Al hilo del post sobre la eurodiputada Licia Ronzulli que ha visto crecer a su hija en el Parlamento y vuestros comentarios nos preguntamos si es o no es conciliar llevarse un hijo al trabajo. ¿Por qué tienen que ser incompatibles tener un hijo y trabajar? ¿De qué manera los queremos compatibilizar?
Si nos fijamos en la etimología de "conciliar", tenemos que proviene del latín 'conciliāre', cuyo significado es:
Componer y ajustar los ánimos de quienes estaban opuestos entre sí.
Conformar dos o más proposiciones o doctrinas al parecer contrarias.
Ambas definiciones hablan de opuestos, de contrarios, que en el caso que nos interesa serían la maternidad (y paternidad) y el trabajo. Lo importante a la hora de hablar de conciliación es, en mi opinión, que existen algunas fórmulas más o menos universales, pero otras muy personales, que dependerán de cada madre, padre y niño.
La conciliación "universal"
Hay algunas bases que, desde nuestro punto de vista, se deberían cumplir para lograr la conciliación. Y entre ellas no están las propuestas que eliminan uno u otro de los opuestos, que no los concilian, como crear guarderías de horarios interminables de un lado o abandonar el trabajo en el otro extremo.
Entre las fórmulas universales que siempre defendemos en Bebés y más situamos el permiso por maternidad amplio, idealmente (pero no como límite) hasta los seis meses del bebé, que es el tiempo que la OMS recomienda que sean amamantados de manera exclusiva. Esos seis meses son fundamentales para un bebé frágil, que está conociendo un mundo extraño y en el que su mamá es la figura fundamental, un referente y una presencia insustituibles.
En cuanto a los padres, ellos también deberían tener un permiso obligatorio que se ha demostrado que ayuda a la conciliación. Los primeros días del recién nacido es básica su presencia en el núcleo familiar, y no basta con tres días como tenían hace poco o siguen teniendo en algunos lugares.
Pero para que la conciliación sea completa, en esos periodos de permiso no debería peligrar el trabajo de la madre o del padre en ningún sentido, ni en el económico, ni en el de funciones o perspectivas laborales. Lo cual, lo sabemos, no siempre es así ni siquiera en las condiciones de permisos que ahora tenemos.
Por otro lado, una vez agotados los permisos de maternidad (prolongables por excedencias que conservaran tu puesto de trabajo) tenemos el tema de los horarios laborales. Los horarios laborales deben racionalizarse y hacer más compatible la vida familiar con la laboral. Si se cambiara el horario laboral en España, ganaría la familia.
El problema, tanto en este punto como en los anteriores, es que España no confía en los beneficios de la conciliación laboral y familiar (y lo mismo se puede decir de otros muchos países). Por eso estas propuestas de conciliación tardarán en llegar, pero tenemos que seguir reivindicándolas.
La conciliación personal
Lo que para la eurodiputada ha sido una manera de conciliar puede no serlo para otras personas, por las características de su trabajo, o por las de su hijo. En principio, llevar a tu hijo a un escaño donde no tienes que hablar, tan solo votar parece una solución bastante buena. Yo lo haría, en lugar de dejar a mi hija en una guardería. Y me gustaría que lo hicieran más hombres.
Otra cosa es que su ejemplo no se pueda generalizar, y si hasta los cuatro meses estás de baja maternal, a muchos nos puede parecer que acudir a tu trabajo (con tu hijo o sin él) es echar por tierra los derechos reivindicados para la conciliación.
Pero me gustaría hacer notar que el caso de madres que van al Parlamento con su bebé es precisamente para lo contrario, para reivindicar su con presencia la conciliación, una conciliación mejor para todos.
Un caso diferente es el caso de la actual vicepresidenta de España Soraya Sáez de Santamaría, que se incorporó al trabajo a los 11 días de haber dado a luz (sin su bebé). Y podemos respetar su decisión, pero a eso nunca lo llamaría conciliar.
Hay mujeres que concilian trabajando remuneradamente desde casa, hay otras que lo hacen recurriendo a la familia, a los abuelos, a las guarderías, reduciendo jornadas laborales... Para algunas es imposible pensar en una excedencia, a algunas les llegará la oportunidad laboral después de estar en paro y no podrán renunciar a ella, habrá familias en las que el padre se haga cargo de los niños... En fin, hay tantos casos como familias.
En definitiva, y volviendo a la pregunta que nos planteábamos desde el título sobre si es o no es conciliar llevarse un hijo al trabajo, la respuesta es que sí lo es (o lo sería) para muchas madres y padres 8siempre que hablemos de al menos seis meses después del parto), pero no es la solución para muchos otros. Probablemente, una solución intermedia más aceptable sería la de las guarderías en el trabajo, un tema bastante interesante aunque tampoco podamos generalizar.
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