La amigdalitis, o inflamación de las anginas, es una de las afecciones más comunes en la edad pediátrica, que cursa con intenso dolor al tragar, malestar general, fiebre, y en algunas ocasiones también pueden aparecer placas de pus.
Pero la amigdalitis no siempre lleva implícito el tratamiento con antibiótico, pues en ocasiones la causa puede ser vírica. Te contamos cómo se diferencia una amigdalitis vírica de una bacteriana, y qué tratamiento se requiere en cada uno de los casos.
¿Qué es una amigdalitis?
La amigdalitis es la inflamación de las amígdalas (o anginas) producida por una infección ocasionada por virus o por bacterias. A veces, la infección solo se localiza en las anginas, aunque lo más habitual es que también se extienda a otras áreas circundantes, causando inflamación de la faringe (faringoamigdalitis).
¿Qué síntomas presenta?
Se puede observar enrojecimiento y aumento de las amígdalas, en ocasiones acompañado de manchas blancas o placas de pus, y dolor en los ganglios submaxilares. También hay fiebre, dolor de garganta y cabeza, cambios en la voz (voz más ronca o gangosa), y a veces se asocian también síntomas catarrales.
Como consecuencia de todo ello, el niño experimenta:
Dificultad para tragar, babeo y pérdida de apetito
Debilidad, fatiga o agitación
Mal aliento
Dolor estomacal y náuseas
Placas víricas y bacterianas: ¿cómo se diferencian?
Acompañando al dolor y enrojecimiento de la faringe y las anginas, a veces también pueden presentarse puntitos o manchas blancas sobre las amígdalas o la garganta: Son las llamadas placas, y la causa puede ser vírica o bacteriana.
De las bacterias que con mayor frecuencia están implicadas en los episodios de faringoamigdalitis durante la infancia, la estreptococo beta hemolítico grupo A (EbhGA) o Streptococcus pyogenes es la más habitual, y la única en la que el tratamiento antibiótico estaría indicado.
Y si hablamos de causas víricas, los adenovirus son los que con mayor frecuencia causan infección de garganta en los menores de cinco años.
Dado que el tratamiento adecuado para la amigdalitis o faringoamigdalitis depende de la causa que lo haya provocado, es importante obtener un diagnóstico preciso.
A veces, al pediatra le resulta suficiente con conocer los síntomas y valorar el estado del niño, pero en otras ocasiones es necesario hacer pruebas adicionales para saber si estamos ante una amigdalitis estreptocócica:
La prueba más rápida que hay es un test de detección de antígeno de estreptococo, que puede realizarse en la consulta de manera sencilla e indolora. Consiste en analizar una muestra de fluido de las amígdalas y los resultados se obtienen en pocos minutos.
También existe otra prueba que consistiría en un cultivo faríngeo, que es un análisis que se realiza en laboratorio y cuyos resultados tardan más tiempo.
¿Cómo evoluciona la amigdalitis?
Dependiendo de la causa que lo provoque, la enfermedad comenzará de una forma u otra, y también apreciaremos cambios en su evolución.
De este modo, lo habitual es que la amigdalitis vírica se acompañe de síntomas catarrales y fiebre baja o moderada que desaparecerá en cuestión de tres días. Por el contrario, la amigdalitis bacteriana tiene un inicio brusco, no suele llevar aparejados otros síntomas catarrales, y la fiebre que se presenta es alta.
¿Cómo se trata la amigdalitis?
Como acabamos de mencionar, solo en el caso de estar ante una amigdalitis bacteriana recurriremos al uso de antibióticos. Es importante seguir las indicaciones prescritas por el pediatra en cuanto a cantidad y duración del tratamiento, y en un plazo de 48 horas se comenzarán a notar los efectos.
Tanto si se trata de una amigdalitis vírica como bacteriana, podemos también utilizar analgésicos para aliviar el dolor y el malestar, además de llevar a cabo las siguientes medidas que contribuirán a mejorar los síntomas:
Aumentar la ingesta de líquidos
Como es posible que el niño se muestre inapetente por el dolor que le supone tragar, podemos adaptar su dieta durante esos días, ofreciéndole alimentos que le resulten suaves y fáciles de deglutir
Evitar alimentos y bebidas excesivamente calientes
Guardar reposo, especialmente si hay fiebre
¿Qué complicaciones pueden presentarse?
Aunque no es habitual, la amigdalitis bacteriana puede presentar ciertas complicaciones asociadas que pueden llegar a ser graves, de ahí la importancia de consultar con el pediatra en caso de que los síntomas persisten o notemos un empeoramiento.
Las complicaciones supurativas asociadas se presentan en un 1-2% de niños con faringoamigdalitis bacteriana no tratada o mal tratada, y son la otitis media, sinusitis, mastoiditis, adenitis purulenta y absceso de la amígdala
En cuanto a complicaciones no supurativas estarían la fiebre reumática, la glomerulonefritis aguda y la artritis reactiva
¿Cómo podemos prevenir el contagio?
Los virus y bacterias responsables de la amigdalitis son muy contagiosos, y se transmiten a través de las secreciones de la persona infectada. Las medidas básicas de prevención, tanto para esta enfermedad como para otras similares, son:
Lavado frecuente de manos
Ventilación de los espacios
Evitar los besos en la boca, y tampoco compartir vasos, platos, cubiertos y otros utensilios
Taparse la nariz y la boca cuando se tosa o estornude
La Asociación Española de Pediatría recuerda que en los meses más fríos del año son más proclives ciertos virus responsables de la faringoamigdalitis, así como la infección por estreptococo, cuya transmisión está favorecida por el hacinamiento de los niños en los entornos cerrados.
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Más información | Asociación Española de Pediatría