¿Quién no se ha tomado un zumo de naranja para evitar los catarros? ¿Cuántas noches habéis acostado a vuestros hijos al lado de una cebolla para que tosiesen menos? ¿A quién no le apetece un caldo cuando está griposo? Y, ¿cuántos de vosotros se ha tomado alguna pastilla para chupar a ver si dejaba de toser?
Pero todo esto, ¿funciona de verdad? ¿Hay evidencia de que los remedios caseros sirvan para algo? ¿Podemos usar estos y otros remedios caseros con nuestros niños? Vamos a ver en este post qué remedios caseros podemos usar cuando están malitos los niños y cuáles no merece la pena usar por falta de evidencia científica.
Una sopita caliente para el resfriado
Pues sí, parece que un buen caldo puede ayudar a mejorar nuestros síntomas del resfriado. Según varios estudios, los líquidos calientes (té, sopa...) podrían tener un efecto calmante en la mucosa respiratoria, aumentar el flujo nasal de mocos (posiblemente por la inhalación de vapor) y ayudar a expulsar las secreciones respiratorias. Debemos elegir aquellos líquidos calientes apropiados para nuestros niños en función de su edad.
Humidificador ¿sí o no?
A la humidificación del aire se le atribuyen desde hace tiempo múltiples beneficios para la patología respiratoria y prueba de ello es la amplia oferta de humidificadores domésticos que podemos encontrar en el mercado.
Aunque es cierto que un humidificador puede añadir humedad al ambiente y ayudar a liberar las secreciones nasales en el catarro, su efecto no está muy bien estudiado. La humedad ideal del aire debería mantenerse entre un 40 y un 60 por ciento; si en vuestra casa el aire es muy seco, tal vez pueda ser una opción.
La última revisión sistemática que ha analizado los efectos de la inhalación de vahos o la humificación caliente del aire, así como un estudio de 2013, no han encontrado beneficios claros; no parece mejorar los síntomas y, en cambio, pueden producirse quemaduras. Además, para los niños con asma son contraproducentes.
En el caso de laringitis aguda, en cambio, el vapor frío sí parece aliviar los síntomas, probablemente por la vasoconstricción secundaria al frío.
Si usáis humidificador, es muy importante su limpieza periódica según las instrucciones del fabricante.
Los lavados nasales con suero salino fisiológico sí funcionan
Y no sólo lo digo yo. En 2015 se hizo una revisión incluyendo 544 niños y 205 adultos y se vio que el lavado nasal con suero sí parecía aliviar los síntomas del catarro, ya que elimina temporalmente los mocos y descongestiona.
Se vio en otro estudio que además disminuía el uso de otros tratamientos, se recuperaban antes y disminuía el absentismo escolar. También lo recomienda la OMS en su guía para tratamiento de la tos y el resfriado.
Y es es un remedio barato y que no parece tener grandes efectos adversos (podría originar irritación de la mucosa nasal si lo hacemos muy repetidamente).
La miel puede aliviar la tos (en mayores de un año)
Parece que el vasito de leche con miel antes de irse a dormir para aliviar los síntomas del resfriado es un remedio de la abuela, pero lo cierto es que lo han estudiado y parece que sí funciona.
En 2012 se hizo un estudio con 300 niños entre 1 y 5 años con resfriado y tos nocturna: a la mitad se les dio una cucharada de miel y a la otra mitad placebo (similar a la miel pero que no lo era).
Se vio que los niños que habían tomado miel tosían menos frecuentemente y con menos severidad. Más tarde, en 2018, la Cochrane hizo una revisión sistemática donde se confirmó que la miel parecía aliviar la tos y no tenía efectos adversos.
De hecho, la Academia Americana de Pediatría y la OMS sugieren la miel como posible tratamiento de la tos nocturna: 2.5-5ml de miel directamente o diluída en algún líquido; siempre en mayores de un año (los menores de un año no deben tomar miel por el riesgo de botulismo).
¿Pueden las pastillas para chupar aliviar la tos?
Aunque no hay mucha evidencia científica en niños, la Academia Americana de Pediatría sí manifiesta que las pastillas para chupar pueden aliviar la tos y la irritación de garganta y no parecen ser perjudiciales (salvo el aporte de azúcar, si llevan) siempre que se den en niños mayores de cinco años para evitar el atragantamiento.
