Vivimos en una sociedad hiperconectada, en donde es posible acceder a todo tipo de información con tan solo pulsar un botón. Pero no es ningún secreto que la sobreexposición informativa nos acaba desconectando de nuestra propia esencia y nuestra confianza, y cuando se trata de educar a los hijos esto puede hacernos más mal que bien.
"Los padres estamos más perdidos que nunca", reflexiona María Soto, fundadora de Educa Bonito, educadora en Disciplina Positiva y autora del libro 'Confianza cien, expectativas cero', una revisión de conceptos que pretende ayudar al lector a recuperar su lugar respecto a la infancia.
Confianza cien, expectativa cero: Cómo despertar para el crecimiento mutuo, desde la infancia hasta la adolescencia
Pero María insiste en que es posible "reencontrarnos" con nuestra propia esencia y recuperar la conexión con nuestros hijos, aunque para ello es fundamental aprender a confiar en nosotros mismos y en ellos.
La sobreinformación genera falsas expectativas y nos desconecta de nuestra esencia
¿No sabes cambiar la rueda del coche, arreglar la pieza de una lavadora o configurar un programa de ordenador? ¡No hay ningún problema!, pues Internet es posible encontrar cualquier tipo de información de forma rápida y cómoda.
Para unos, este acceso sin límites es todo un privilegio, aunque cuando hablamos de educación y crianza de los hijos es fácil llegar a sentirse confundido y desorientado entre tantos consejos.
Y es que cualquiera en redes sociales parece tener la clave para educar a tus hijos, y mediante bailes y reels ofrecen pautas para aplicar metodologías positivas, que tan de moda se han puesto en los últimos años.
Para muchos expertos en educación y crianza como María Soto, estas "modas" no hacen del todo bien, pues aunque en el fondo se busque compartir con las familias unos principios basados en el respeto mutuo a los hijos, no es tan simple y "mágico" como pueda parecer.
A menudo escucho como otras influencers dicen difundir con bailes y tips porque afirman que es lo que a la gente le gusta. Pero hablar de educación conlleva mucha responsabilidad. Hay personas que van a confiar en eso que lanzas, y por lo general, tendemos a quedarnos solo con los titulares o los tips.
El exceso de información, pero sobre todo la incoherencia, está haciendo mucho daño a la hora de educar y criar a los niños - considera María Soto.
En este sentido, su nuevo libro hace una revisión de cómo se están aplicando todas esas metodologías positivas, y analiza si en cierto modo están creando en los padres unas expectativas inalcanzables que añadan aún más presión a su vida.
Hemos interiorizado creencias limitantes basadas en expectativas irreales que pensamos que debemos cumplir para ser buenas madres o padres. Pero como la mayoría de esas expectativas son inalcanzables, se crea una disonancia en nuestro cerebro que nos bloquea.
Según María, esto no solo sucede por la sobreexposición informativa que nos rodea, sino por haber perdido nuestra propia confianza a la hora de educar, así como la capacidad para aprender y resolver problemas.
¿Cómo recuperar la confianza para educar a nuestros hijos?
1) Conecta contigo mismo y con tus hijos
Para intentar averiguar el por qué de esta desconexión con nuestra propia esencia, María nos invita a reflexionar acerca de la educación que recibimos siendo niños y de cómo esa educación ha influido a la hora de educar a nuestros propios hijos.
El conductismo, la pedagogía en la que crecimos, se encargó de hacernos creer que por el hecho de equivocarnos dejamos de ser aptos o suficientes. Pero en realidad, la base del aprendizaje humano es precisamente el ”ensayo-error”.
Según la experta, este tipo de educación nos desconectó de nosotros mismos y, por tanto, de la capacidad de conectar con los demás, cayendo en un absoluto egocentrismo. A la hora de educar a nuestros propios hijos, esta desconexión nos lleva a "bailar" entre dos aguas:
A veces somos permisivos porque nos conviene, y a veces somos autoritarios por la misma razón. Somos incapaces de conectar con los demás y conformamos una sociedad de individuos aislados que avanzan sin rumbo, unas veces permitiendo -para evitar los enfados- y otras sometiendo -cuando nos invaden las prisas, por ejemplo-.
2) Practica una crianza consciente
El hecho de que los padres no tengamos un rumbo claro a la hora de educar a los hijos, y que no sepamos escucharnos a nosotros mismos ni conectar con los demás nos genera una gran inseguridad.
Pero María asegura que es posible salir de esta espiral volviendo a nuestros orígenes:
Para empezar, es necesario frenar la velocidad, recordar que somos parte de un todo que nos trasciende y no quedarnos en lo material, que es lo que nos separa de nuestra esencia. Hoy en día hay demasiadas interferencias que nos hacen perder el equilibrio interior.
3) Límites claros, coherentes y consensuados
Precisamente, la Disciplina Positiva habla de la necesidad de conexión del ser humano y cómo el respeto y la horizontalidad en las relaciones con los hijos ayudan a establecer un clima de convivencia armonioso.
Pero María se lamenta de que esta filosofía educativa, que tan de moda se ha puesto en los últimos años, se está tergiversando y perdiendo su esencia:
La gente cree que la Disciplina Positiva es una herramienta para que los niños obedezcan sin gritar, para que no se peleen o para que nos hagan caso si rechistar. Pero eso es conductismo encubierto.
La Disciplina Positiva es mucho más. Es la mano de la pedagogía Adleriana, una corriente que defiende el establecimiento de límites desde el respeto a los procesos humanos.
Debemos ser capaces de aplicar límites desde el respeto, la conexión y la empatía. La pedagogía Adleriana nos da las claves para que los límites pertenezcan a toda la sociedad, y nos enseña que solo son respetados cuando las personas que han de acogerse a ellos han participado en su elaboración.
En este sentido, María nos invita a hacer una última reflexión: ¿realmente los límites que ponemos a nuestros hijos son coherentes y respetan a todas las partes? O por el contrario, ¿son límites impuestos para simplificar la vida a los adultos?
4) Cambia la forma en la que miras a tus hijos
Con demasiada frecuencia miramos a nuestros hijos como seres incompletos que necesitan aprender todo de nosotros. "Nuestra mirada es su punto de partida", nos recuerda María.
"Si les miramos con curiosidad, en lugar de con miedos o juicios, podrán desarrollar todas sus competencias. La superioridad o verticalidad es el mayor error que cometemos los padres. Todo lo que hagamos desde ahí nos desconecta de ellos y dejaremos de ser vistos como sus personas de referencia"