No hay lugar a dudas de que la obesidad es una epidemia, incluso entre los más pequeños. Y una forma de combatirla es reduciendo el consumo de azúcar entre nuestros hijos.
Y es entonces surge la pregunta: ¿podemos sustituirlo por edulcorantes artificiales que no engordan?
Antes de lanzarnos a la piscina, interesa saber si son seguros y recomendables para los niños. Esto es lo que dicen los estudios científicos y los expertos en nutrición infantil sobre el tema.
Primer error: no adelgazan
La RAE define ‘edulcorantes’ como: “Sustancias que endulzan los alimentos, bebidas, medicamentos, etc, como el azúcar, sacarina u otros productos sintéticos de bajas calorías”.
Y si quitamos el azúcar, enemigo a combatir, nos quedamos con los productos sintéticos.
Es cierto que tienen menos calorías, pero aún así no siempre nos ayudan a perder kilos ni reducen el riesgo de diabetes.
Según algunos estudios parece que se debe a que el cuerpo reacciona ante estos edulcorantes artificiales de manera diferente a cómo lo hace con el azúcar, por lo que puede tener efectos negativos en los niños.
Un amplio artículo sobre el tema, publicado en la revista Time, sugería:
“Si las calorías no llegan después de la activación del sabor dulce por medio de edulcorantes artificiales y, sin embargo, llegan cuando el niño continúa comiendo algo con azúcar, es posible que el organismo se confunda y ya no pueda leer con precisión cuándo el sabor dulce indica la entrada de calorías y cuándo no”.
Sea o no está la explicación , parece claro que no cumple con el fin último de dar a nuestros hijos este tipo de edulcorantes (presentes en miles de productos considerados light y en alimentos preparados): evitar el sobrepeso.
Y aún así, ¿es conveniente su uso?
No son tóxicos, pero tampoco inocuos
Hay muchos tipos de edulcorantes y no hay ninguno mejor que otro, ya que todos los que se encuentran en el mercado son seguros y siguen controles de seguridad muy rigurosos por parte de las agencias de seguridad alimentaria: EFSA en Europa y FDA en EE.UU. Es decir, no son tóxicos ni para los niños ni para los adultos.
Además, no hay ninguna conclusión científica que establezca que el consumo ocasional de edulcorantes pueda afectar a la salud de los niños, aunque tampoco alguno que asegure su inocuidad si se toman de manera habitual.
De hecho, hay medicamentos infantiles que los contienen, tal y como se explica en el artículo de la Asociación Española de Pediatría “Uso de azúcares y edulcorantes en la alimentación del niño”.
Sin embargo, también se incluye en el texto referencias que hacen al menos reflexionar, sobre la poca conveniencia de los edulcorantes en la infancia de manera continuada:
Algunos estudios han relacionado el incremento del Índice de Masa Muscular (IMC) con el consumo de edulcorantes acalóricos, aunque estos datos no deben interpretarse como causa, "sino como muestra de la mayor probabilidad de consumo en la población con obesidad y sedentarismo".
La sustitución del azúcar por edulcorantes no necesariamente va asociada a una menor ingesta calórica global, y podría inducir conductas alimentarias desequilibradas con elevado consumo de productos edulcorados y bajos en calorías, y otros con exceso de estas. Además, el sabor dulce puede crear adicción, al estimular ciertas áreas del cerebro.
Algunos autores postulan que el consumo temprano de productos azucarados en lactantes y en niños de corta edad podría influir en la preferencia por sabores dulces, un mal hábito alimentario que continuaría durante la infancia y la adolescencia.
El uso de edulcorantes los primeros años también podría influir en la autorregulación de la ingesta por el organismo, rompiendo el equilibrio metabólico entre deporte, energía e hidratos de carbono. ¿La causa? El sabor dulce en la boca envía al cerebro la señal de que llegan azúcares al aparato digestivo, lo que provoca que se ponga en marcha los mecanismos necesarios para asimilar ese azúcar, que no va a llegar. Por lo tanto, el cuerpo se pierde y no sabe cómo actuar.
Incluso se ha planteado que la ingesta conjunta de edulcorantes y azúcares de la dieta podría inducir una respuesta neuronal que condicione una absorción de los azúcares más rápida, no ayudando en la diabetes. De momento los pacientes diabéticos pueden utilizar edulcorantes acalóricos dentro de una dieta equilibrada y controlada, y estudios en adultos indican que no afectan a los niveles de glucosa, aunque aún no ha sido suficientemente investigado en niños.
Consumo moderado en los niños
La Comisión de nutrición de la AEP aconseja limitar el consumo de azúcares o alimentos azucarados a menos de tres veces al día, no superando el 6% de la energía total consumida, y el de bebidas azucaradas o endulzadas, a consumo ocasional.
En cuanto a los edulcorantes, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), para asegurar un uso adecuado sin posibilidad de efectos adversos, propone unas recomendaciones de ingesta diaria admisible en los niños:
Los edulcorantes están prohibidos por normativa europea en fórmulas lácteas, cereales o tarritos, por lo que el Comité de Nutrición de la AEP no recomienda su uso en niños de uno a tres años.
En niños mayores, hay que limitar los refrescos, zumos de frutas, o lácteos que estén azucarados o edulcorados. De hecho, reducir la energía en algunos alimentos a través de los edulcorantes en los niños parece tener beneficios discretos e incluso puede dar lugar a un mayor consumo de otros alimentos más calóricos.
En el niño preescolar y escolar, se deben mantener las recomendaciones ya descritas, teniendo en cuenta algunos factores añadidos, como la práctica de actividad física, que puede provocar que el niño necesite recuperar la energía perdida rápidamente mediante la ingesta de azúcar.
En cuanto a la opinión de la Academia Americana de Pediatría (American Academy of Pediatrics), explica que no tiene una recomendación oficial sobre el uso de los edulcorantes no calóricos en niños y adolescentes, debido a que los estudios son muy limitados. Eso significa que, aunque no sean tóxicos, no deben ser parte importante de la dieta de nuestros hijos.
Conclusión: a la vista de los estudios y recomendaciones expertas, parece claro que los edulcorantes sintéticos no causan problemas de salud a los niños, siempre que sean mayores de tres años.
Pero como no hay estudios concluyentes, mejor consumirlos de forma esporádica y no de forma habitual como sustitutivo del azúcar. La dieta de nuestros hijos debe ser sana e incluir calorías nutritivas, necesarias para el buen desarrollo de los menores.
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