en niños (menores de cinco y chicos a partir de los 9/10 años), así como en personas que tienen fácil acceso al agua.
Hasta aquí nada que no sepamos, si además revisamos documentación como este Decálogo de Seguridad Infantil en Piscinas, o los consejos para prevenir ahogamientos o lesiones en el medio acuático, podríamos decir que ya lo sabemos todo… ¿o no? Efectivamente, no es que quede mucho más por saber, es que es necesario aumentar la conciencia, tener claros los límites a imponer a los menores, y asumir nuestro papel educativo. Por ejemplo, hace unos días una niña de 12 años tuvo que ser ingresada en la UCI de un Hospital de Girona, porque durante la visita con el colegio a un parque acuático, participó en un ‘juego’ consistente en aguantar bajo el agua el máximo tiempo posible.
Como consecuencia sufrió un paro cardiorrespiratorio, y si no llega a ser por sus compañeros que vieron que no salía, quizás el socorrista no la hubiera sacado ‘a tiempo del agua’
No he puesto entre interrogantes la palabra ‘juego’ porque yo también he jugado a eso de niña, eso sí, en mi grupo de amigos jamás existió competición, ni se alentaba a permanecer más que los demás bajo el agua… a la más mínima incomodidad salías del agua y no pasaba nada, ni nadie te incordiaba por haber resistido menos. Parece que hoy en día, en esto de los comportamientos arriesgados hay un componente marcadísimo de presión grupal, que hace creer a niños con poca capacidad de imponer su propia decisión (por edad) que deben seguir ‘a pie juntillas’ las ideas de los demás; y no digo que ocurriera así, yo no estaba presente.
Sin embargo estoy convencida de que de lo que pasó en Girona no tiene la culpa nadie (ni la niña, ni sus amigos, ni los profesores, ni los padres, ni los socorristas…), eso sí, vale más que hablemos con nuestros hijos sobre lo que son comportamientos arriesgados, y sobre lo que los amigos ‘tienen derecho’ a exigirnos; más vale también que les hagamos entender que una relación de amistad se debe basar en la libertad, porque si no es así estamos hablando de otro tipo de relación. Es decir no tiene la culpa nadie pero o cambiamos nuestra percepción del riesgo y nuestro modelo de relación, o no podemos hacer prevención.
Llega el verano, llegan los ahogamientos
La niña afortunadamente sobrevivió, pero unos días antes ya habíamos asistido por las noticias al ahogamiento de un niño más pequeño que falleció, un drama familiar que debería ser un drama social. Un solo caso nos debe hacer reaccionar, un solo caso que no debería haber ocurrido, un solo caso que cambia para siempre la vida de hermanos, padres, tíos, abuelos, amigos, vecinos, compañeros…
Hay otras ideas relacionadas con el agua, que desde mi punto de vista son erróneas, repito desde mi punto de vista:
- En las piscinas está prohibido el acceso de menores de 14 años sin acompañamiento adulto; pero en algunas piscinas se establece formalmente un sistema de autorización escrita de los padres para que niños más pequeños puedan acceder; de esta forma si sucede algún imprevisto, el establecimiento y Ayuntamiento quedan exentos de responsabilidad.
Quizás no seáis de mi opinión, pero no entiendo para qué se establece la norma si después nos la saltamos, además un socorrista no es un cuidador de niños que aún no son adolescentes, ni tiene por qué estar dándoles consejos que deberían provenir de los padres.
Además no tiene la misma fuerza física para ‘salir airoso’ de una ahogadilla un niño de 10 años que uno de 14 o de 15, además creo que la piscina no es un lugar al que puedan ir solos. Sabéis que soy partidaria de que los niños adquieran autonomía y se les permita realizar ciertos desplazamientos a solas, ¡pero ir solos a la piscina no!, con nosotros o el padre del amigo, con el tío, con nuestra amiga…
Que nuestro hijo haya ido a un curso de natación, no quiere decir que sepa defenderse en el agua, ni que nosotros podamos dedicarnos a enviar mensajes en lugar de mirarle (esto está basado en un caso real que presencié, es más, a la niña en cuestión tuvo que ir a rescatarla el socorrista de la playa).
Las normas de seguridad están para respetarlas: ¿verdad que no es necesario bañarnos con bandera roja? ¿es que no hay más días en el verano?; por otra parte si el cartel de la piscina dice que no se corre por el borde será por algo, no es que hayan querido llenar espacio en el papel, es que en una piscina pública hay mucha gente y más riesgo de resbalones, colisiones…
El agua no es el medio natural del ser humano, podemos movernos en ella ‘como pez en el agua’, pero no somos peces, que no se nos olvide, porque los mamíferos tienen pulmones que necesitan oxígeno para realizar la función respiratoria. O sea al agua hay que tenerle respeto, miedo no, porque transmitir este sentimiento a los niños no es conveniente y no les permite progresar, pero respeto basado en el sentido común sí.
