Para los indígenas, el nombre de una persona es la expresión máxima de su espíritu, lo denominan “sonido del alma”, el primer canto que acompaña al individuo toda la vida. Por eso los nombres que usan para sus descendientes referencian al agua, al viento, a la esperanza, a la luna, a la energía, a la vida, etc.
En España, para inscribir a un recién nacido, según el artículo 54 de la Ley de 8 de junio de 1957 del Registro Civil, se establece que no se puede poner más de un nombre para el bebé (compuesto ni más de dos simples), diminutivos o variantes familiares y coloquiales que no hayan alcanzado sustantividad, nombres malsonantes que puedan expresar un concepto contrario a la dignidad de la persona, ni nombres que induzcan a error en cuanto al sexo.
Pero leemos una noticia en el diario digital argentino Clarín, que cada vez son más los padres que desean poner a sus hijos un nombre indígena, y lograr que el Registro Civil acepte los nuevos nombres no es fácil, a pesar de que el Programa de Fundamentación sobre Nombres Indígenas, dependiente del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) cuenta ya con una lista de 2.300 nombres con sus significados.
El pasado año la solicitud de dichos nombres ascendió un 20%, muchos papás los escogen porque les gusta su significado, otros porque visitaron los pueblos indígenas y se sensibilizaron, o porque tienen afinidad a su cultura. El INAI ha elaborado una lista de los diez nombres más solicitados:
Tayel (de varón y de nena): "canto sagrado", en mapuche.
Suyay (de nena): quiere decir "esperanza", en quechua.
Eluney (de nena): de origen mapuche es "regalo del cielo".
Duham (de nena): significa "memoria" en mapuche.
Sami (de nena): origen quechua "afortunada, venturosa".
Newén (de varón): "energía, fuerza", en mapuche.
Kalén (de varón): "ser otro, diferente" en shelk' nam.
Uma (de nena): significa "agua" en lengua aymara.
Ñawi (de nena): "la que precede", en quechua.
Wayra (de varón): de origen aymara, quiere decir "viento, aire".
Pero en Argentina, rige una ley en la que además cada provincia tiene su criterio, por lo que para poner un nombre indígena a su bebé deben solicitar a la Academia Argentina de Letras un certificado que demuestre que existe el nombre en lengua castellana y que no induce a error respecto a la sexualidad de éste. Pero sucede que la mencionada Academia en ocasiones, cuando no tiene datos, recurre papás y cuando llegan al registro civil es derogado.
Esta incidencia hace que muchos niños tarden en ser inscritos y no sean cobrados los subsidios por nacimiento, lo que lleva a muchos papás a cambiar el nombre que deseaban para su hij@.
El nombre propio de una persona es, como denominan los indígenas, el primer canto que acompaña al individuo toda la vida, no siempre es un capricho, en ocasiones es una identidad cultural, pero aun siendo un capricho, nuestro hijo es nuestra creación, ¿no podemos elegir el nombre que deseemos siempre que no perjudique su dignidad?
¿Qué opinas tú? ¿Has tenido problemas para inscribir a tu hijo?
Vía | Clarín Más información | Ser indígena