¿Qué es la cuarentena?

¿Qué es la cuarentena?
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La cuarentena es la manera tradicional con la que se conoce al periodo postparto del puerperio, una etapa que dura entre seis y ocho semanas y que se caracteriza por el retorno a la normalidad de todos los cambios orgánicos y fisiológicos que se sucedieron en el embarazo y el parto.

La cuarentena es definida por el Diccionario de la Real Academia como "Tiempo de 40 días, meses o años". En otra de sus acepciones tenemos que significa "Aislamiento preventivo a que se somete durante un período de tiempo, por razones sanitarias, a personas o animales".

Pero, como vemos, ni la cuarentena se reduce a cuarenta días ni la mujer se ha de aislar. No obstante, la segunda acepción que hemos visto ha teñido de ciertos mitos el periodo del puerperio, en el que la mujer no es una enferma, pero sí está sufriendo cambios y necesita la recuperación.

Y no olvidemos que los cambios en la cuarentena son no solo físicos, sino también emocionales, y en ambas vertientes nos vamos a centrar a continuación, porque ambas vertientes han de ser tenidas en cuenta y comprendidas tanto por la propia mamá como por su entorno.

dando el pecho

Cambios físicos en la madre durante la cuarentena

A lo largo de los nueve meses el útero ha crecido considerablemente, pasando de unos 6’5 centímetros a 32-33 centímetros y aumentando de unos 60 gramos a más de 1000 al final del embarazo. El proceso de involución uterina tras el parto comienza tras dar a luz y se produce a lo largo de las primeras semanas, volviendo a su estado inicial.

Este proceso va acompañado de los loquios del postparto, que son las secreciones vaginales en las que se expulsa sangre, vernix caseosa, moco cervical y tejido placentario a lo largo de las primeras cuatro semanas.

Al principio, la involución uterina y la expulsión de los loquios son favorecidas por los entuertos o contracciones postparto. Son contracciones intensas y frecuentes durante las primeras 24 a 48 horas tras haber dado a luz (aunque duran alrededor de una semana con menos intensidad). Son un proceso normal que ayuda a volver el útero a su estado normal, además de facilitar el sellado de las bocas arteriales que quedan abiertas tras haber dado a luz.

El parto traumatiza localmente a la vejiga y la uretra, por lo que durante las primeras horas e incluso días tras el parto algunas mujeres no pueden orinar con facilidad y otras sufren de perdida de sensibilidad al deseo de orinar. Estas situaciones se corrigen espontáneamente al ceder la inflamación local en 48-72 horas.

Al principio también puede haber estreñimiento en el postparto y dificultades para defecar si se ha llevado a cabo una lavativa y si hay hemorroides, porque además los músculos abdominales quedan distendidos tras dar a luz.

Por otra parte, aparecen otros cambios, especialmente en los senos, para permitir la adecuada nutrición de un nuevo bebé gracias a la lactancia materna. La subida de leche tras el parto se produce entre las 30 y las 72 horas posteriores al parto, provocando ciertas molestias en la madre que, poco a poco, con el establecimiento adecuado de la lactancia, se disipan.

Las mamas aumentan de tamaño, consistencia, temperatura y se pueden apreciar las venas superficiales. Como sabemos, inicialmente secretarán el calostro, que le proporciona al bebé todo lo que necesita durante los primeros días, y al partir del tercer o cuarto día empezará a ser una leche más blanca.

Los pezones pueden sufrir la succión del bebé, sobre todo si el agarre no es correcto, por lo que es frecuente durante el puerperio que la madre sufra grietas (aunque estas se pueden prevenir) u otras molestias. Pero amamantar, aunque suele doler, no debería doler, por lo que en estos casos hay que ver lo que produce el dolor. Recuerda pedir consejo a los profesionales sobre la forma de agarre si los dolores persisten.

Finalmente, hemos de hablar de la recuperación durante la cuarentena de posibles heridas como la episiotomía o la cesárea, que necesitan de las curas pertinentes para evitar complicaciones dolorosas como la infección.

Y la madre también ha de recuperarse de molestias importantes muy frecuentes como el entumecimiento del perineo o las hemorroides postparto.

Todas estas limitaciones físicas van a hacer que necesitemos cierta ayuda al principio del postparto para realizar tareas tan sencillas como levantarse de la cama para ir al baño o poner al bebé en el cambiador. Además, todas estas secuelas del parto, junto al frecuente cansancio y debilidad, harán que hasta pasado el periodo de cuarentena normalmente no se reinicien las relaciones sexuales completas.

Alrededor de las cuatro o las seis semanas de haber dado a luz se suele concertar una cita con el ginecólogo para realizar un control y comprobar que la recuperación está siendo positiva. Es el momento de plantear las dudas que tengamos.

Un periodo sensible de recuperación

La cuarentena es un periodo en el que, junto a los cambios físicos que acabamos de ver, se producen cambios emocionales importantes. Por lo tanto, la recuperación no solo ha de ser física sino que también psicológicamente necesitamos un tiempo para adaptarnos a la nueva situación.

Ya os comentamos algunas claves para "sobrevivir" en casa con el bebé, y es que se trata de una etapa sensible y difícil en ocasiones en la que tal vez necesitemos ayuda para ocuparnos del bebé, de la casa y en la que necesitaremos tiempo para ir conociendo a nuestro bebé y a nuestro nuevo cuerpo.

Es probable que nos desconcierte el llanto del bebé, que lo sintamos como un extraño, que pensemos que no tenemos tiempo para nada, que se acabó la intimidad con la pareja o que no podemos atender a los hijos mayores... y frecuentemente se olvidan las propias necesidades.

Pero es importante recordar en este proceso de recuperación que el cuerpo y la mente necesitan su tiempo para estar en forma y que tenemos nuestras necesidades. Muchas madres sienten ansiedad y tristeza que puede derivar en los casos más graves en depresión postparto, por ello el entorno ha de estar atento a las señales y ayudar en lo que pueda a la madre.

El cansancio, la posible desilusión por cómo ha ido el parto, las dificultades con la lactancia, el sentirse relegada a un papel secundario, el sentimiento de incapacidad, el rechazo del nuevo cuerpo, los desajustes en la relación de pareja... son solo algunos de los factores que pueden revolucionar aún más si cabe nuestra mente, pero están dentro de lo "normal". Si la tristeza se alarga varias semanas y afecta a la relación o el cuidado del bebé hay que consultar al especialista.

En definitiva, el trabajo para dar a luz a nuestro bebé ha sido grande y los cambios que empezamos a descubrir en nuestras vidas, aún mayores. Durante la cuarentena o el puerperio la madre necesita recuperarse y adaptarse a la nueva situación, conociendo al bebé, estableciendo un vínculo que durará toda la vida.

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