¿Nos bañamos de noche?, hombre pues si es una piscina particular y estamos todos (niños y adultos) y en el exterior hay buena iluminación, y los niños tienen claro que siempre que se quieran bañar deben avisar (mejor aún es que el recinto esté vallado y cerrado cuando no se utiliza), no digo que no, puesto que puede ser divertido. No alentaría esta práctica en la playa o una piscina pública (con las comunitarias tengo algunas dudas).
Fiestas en la piscina: a veces para inaugurar o cerrar la temporada se hacen fiestas, sería aconsejable que igual que los padres debemos tener cuidado con ello, los organizadores recogieran todos los juguetes y elementos de flotación que se han utilizado para los juegos; y ¡por favor! ¡no organicéis fiestas con castillos hinchables dentro del agua! (de verdad que lo he visto) ¿es que nadie ha pensado que debajo del suelo pueden llegar buceando niños que después no sepan salir?
En general subestimamos el problema que suponen los ahogamientos por inmersión
Prevenir incidentes, lesiones y ahogamientos
En playas, ríos, pantanos, piscinas, se pueden seguir estas pautas indicadas por la Federación de Consumidores Independientes, en su última campaña de concienciación. He considerado importante incluir solo aquellas que no repetían las anteriores recomendaciones.
Seguir las indicaciones de los propios socorristas y las señalizaciones de la playa, como las banderas, pueden evitar también accidentes fatales. La verde significa apto para el baño, amarillo precaución y el rojo prohibición.
Nadar en paralelo a la costa y no hacia el fondo cuando estemos en la playa, no entrar de forma brusca al agua para prevenir cortes de digestión y mantener la calma ante situaciones de alerta son otras de las recomendaciones que trasladarán a los bañistas.
Los menores deben avisar a los padres o cuidadores cuando se vayan a meter en el agua y siempre que se pueda bañarse acompañados. Si los niños no saben nadar deben usar chaleco salvavidas si se meten en el agua o van a estar jugando cerca de ella, chaleco que es obligatorio en el caso de practicar algún deporte acuático.
En el caso de piscinas privadas, la mejor medida de seguridad es el cercado perimetral de la piscina, con una altura de 1,2 metros de altura, como forma de aislarla de la vivienda.
Bañarse de noche o después de haber bebido alcohol es otra inconsciencia ya que la ingesta de alcohol disminuye la capacidad de reacción ante el peligro y si ocurriera algo nadie podría verte.
- Los bañistas no deben lanzarse al agua en zonas desconocidas, con poca profundidad, desde una altura elevada o donde pueda haber obstáculos como piedras.
Así, antes de sumergirse es necesario comprobar la profundidad del agua y evitar bucear o saltar en aguas turbias donde pueden no ser visibles otros nadadores y objetos. En caso de querer zambullirse en el agua debe primero introducirse lentamente de pie varias veces comprobando que la profundidad sea de al menos 1,5 metros
Riesgos: no sólo ahogamientos
Son riesgos cuya evitación corresponde a los responsables de la instalación, pero está bien saberlo por conocer las condiciones que podemos exigir, el documento completo lo podéis encontrar en el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo.
Riesgo de caída al mismo nivel y a distinto nivel, debido a la circulación con suelos mojados (zonas húmedas) y la frecuente presencia y utilización de rampas y escaleras. Para eliminarlo o reducirlo, las superficies deben ser antideslizantes, evitarse la formación de charcos e instalar barandillas en caso de desniveles, rampas o escaleras.
Riesgo de golpes: para evitarlo son recomendables las acciones siguientes: el color de alrededor de la piscina debe resaltar con el del vaso, el fondo de la piscina debe tener señales de color que lo hagan fácilmente visible en caso de zambullida. De cara a los usuarios, se debe establecer un reglamento interno de utilización, evitando, por ejemplo zambullidas no seguras que pueden causar colisiones entre bañistas; es recomendable establecer calles rápidas y lentas así como prohibir juegos con balones u otro material que pueda impactar.
Riesgo de atrapamiento: está relacionado con la circulación de agua y las aberturas o impulsores existentes.
Para evitarlo, se deberán instalar sistemas de protección y rejillas con diámetro de luz no superior los 8 mm, mientras que la presión de succión en la superficie de desagüe no deberá sobrepasar las 3 m.c.a
Riesgo eléctrico. Electrocuciones: el material eléctrico debe estar seleccionado en función de las características del local y la instalación eléctrica debe cumplir con el Reglamento Electrotécnico de Baja Tensión (RD 842/2002) en su conjunto y, especialmente, en aquellas instrucciones que se refieran a las características específicas del ambiente de las piscinas.
Riesgo por agentes biológicos: la contaminación biológica en una piscina está directamente relacionada con tres parámetros; el nivel de cloro libre en el agua, las condiciones de uso de la piscina, el estado de salud y el nivel higiénico de los usuarios.
El control de la contaminación debe basarse en los dos primeros parámetros.
Ahora es un buen momento para recuperar todas estas reflexiones que propongo en la primera parte del post, y para obrar en consecuencia, porque el verano deja de ser divertido si nuestros hijos están expuestos a accidentes evitables.
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