La cebolla y la tos: ¿mito o realidad?
Remedio popular donde los haya, está tremendamente extendida la creencia de que colocar una cebolla junto al niño (o adulto) que tose, mejora notablemente los síntomas. Hay quien dice que hay que cortarla en dos; otros en cuatro y otros en trocitos.
Dicen las creencias populares que su beneficio es por la inhalación de vapores que contienen sustancias terapéuticas. Lo cierto es que hasta el momento no hay estudios científicos que lo corroboren (o lo desmientan). Parece que la mejoría tendría relación con cuánto confíe la madre (o el padre o cuidador) en los efectos beneficioso de la cebolla, teniendo así una sensación subjetiva de que el niño tose menos. Pero lo cierto es que daño no parece hacer (más allá del olor que deje en la habitación), siempre que no sustituya a otros tratamientos médicos en el caso de necesitarlos (como por ejemplo, inhaladores).
La vitamina C no previene los catarros pero...
Se nos ha caído un mito: la vitamina C no previene los catarros, o esas son las conclusiones de la revisión sistemática de la Cochrane publicada en 2013. Tampoco parece que comenzar a tomar vitamina C cuando ya estamos resfriados mejore los síntomas. Sin embargo, la suplementación diaria de vitamina C sí podría acortar discretamente la duración del catarro en niños. No se han visto efectos adversos de estos tratamientos.
Nada de baños fríos o friegas con alcohol para bajar la fiebre
La fiebre es uno de los motivos de consulta más frecuentes en pediatría y algo que asusta tremendamente a los padres. La fiebre es un mecanismo de defensa frente a una infección y no es mala en sí misma; el motivo de bajar la fiebre no debe ser otro que mejorar el estado general del niño. Para ello, los antipiréticos son el tratamiento más empelado (paracetamol o ibuprofeno) y no es necesario alternarlos.
Aunque tradicionalmente se han recomendado baños, aplicar paños templados o friegas con alcohol, en general en niños sanos las medidas físicas no suelen ser necesarias. Hay numerosos estudios que analizan la aplicación de paños templados para bajar la fiebre y parece que, aunque asociados a la toma de paracetamol sí bajan más rápido la fiebre, este efecto es transitorio y no parecen aportar ningún otro beneficio; por el contrario, son incómodos para los niños, generándoles disconfort y llanto. En ningún caso debemos realizar friegas con alcohol ya que podría absorberse a través de la piel y producir toxicidad.
Tampoco son recomendables los baños con agua fría, pues resultan incómodos para el niño y no aportan beneficio significativo. Si le apetece bañarse, puede hacerlo con agua templada. Recordemos que el objetivo es que el niño se encuentre confortable.
No a los remedios caseros para la gastroenteritis
La gastroenteritis es una inflamación del intestino que puede ocasionar diarrea y vómitos, a veces con fiebre. Es muy frecuente en la infancia y no es raro que las familias conozcan diferentes remedios caseros para tratarlas. Las gastroenteritis son en su mayoría víricas (no se tratan con antibióticos) y el tratamiento va encaminado a reponer las pérdidas.
Para ello, no recomendamos el Aquarius (muy extendido en estos casos), la CocaCola batida u otras bebidas e infusiones de preparación casera, sino solución de rehidratación oral. La solución de rehidratación oral fue diseñada inicialmente por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1977 para el tratamiento de los niños deshidratados por diarrea. Su objetivo es reponer el agua y las sales que se pierden. Su composición está estandarizada y tanto la Asociación Americana de Pediatría en 1985, como la propia OMS en 2002 y la Sociedad Europea de Nutrición y Gastroenterología (ESPGHAN) en 1992, recomiendan soluciones de rehidratación oral con concentraciones de sodio entre 60-70 mmol/L y osmolaridad entre 200-250 mOsm/L.
Hay múltiples preparados en diferentes formatos y con distintos sabores de venta en las farmacias. Además, los niños pueden tomar agua libremente y/o lactancia materna a demanda y realizar una dieta normal sin forzar, tratando de evitar únicamente alimentos ricos en grasas o azúcares.