Es difícil que los niños pequeños, con el consumo de energía constante que tienen a lo largo del día, se las arreglen con cuatro comidas al día.
El picoteo fuera de hora de los pequeños no es una transgresión a comer a horario, sino una necesidad.
En comparación con los adultos, necesitan muchas calorías en relación con su tamaño y sus pequeños estómagos. No son capaces de contener demasiada reserva de comida como para tener energía para sobrellevar demasiadas horas de actividad.
A nadie le gusta pasar hambre. Nos ponemos de malhumor e irritables. Los niños también, e incluso más. Además, si a un niño se le hace esperar la comida durante demasiado tiempo su nivel de azúcar puede disminuir dejándolo sin energía.
He notado que mis dos hijas piden comer a todas horas, especialmente estos días de verano que entre la piscina, los juegos al aire libre y los paseos en bicicleta desgastan muchas energías diarias. En lugar de prohibirles comer cuando tienen hambre porque “falta poco para la comida” les preparo bocados nutritivos fuera de hora.
En vez de pretender que ellas aguanten el hambre hasta la hora de comer e decidido prepararles más comidas entre horas y hacer platos más frugales para la hora de comer y de cenar. Recordemos además que en verano, el calor hace disminuir el apetito y apetecen comidas más frescas.
Es un error creer que el picoteo fuera de hora fomenta la obesidad infantil si los bocados son nutritivos y saludables. El problema es si además de hacer las cuatro comidas abundantes con platos repletos de calorías, a media mañana y a media tarde se le ofrece un tentempié con alto contenido en azúcares y grasas saturadas. Y encima no se estimula la práctica de ejercicio. Eso es promover malos hábitos.
Pero si se le ofrece una minicomida atractiva y nutritiva como una fruta, unos trozos de queso o un bocadillo estarán reponiendo energías de forma saludable.
Foto | MiikaS en Flickr
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