El buen tiempo ha llegado, las vacaciones están a punto de hacerlo y con el verano salimos mucho más al aire libre y los pequeños están mucho más expuestos al sol. Es importante, para todos, pero especialmente para los más pequeños, que la piel esté protegida, y en muchas ocasiones os hemos hablado de cómo conseguirlo de una manera adecuada. Pero, ¿por qué la piel de los bebés y niños pequeños es tan sensible?
La piel del niño posee unas características especiales que la hacen más vulnerable, ya que posee menor capacidad de protección que los adultos. Esta menor capacidad de defensa viene determinada por:
- El estrato córneo o la superficie de la piel aún es muy fina y está poco compactada. La piel del recién nacido es 40 a 60% más delgada que la de un adulto. Por ello un recién nacido es más susceptible a infecciones, irritaciones de la piel y pérdida de agua.
- La producción de melanina (melanogénesis) está poco desarrollada: la melanina es nuestra primera defensa contra el sol, ya que absorbe los rayos UV peligrosos antes de que provoquen lesiones graves en la piel. Cuanto más clara tenga su hijo la piel, menos melanina tendrá para absorber rayos UV y protegerse contra los efectos nocivos del sol. Cuanto más oscura sea la piel de su hijo, más melanina tendrá para protegerse. Pero tanto los niños de piel clara como los de piel oscura necesitan protegerse de los rayos UV porque cualquier nivel de bronceado provoca lesiones en la piel.
- La piel de bebés y niños presenta una menor defensa frente a las formas reactivas de oxígenos, los radicales libres. Un radical libre es una molécula (orgánica o inorgánica) que se puede formar en la atmósfera por radiación. También se forman en los organismos vivos (incluido el cuerpo humano) por el contacto con el oxígeno y actúan alterando las membranas celulares y atacando el material genético de las células.
- Antes de los 3 años de edad, el funcionamiento del sistema termorregulador está poco desarrollado, lo que facilita las insolaciones. Además, antes de los 8 a 9 años de edad, la epidermis está poco queratinizada, los melanocitos débilmente pigmentados y la película lipídica es fina y poco resistente. Por tanto, la protección intensiva es indispensable desde la edad más temprana.
- Una protección solar adecuada en función de las características de la piel del niño también es importantísima para resguardar la actividad del sistema inmune cutáneo (células de Langerhans, queratinocitos...) que se inactivan al ser sometidas a los efectos de la radiación solar.
Por ello la fotoprotección es tan importante, más para los pequeños de piel clara. Aunque hemos de recordar que no todos los especialistas se ponen de acuerdo en si hay que poner protector solar a los bebés menores de seis meses, ya que consideran que a esa edad las cremas pueden causar irritaciones en su piel, ya que ésta es mucho más sensible y delicada que la de un niño mayor precisamente por los puntos que hemos enumerado anteriormente.
En cualquier caso, tengamos en cuenta la recomendación de que estos productos no contengan PABA y seguir nuestro sentido común a la hora de exponer a los pequeños al sol más intenso y a las horas más calurosas durante largos periodos de tiempo, algo que a todas luces hay que evitar a estas edades tan tempranas.
En definitiva, se trata de la inmadurez de las funciones cutáneas lo que hace a bebés y niños más vulnerables a los efectos del sol y los convierte en blanco preferido de sus efectos nocivos y del calor. La protección solar y una buena hidratación son los mejores aliados contra esos efectos nocivos.
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