El mundo está en constante tranformación: todo cambia y evoluciona según las tendencias o necesidades de la humanidad. Y la natalidad no es la excepción. Hace algunas generaciones, era común que las mujeres se convirtieran en madres casi al salir de la adolescencia, mientras que hoy en día las cosas son muy diferentes.
Investigaciones recientes han señalado que las mujeres retrasan cada vez más la maternidad, muchas de ellas esperando a tener un bebé por primera vez pasados los 30 años de edad. Sin embargo, a pesar de que esta tendencia es cada vez más común, existe aún un estigma social hacia las mujeres que deciden ser madres a una edad avanzada.
Madres cada vez mayores
Cuando tenía 17 años no entendía cómo las generaciones anteriores se casaban y tenían hijos tan jóvenes. Mi abuela materna, al igual que las miles de madres de la primera mitad del siglo veinte, tuvo a su primer hijo a los 18 años. En aquellas épocas era regla que las parejas iniciaran su propia familia antes de los veinte años, algo que -hasta la fecha- me parece increíble.
Desde luego, las cosas eran muy distintas en aquellos tiempos. Antes, las mujeres no solían trabajar ni estudiar alguna carrera universitaria. En la mayoría de las culturas, se nos veía como madres y amas de casa, mientras que los hombres tenían el papel de proveedores. En resumen, nuestro objetivo era tener hijos y criarlos.
Muchas décadas y revoluciones después, las mujeres de este siglo tenemos vidas completamente diferentes a las de nuestras abuelas. Aunque la maternidad sigue siendo una meta para muchas, ya no es la única. Asistimos a la universidad, trabajamos fuera de casa, viajamos por el mundo y seguimos estudiando, entre muchas otras cosas.
Todo esto, ha hecho que poco a poco vayamos retrasando la maternidad. Mi propia madre, por ejemplo, tenía 31 años cuando llegué a este mundo a finales de los años ochenta, y 34 cuando nació mi hermana menor. Yo no esperé tanto tiempo, y tuve a mi hija a los 27 años. A pesar de que fui la primera de mis amigas en convertirme en madre, sentía que ya se me estaba pasando el tiempo.
Sin embargo, con el paso de los años y los cambios que sigue habiendo en el mundo, mi perspectiva sobre la edad de las madres ha cambiado. Ahora que tengo 35 años, entiendo por qué cada vez las mujeres retrasan más la maternidad.
En la década de los treinta, la mayoría tenemos una estabilidad física, económica y emocional con la que no contábamos a los veintitantos. Sabemos que ser madres después de los 35 años tiene sus riesgos, pero también estamos mejor informadas y ponemos más atención a nuestra salud.
Y esta tendencia no parece detenerse, pues cada vez son más las mujeres que eligen tener un bebé más allá de los treinta. En España, el Instituto Nacional de Estadística (INE) lo pone en cifras: durante el primer trimestre del año 2022 han nacido más bebés que nunca de madres mayores de 45 años.
Y en las madres famosas la historia es similar. Desde Cameron Diaz, que se convirtió en madre a los 47, hasta Chloe Sevigny, quien presumió barriga de embarazo a los 45, son cada vez más las famosas que tienen un bebé pasados los cuarenta años, y que poco a poco han ayudado a normalizar este aumento en la edad materna.
El estigma de la maternidad en edad avanzada
A pesar de este notorio incremento en la edad de las madres, la percepción de la maternidad en edades avanzadas no ha cambiado mucho y -al igual que generaciones anteriores- sigue viéndose como algo negativo. Y para muestra, tenemos un estudio reciente.
Publicado en la revista Health, Risk and Society y realizada en Canadá, esta nueva investigación analizó diversos documentos, como informes gubernamentales, declaraciones profesionales y directrices de organizaciones como la Asociación Médica Canadiense, con la finalidad de encontrar cómo son representadas las madres de edad avanzada.
Entre sus descubrimientos, encontraron que a pesar de la tendencia a esperar más tiempo para tener un bebé, la mujeres que retrasaban la maternidad y se convertían en madres a edades avanzadas son vistas como sujetos de riesgo, madres antinaturales y ciudadanas reproductivas irresponsables.
"Estos discursos enmarcan a las mujeres mayores como discapacitadas por la 'carga' de la crianza tardía y las presentan como sujetos riesgosos que podrían dar a luz a una descendencia 'anormal'", explican los autores de la investigación.
Aunque el equipo reconoce los riesgos de salud que pueden presentarse en los embarazos a edades avanzadas, señalan que es más problemática la idea de que se vea a las madres mayores como antinaturales:
"Existe este modelo de ideología de maternidad intensiva que es omnipresente en nuestra sociedad, donde la maternidad es un papel que abarca todo para las mujeres", explica Francesca Scala, autora del estudio en entrevista para la universidad canadiense Concordia. "Se basa en la idea de que las mujeres son las principales cuidadoras y las únicas responsables de la salud y el bienestar de sus hijos. Las madres mayores desafían nuestra idea sobre la 'buena madre': alguien que es joven, enérgica y tiene el tiempo y los recursos para dedicarse por completo a criar a los niños".
¿Y los padres? ¿también sufren este estigma?
Los investigadores comentan que ver a las madres mayores como antinaturales y estigmarizarlas no es algo positivo, pero curiosamente los hombres no sufren el mismo estigma social que las mujeres en este tema, a pesar de que también se sabe que ser padre a edades avanzadas tiene sus riesgos.
A ellos no les llaman irresponsables ni antinaturales, y nadie se sorprende si un hombre tiene un hijo a los 50 años o más. Pero si se trata de la madre, las críticas, comentarios y opiniones no pedidas no se hacen esperar.
Todas las madres deben ser apoyadas
Así como la decisión de cada pareja sobre tener hijos o no debe ser respetada, lo mismo debemos hacer con la edad en la que deciden tenerlos. los investigadores señalan que el estigma en las madres de edad avanzada puede crear prejuicios que influyan en diversos ámbitos de su maternidad, desde la atención médica que reciben hasta las interacciones sociales en lugares a los que vayan con sus hijos, como las estancias infantiles.
Además, señalan que en muchos casos las madres retrasan la maternidad por causas ajenas a ellas y como consecuencia ciertas barreras sociales, como la falta de bajas maternales adecuadas:
"En lugar de responsabilizar a las mujeres de adherirse a su 'reloj biológico', me gustaría ver más discusión sobre cómo las fuerzas sociales y económicas más amplias dan forma al camino de las mujeres hacia la maternidad. ¿Cómo podemos, como sociedad, apoyar a las mujeres que tienen hijos en su momento ideal, por ejemplo, con guarderías accesibles, para que no sean penalizadas por tener hijos demasiado temprano o demasiado tarde?", concluye Francesca.
Foto de portada | Isaac Quesada en Unsplash