Nueve consejos para evitar los celos del hermano al llegar el recién nacido a casa
Es uno de los mayores miedos de las parejas cuando llega el segundo embarazo: ¿Qué pasará con el mayor? ¿Cómo recibirá al nuevo bebé? ¿Tendrá celos? ¿Nos lo echará en cara?
Son miedos normales, como el miedo de no tener tiempo suficiente para el mayor y el de no ser capaz de amar al segundo como al primero. Pero ya está hecho: el embarazo sigue su curso y si todo va bien nacerá un segundo bebé que llegará a casa para vivir con vosotros, así que quizás os puedan servir estos nueve consejos para evitar los celos del hermano al llegar el recién nacido a casa.
El consejo cero: criarlo para que sea feliz
La realidad es que el primer consejo no es uno que se lleve a cabo desde el momento en que se sabe que mamá está embarazada del segundo bebé, sino uno que se inicia ya el día en que nace el mayor: criarlo para que sea feliz, o lo que es lo mismo, dejarle libertad para que pueda ser él mismo y transmitirle unos valores para que pueda convivir en la sociedad en que vivimos.
Hace un tiempo escribí sobre esto mismo, así que no me extiendo mucho. Digamos que todo radica en pasar tiempo con él y que ese tiempo sea de madre y padre, o sea, que estemos ahí para ellos: que seamos su ejemplo, su guía, que nos comuniquemos, que le preguntemos cómo ha pasado el día, que le contemos cómo ha sido el nuestro, que sepa que nosotros también tenemos algunos problemas e inquietudes, que nos cuente las suyas, que disfrutemos juntos de las cosas buenas de la vida y que nos pueda hablar de las cosas malas de su vida, mientras le escuchamos.
Cuando pasa todo esto, cuando jugamos, reímos y lloramos juntos, muchos niños se sienten queridos e importantes dentro de la familia (no por encima de la familia, sino uno más), y al llegar un hermanito no tiene problemas en recibirlo también como a uno más.
Pero a veces pasa, a pesar de todo
Pero eso es lo que dice la teoría, y aunque muchas veces es así, no siempre sucede de ese modo porque no todos los hermanos mayores tienen la misma edad o están en el mismo momento vital.
Algunos acaban de entrar en el colegio o la escuela infantil y ya están pasando por algunos cambios complicados; algunos se han separado por primera vez de mamá durante algunos días, por el parto, y se sienten extraños, en una dinámica que desconocen; y algunos no llegan a los dos años de vida, o no tienen mucho más de esa edad y no llegan a racionalizar lo que significa la llegada de un nuevo bebé, por poner algunos ejemplos. Por eso estos consejos pueden ser útiles para dar una orientación a los futuros padres de un segundo bebé:
1. Que vaya a visitar al nuevo bebé
Que vaya al hospital, si el bebé ha nacido ahí, a conocer al nuevo bebé y a ver a mamá. Allí puede estar de nuevo con ella (si es con quien tiene más afinidad, que es lo habitual), y ella puede estar un poco por él, incluso aunque tenga al bebé en brazos o a la teta; preguntándole cosas, hablando con él, explicándole cómo ha nacido el bebé, contándole cuánto jugarán juntos cuando el bebé crezca y ya sepa jugar, etc.
2. Que mamá le lleve un regalo al mayor cuando vuelva a casa
En realidad el mayor regalo para el mayor es que mamá vuelva a casa y que todo vuelva un poco a su cauce, pese a que en realidad todo será bastante diferente. Por eso puede ser buena idea que mamá le traiga algún regalo especial para celebrar su vuelta a casa, que puede ser algún juego o cuento que puedan en algún momento disfrutar juntos.
También puede ir bien que, si quiere, él mismo haga algún regalo a mamá y al bebé para celebrar su llegada.
3. Buscar un momento para estar con él
Aunque resulte complicado hallarlo, tratar de encontrar un momento cada día para estar solo con él. Tanto mamá como papá deberían encontrar tiempo para disfrutar de sus dos hijos de manera exclusiva, aunque aquí manda sobre todo el bebé. Si está llorando porque quiere estar con mamá, lo demás pasa a ser secundario.
Entonces, lo que puede hacerse, es disfrutar también del mayor en presencia del pequeño (para el niño mayor es bastante revelador darse cuenta de que, incluso cuando mamá está con el hermano pequeño, puede seguir jugando, contando historias y leyendo cuentos con él).
4. Que también se hable de él
La gente vendrá a conocer al pequeño, y le harán fotos y se harán fotos con él. Esto no debería aislar al mayor, que debería ser incluido también en todas estas situaciones: que la gente hable también con el mayor, que se fotografíen también con él y con el bebé, etc.
5. Que también se le regale algo a él
Si las visitas traen algún regalo para el pequeño, un detalle para celebrar su nacimiento, estaría bien que le trajeran algún detalle también al mayor. Por si acaso, los padres pueden tener preparadas algunas cosillas (si viene alguien sin regalo para el mayor) por si toca hacer algún "rescate".
Tampoco hace falta que haya regalo en todas las visitas si el niño lo lleva bien, pero puede ser un recurso útil si ve que a todos les parece estupendo darle cosas al nuevo bebé y con él no se tiene la misma deferencia.
