Cuando uno se encuentra rodeado de criaturas en todo momento, llega el día en que nos olvidamos que en algún momento de nuestras vidas éramos sólo dos, incluso es posible que haciendo un esfuerzo podamos recordar que un día fuimos sólo uno.
En esa época más o menos feliz de nuestra vida pre-hijos nos dio tiempo, sobre todo en esa fase en la que el reloj biológico comienza a hacer tic-tac, en que al fijarnos en la forma de actuar de otros padres nos hemos dicho para nuestros adentros o comentado con nuestra pareja eso de "yo nunca haré eso". Esta es una breve recopilación de algunas de esas cosas que dijimos que nunca haríamos cuando tuviéramos hijos.
Nuestros hijos no se van a comportar así en público
Cuántas veces habremos estado en algún restaurante, terraza o piscina en la que hay varios adultos con uno o más niños que no paran de correr de un sitio para otro, que saltan por todos lados sin el mayor control. Cuántas veces habremos pensado eso de, "mis hijos no se van a comportar así" y cuántas veces hemos ido nosotros a algún restaurante en que la comida se ha demorado más de la cuenta y nuestros hijos se han empezado a comportar como lo que son realmente, niños.
No pienso darles comida basura
Está muy bien eso, de hecho, la llegada del primer hijo suele ser uno de los motivos por los cuales nos empezamos a preocupar por nuestra alimentación y la de ellos. El problema llega cuando se hacen un poco mayores y tenemos que alternar tardes de parque, baños, juegos, peleas, ordenar por decimoquinta vez el salón y cuando te das cuenta dan las nueve en el reloj, llevas tres días sin tiempo para ir a la compra y todo lo que tienes en la nevera que pueda ser digerido por un estómago humano viene en cajas de cartón, y eso con suerte.
Nunca dejaré que mi casa esté así de desordenada
Te contaré un secreto, los niños y el desorden son seres simbióticos. Los niños necesitan eso que nosotros llamamos desorden y ellos despliegue del catálogo de juguetes en zona peatonal y el desorden necesita de los niños porque es con ellos cuando llega a su máximo desarrollo (aunque hay científicos que ponen en duda esta afirmación en preferencia a la adolescencia). Hazte a la idea, si tu casa permanece ordenada más de 24 horas seguidas es porque tus hijos se han quedado a dormir en casa de los abuelos. Míralo por el lado bueno, si un día entramos en guerra estás más que entrenado para caminar sobre campos minados.
No pienso llegar a última hora a los sitios
La puntualidad, esa cualidad que tan poco abunda en los seres humanos. Recuerdo que yo era de los que llegaba diez minutos antes a los sitios. Ahora si llego en punto es porque alguien mintió en la hora.
Y es que tu empiezas a prepararte y aparece el mayor diciendo que tiene hambre y quiere un bocadillo, es el segundo que se come y la sexta vez que le preguntas si quiere algo más de comer, pero es justo cuando abres el grifo de la ducha cuando le entra el hambre. Preparas un bocadillo y como ya eres un poco perro viejo, le preparas otro al pequeño por eso del culo veo, culo quiero. Te metes en la ducha y no te ha dado tiempo a coger el bote de gel cuando aparecen dos cabecillas entre la mampara. "Es que nos queremos duchar contigo" Y la ducha de 5 minutos pasa a 25. Comenzáis a vestiros y eso parece el backstage de un desfile de modelos, todo el mundo corriendo de un lado a otro en bolas o en paños menores, probándose ahora una camisa, luego un pantalón, papá este no me entra, ahora me pongo el jersey del revés, mamá pepito me ha cogido mis calcetines y se los está comiendo -¡Devuélvele los calcetines a tu hermano! -!No, míos¡ -Uf, no llegamos. Coge otros del cajón. -¡Yo quiero esos! -Pues esos están empapados. -Pues yo no quiero otros Media hora más tarde, tres berrinches y un par de calcetines mojados, vais 10 minutos tarde y os acabáis de montar en el coche. -Papá, me hago piiiis.
Tendremos suerte si llegamos al postre.
Nada de tele
Otro buen propósito y sé de gente que lo ha conseguido y todos siguen vivos y cuerdos. Pero es que la tele es muy peligrosa. Un buen día enciendes la tele y como por arte de magia se hace el silencio, tu hijo está absorto mirando la pantalla. Entonces decides darte una ducha, por primera vez en meses, de más de cuatro minutos, lujazo. Luego vas cogiendo confianza y la usas para poder limpiar la casa, preparar la comida, mantener una conversación coherente con algún adulto y cuando te das cuenta les tienes delante de la tele toda la tarde. Menudo peligro.
Con los hijos no se negocia
Les puedo decir que nuestras cenas no tienen nada que envidiar a las transacciones comerciales del Gran Bazar. Cómete el pollo o no hay postre. Tres trozos no, por lo menos la mitad. Vale, seis trozos y dos cucharadas de guisantes. He dicho que dos. Y así van pasando los días.
Si tengo que hacer eso me muero de vergüenza
Este sigue siendo el punto que más me está costando. Soy muy vergonzoso y sólo pensar en ponerme a cantar soy una taza, una tetera en medio del parque hace que me caigan ríos de sudor frío por la espalda. Aún así, hay cosas que aún muerto de vergüenza, he llegado a hacer por mis hijos y las que me quedan por hacer.
Anda que no tendrá otro sitio donde ponerse a hacer pis
Nunca me ha importado donde y cuando hace pis un niño, pero si lo he oído comentar a gente. Y es que cuando tu hijo está en esos días en que le acabas de quitar el pañal, incluso unos cuantos meses después, si tu hijo dice "papá me hago pis" sabes que tienes segundos para encontrar dónde y que un niño en esas edades no entiende eso de ¿no puedes aguantarte hasta encontrar una zona habilitada para tal menester?
El niño en su habitación desde el primer día
Otra afirmación muy típica en algunos sectores o bajo ciertos métodos de crianza. Y hay que decir que dormir con tu hijo en la misma habitación puede tener muchos inconvenientes y el descanso se hace difícil hasta que te acostumbras. Porque a todo se acostumbra uno, de eso no hay duda. Lo que suele suceder es que al principio el bebé necesita atenciones cada cuatro horas como máximo y claro, eso de ir hasta la habitación del bebé, sacarle de la cuna, sacar la teta o calentar el biberón, mantenerse despierto y volverlo a dejar todo en su sitio para volver a repetirlo tres horas más tarde, termina por ser de lo más tedioso, así que muchas veces la cuna pasa a compartir espacio con el lecho conyugal.
Nunca diré "porque lo digo yo"
Estamos de acuerdo, no es ninguna victoria, pero hay veces que no hay más remedio que zanjar una discusión que amenaza con alargarse durante el resto de la tarde entre no, no puedes ver la tele y el si, si que puedo. No siempre estamos al 100%, no todos los días tenemos la paciencia y la mano izquierda que nuestros hijos necesitan. Podríamos tomarlo como un mal menor, una válvula de escape que mantiene la presión justa evitando el estallido y que todo termine en algo mucho peor, y que sólo un padre sabe lo cabezones que pueden llegar a ser los niños.
Foto | Tammra McCauley en Flickr En Bebés y Más | Por qué no hay que volver a la educación autoritaria que nos dieron nuestros padres, Cosas que me gustaría haber sabido cuando tuve mi primer bebé