Los flotadores y los manguitos, junto a la burbujita que se cogía con una simple correa, han sido los elementos de seguridad más utilizados durante décadas, hasta tal punto que ni conocíamos ni utilizábamos otra cosa.
Sin embargo, que sea lo de toda la vida no quiere decir que sea lo más seguro. Hace tiempo que se viene diciendo que los elementos inflables son peligrosos y por eso los expertos recomiendan que, a la hora de ir a la piscina o a la playa, no se utilicen ni manguitos ni flotadores.
Por qué no a los manguitos y flotadores hinchables
Los flotadores son peligrosos por una cuestión de confianza. Los padres los reconocen como fiables, les hace sentir seguros y eso mismo es lo que los hace peligrosos. Un niño que está en el agua debería estar siempre acompañado de un adulto, y en caso de que éste no esté bañándose con él, debería estar vigilándolo constantemente.
Más de un niño, en sus juegos y moviéndose más de lo normal, ha logrado dar la vuelta al flotador, quedándose boca abajo. Más de un niño ha levantado los brazos y, siendo el flotador más grande que el niño, se ha colado por el agujero hasta quedar sumergido en el agua. Basta que en ese momento estemos mirando para otro lado para que la vida del pequeño corra peligro.
En lo que respecta a los manguitos, tal y como sucede con los flotadores, pueden pincharse fácilmente. Tienen que ser, además, del tamaño adecuado al niño, ya que si son grandes pueden salirse en caso de que el niño levante los brazos (o mejor dicho, el niño puede salirse de los manguitos). Por otra parte, tanto flotadores como manguitos ayudan poco a los niños a la hora de aprender a nadar, pues limitan mucho el movimiento de los brazos y, cuando están sin ellos, no saben muy bien cómo mover los brazos para flotar y desplazarse.
Qué alternativas hay
Por suerte, con el tiempo han ido apareciendo nuevos elementos más seguros para los niños y más adecuados para que puedan aprender a nadar. El elemento estrella es el churro, que les ayuda a flotar y no les sostiene por ninguna parte del cuerpo, sino que son los niños los que deben sostenerse con él. Los churros pueden también unirse por el centro para hacer un círculo que puede ser útil a los niños cuando aún son pequeños. Evidentemente, deberemos estar vigilándoles continuamente.
Además de los churros, existen los cinturones de tablas de corcho, que les ayuda a flotar y que pueden irse retirando poco a poco a medida que el niño se mueve mejor por el agua. Como son un poco puñeteros a la hora de dar equilibrio en el niño (va cogido por la cintura y el tórax y no por las axilas, aunque puede regularse para ayudarles a estar más verticales) les obliga a estar más pendientes de la posición y en definitiva les ayuda a ser más hábiles en el agua.
Si no os convence o no se sienten seguros, siempre se puede recurrir a los manguitos de poliestireno que se componen de varios discos. Yo los he utilizado siempre (tengo este modelo) y van muy bien porque no pueden pincharse, quedan bien fijados en los brazos y a medida que el niño crece y flota mejor se pueden ir quitando discos.
La otra opción son los bañadores con flotadores integrados, que ayudan al niño a flotar dejándole libertad para mover brazos y piernas.
Sea cual sea el método elegido lo importante, lo que hace que los niños estén seguros en el agua, es nuestra presencia y nuestra vigilancia. El agua es terriblemente peligrosa para un niño que no sabe nadar, así que siempre que estén dentro debemos vigilarles, porque los accidentes ocurren, y suceden además cuando menos te lo esperas.
Fotos | iStockphoto y vastateparksstaff en Flickr
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