Hace ya 7 años que se hizo una revisión de estudios para saber qué alimentos había que ofrecer primero a los bebés, cuáles después y con qué alimentos había que esperar más tiempo, y los resultados sorprendieron bastante a todos, al concluir que no había evidencia que demostrara que ningún alimento era mejor que otro al principio y que, en realidad, a partir de los seis meses se podía dar prácticamente cualquier alimento.
A esta investigación se han sumado otras que han demostrado que eso que se hacía de esperar hasta los 12 meses o más para ofrecer los alimentos más alergénicos no solo no es mejor, sino que es peor. Por eso, aunque mucha gente sigue pensando que es una locura y que hasta el año no se puede, los niños pueden empezar a comer huevo a los 6 meses.
¿Por qué es peor dar los alimentos más tarde?
Porque cada vez más investigaciones están demostrando que cuando se empiezan a ofrecer los alimentos más alergénicos a partir de los seis meses el riesgo de que el niño sufra alergia a esos alimentos es menor. Así, el huevo es uno de esos alimentos potencialmente alergénicos que si se ofrece antes producirá menos alergias que si esperamos a los 12 meses o más.
La última guía de alimentación complementaria de la Generalitat de Catalunya, con la evidencia más reciente, lo deja claro, tal y como veis en este cuadro y podéis leer en su interior:
¿Y si el niño tiene riesgo de alergias?
Un niño que ya padece alguna alergia alimentaria, o cuyos padres son alérgicos a algún alimento (sea el que sea, que no hace falta que sea el huevo), se considera que tiene más riesgo de padecer una alergia alimentaria que el resto de niños. En tal caso, la recomendación es la misma, pero con matices: se recomienda dar el huevo a partir de los seis meses, pero repitiendo varios días.
Como explicamos hace cosa de un mes, cuando un niño tiene más riesgo de alergia es mejor que se ofrezca el alimento durante cinco días, sin ofrecer ningún otro alimento nuevo en ese tiempo, para tener claro que no se produce una reacción alérgica.
Además, se aconseja que el huevo esté muy bien hervido (que la yema esté dura) y que se separe la yema del huevo. Es evidente que parte de la clara puede quedar en la yema aun separándolas, pero siempre será más seguro ofrecer menos cantidad de la clara al principio, que se considera más alergénica que la yema.
Entonces lo que se haría es ofrecer la yema esos cinco días y, si no ha pasado nada, pasar a la clara, o probar con otro alimento entre medio (tampoco hace falta hacer "los diez días del huevo"). Esto se hace así porque de ser alérgico, el primer día es posible que se produzca reacción alérgica (sobre todo en bebés amamantados, que pueden haber recibido el alimento ya a través de la leche), pero a menudo sucede en las siguientes exposiciones al alimento.
De hecho, hay profesionales que recomiendan que, si las probabilidades de alergia son altas, el primer día no se le dé a comer, sino que se le restriegue el huevo por la zona perioral (por los labios y alrededor), porque a veces solo con eso se produce ya una reacción en la piel, y así no hace falta correr más riesgos.
Si el niño no tiene riesgo de alergia
En caso de que el niño no sea alérgico a ningún alimento y sus padres tampoco tengan alergias alimentarias, basta con hacer la prueba durante tres días y pasar al siguiente alimento, que si no es muy alergénico (el siguiente alimento), se puede dar durante uno o dos días antes de pasar al siguiente.
Foto | Quinn Dombrowski en Flickr
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