6. Que otros adultos pasen tiempo con él
Siempre suelo explicar que hacia los 2 o 3 años mis hijos empezaron a pasar más tiempo conmigo. Si hasta entonces mamá era prácticamente la única a la que acudían cuando tenían algún problema, a partir de esa edad empezaron a tener mucho vínculo conmigo: juegos, risas, magia, confianza, travesuras... todas esas cosas que surgen de la relación entre un padre y un hijo (también de la madre, claro, pero como hasta entonces no nos hacen mucho caso, pues llega después), y esto ayudó mucho en la llegada de cada siguiente hermano.
Que el padre haga un vínculo sólido con el mayor puede ser una gran ayuda para cuando llegue el bebé. También que lo haga otro familiar, como algún abuelo o abuela, que pueda llevarse al niño al parque, al cine, a merendar, a jugar, y que en esos días complicados en que mamá apenas puede estar por él, vea que no es que nadie quiera, sino que no se puede. Y que como mamá lo tiene complicado, buscará algún hueco en otro momento, pero mientras tanto puede pasarlo bien también con otras personas.
7. Hablarle con franqueza si está preocupado
Puede haber momentos en los que de verdad se sienta desubicado y preocupado, y que llore, se queje o incluso tenga alguna rabieta. Será normal, y será un buen momento, cuando se calme un poco, para hablar de todo lo que le está pasando.
Explicarle que le entendemos perfectamente, que sabemos cómo se siente, y que no hemos dejado de quererle ni mucho menos. Que buscaremos momentos para seguir pasándolo tan bien como siempre, que a muchos niños les pasa como a él (que hay días en que se notan raros, como fuera de lugar) y que lo mejor de todo es que cuando el bebé crezca, podrán jugar un montón, pero que ahora hay que cuidarle mucho porque es muy pequeño.
8. Enseñarle fotos de cuando era pequeño
Para explicarle las necesidades del bebé puede ir muy bien explicarle algún cuento relacionado con los cuidados que requieren los bebés, e incluso cuentos sobre celos, y hacer uso de las fotos que tenemos con el mayor, de cuando era bebé.
Que se vea a sí mismo chiquitín, mamando, siendo cogido en brazos, en el suelo, incapaz de hacer nada, y que entienda así por qué su hermanito necesita tanto tiempo de mamá y papá. Así comprenderá también que no es una cuestión de sustituirle por el otro, sino de que todos los niños tienen una época en que son pequeños y sus padres tienen que ayudarles porque no saben hacer casi nada.
9. ¿Y si llama mucho la atención?
Puede pasar que, a pesar de todo, notemos que nos llama mucho la atención. Y esto lo puede hacer por las buenas, o lo puede hacer por las malas. Cuando digo por las malas me refiero a que se enfade, tire cosas, nos grite, diga no cuando es sí, o sí cuando es no, todo le parezca mal y se niegue a hacernos caso.
En realidad no es maldad; en realidad no lo hace para hacernos daño. Es solo su manera de decirnos que no está nada de acuerdo con lo que está viviendo y que debemos demostrarle otra vez que le queremos. Es una prueba de amor en toda regla.
El problema es que sus exigencias para que le demostremos nuestro amor pueden ser exageradas (o desequilibrantes). Tan exageradas que de intentar cumplirlas podemos dejar al bebé sin atender, o podemos incluso llegar a hacer cosas que nos hacen sentir incómodos y completamente manejados. Como si de repente fuera él quien dice qué hay que hacer en casa y cuándo.
Entonces hay que trabajar nuestras demostraciones de amor poco a poco, porque en una relación de cariño no puede ser que una de las partes tenga que demostrarlo sintiéndose mal, o sintiéndose obligada a hacerlo: no puede ser que la madre o el padre se sientan mal por tal de complacer al hijo, como si se sintieran culpables por haber traído al mundo a un segundo hijo y aceptaran el castigo del mayor.
Debemos coger las riendas de la situación y decirle que queremos estar con él, que le queremos, y que pasaremos tiempo con él, pero no cuando no pueda ser. No podemos dejar llorando al bebé para cumplir su exigencia de juego, pero sí podemos atender al bebé en ese momento y jugar con él cuando el bebé esté tranquilo.
Poco a poco tiene que ver que sí le queremos, que sí tenemos tiempo para él, pero que somos nosotros los que decimos cuándo es buen momento para ello. Es un equilibrio entre las necesidades de todos los miembros de la familia, es una enseñanza en el convivir, es mostrarle que entendemos sus necesidades, pero que no siempre pueden satisfacerse cuando quiere, si eso conlleva el sufrimiento de otras personas.
"No es que me parezca poco importante jugar contigo, es que ahora tengo que hacer otras cosas y ni siquiera podré jugar a gusto contigo... yo quiero que estemos juntos y lo pasemos bien los dos, así que buscaremos un momento después para hacerlo". Y esto lo puede hacer papá también: "Como mamá está con el bebé, ¿juegas conmigo? Yo quiero jugar contigo, ¿qué podríamos hacer?".
A todo esto sumarle los ingredientes estrella: paciencia y sentido común.