Si le preguntáramos a nuestros padres cuándo pueden los niños bañarse después de comer seguro que muchos dirían que hay que esperar dos horas o quizás tres. Te bañabas cuando por fin podías, salías luego al rato, a merendar, y entonces había que volver a esperar otras dos horas o tres, así que, claro, el baño ya quedaba casi descartado.
Había hasta quien se negaba a merendar en plan "ni me acerques la comida", sabedores de que el castigo a la merienda eran otras dos horas de sequera. Ahora parece que no lo vemos tanto, pero por si acaso hay dudas acerca de ello vamos a responder a la pregunta: ¿Pueden bañarse los niños después de comer o tienen que esperar dos horas?
De verdad, qué infancia nos dieron
Qué infancia nos dieron nuestros padres. No sólo fuimos los mandos a distancia de las antiguas televisiones sin mando, no sólo nos quemamos la espalda año tras año porque no nos ponían crema, sino que además llegamos a pasar un calor demoníaco, sudando como pollos en las toallas después de comer esperando a que el reloj dijera cuándo podíamos bañarnos o, en el peor de los casos, corriendo de un lado otro, a riesgo de que nos diera algo del calor, esperando al baño.
El motivo de esa regla es que creían que el contacto del agua con la piel, como si fuéramos Gremlins pasada la medianoche, nos cortaba la digestión y nos ponía malísimos. Ahora ya sabemos que es un error decir corte de digestión, que el nombre correcto es hidrocución y que el problema no es el agua, ni la digestión, sino el cambio de temperatura.
¿Cambio de temperatura?
Así es. El cuerpo está caliente y de repente entran en contacto con el agua, que según la época del año, puede estar relativamente fría (o no lo suficientemente caliente) y la diferencia de temperatura provoca una reacción tal en el cuerpo que se inhibe la respiración y la circulación sanguínea y se produce una sobrecarga en el corazón que acaba en síncope. Al suceder en el agua es especialmente peligroso porque el niño (o persona) se hunde inconsciente.
Pero si es un cambio de temperatura, ¿qué tiene que ver la comida?
Pues eso, la comida no tiene nada que ver. Nos podría haber pasado precisamente siguiendo los consejos de nuestros padres. Dos o tres horas esperando, algunos jugando y corriendo, aumentando la temperatura de nuestro cuerpo para que luego, al entrar en el agua, el cambio fuera aún más brusco.
Sólo hay que tener en cuenta el tema de la comida si se han llenado comiendo. Vamos, si han hecho una comida de "Navidad" y luego se van a bañar. Porque la digestión será más pesada y es más fácil que el síncope se produzca.
Por lo demás, lo importante siempre es vigilar para que no haya un cambio brusco de temperatura. Hayan comido o no hayan comido, que da igual, lo que hay que hacer es que la entrada al agua, si está fría, sea progresiva. Vamos, lo típico que hacemos los mayores, que ya no estamos para mucha aventura. Meter los pies e ir avanzando poco a poco hacia adentro. Mojamos las muñecas, la nuca, la barriga, etc. Así el cambio de temperatura del cuerpo se produce de manera muy gradual y el cuerpo se va habituando sin riesgos.
Si hablamos de una piscina, pues lo mismo. Sentarse en el borde un rato, meter los pies y desde ahí irles mojando diversas zonas del cuerpo para acostumbrarles a la temperatura. ¿La ducha antes de la piscina? Si hace mucho calor, pasando. Ya me dirás cómo metes a un niño en una ducha de manera progresiva. Poder, se puede, pero yo no me liaría mucho con el tema, mejor en la piscina.
Y obviamente, cuando los niños son más mayores, evitar el "¡Al agua, corre!". Es muy divertido, pero pasar de estar seco y caliente a mojado y frío es peligroso, a no ser que hablemos de una piscina infantil que entre lo pequeñas que son y la de meadillos que hay, suelen ser como una sopa (lo siento, tenía que decirlo).
Foto | Pexels En Bebés y más | Corte de digestión: ¿debe el niño esperar antes de meterse al agua?, Evitar el corte de digestión, Vídeo: seguridad infantil en la piscina