Dar las gracias es una de las primeras normas sociales que deben aprender los niños. Agradecer implica reconocer la bondad, la predisposición o la actuación de otra persona. También implica ser consciente de lo que tenemos y valorarlo. Se trata de una palabra sencilla, pero con un potente significado que nos acerca a los demás y nos permite vivir de forma más plena.
Tristemente, vivimos en una sociedad cada vez más individualista, en donde sentimientos como la gratitud o la preocupación por los demás quedan a menudo relegados a un segundo plano. Pero no podemos permitir que nuestros hijos crezcan y se desarrollen sin practicar la gratitud cada día.
Por qué es importante practicar la gratitud
Hay muchas cosas por las que dar gracias cada día; algunas nos resultan evidentes, pero hay otras que solemos dar por hecho y pasan habitualmente desapercibidas. Sucede por ejemplo con la salud, la posibilidad de estudiar, de tener un plato caliente sobre la mesa, una familia, un hogar...
También es frecuente pasar por alto lo que otros hacen por nosotros, sobre todo si forma parte de su trabajo (médicos que nos curan, dependientes que nos atienden, profesores que nos enseñan...).
Así, engullidos por la vorágine del día a día y sin apenas prestar atención a los detalles que nos rodean, nos olvidamos de practicar la gratitud y sobre todo, de enseñársela a nuestros hijos más allá del simple 'gracias' como forma de cortesía.
Pero educar a nuestros hijos en la gratitud les permite desarrollar la empatía, reconocer el esfuerzo de los demás, valorar lo que tienen y ser mas cuidadosos con sus pertenencias. Sin duda, todo ello va a repercutir en una actitud más positiva, equilibrada y feliz ante la vida.
Cómo enseñar a los niños a dar las gracias por lo que tienen
Podemos despertar en los niños el sentimiento de la gratitud invitándoles a encontrar cada día algo por lo que dar las gracias. Empezaremos por las cosas más sencillas presentes en su vida cotidiana, como la ropa con la que se visten, los juguetes con los que se divierten o la cama calentita sobre la que se acuestan cada noche.
Poco a poco les animaremos a fijarse en otro tipo de detalles que además incumban a terceras personas, como por ejemplo valorar poder pasear por una calle limpia, gracias al trabajo de los profesionales de la limpieza, o de poder disfrutar de un libro gracias a la dedicación de los profesores que enseñan a los niños a leer.
También es importante trabajar la empatía y ayudarle a ponerse siempre en el lugar del otro. De este modo les resultará más fácil valorar y agradecer gestos de cortesía, como que te sujeten la puerta, te cedan un asiento si lo necesitas o te dejen pasar.
Cuando se trata de enseñar a los más pequeños a practicar la gratitud, debemos buscar recursos que les ayuden a entender fácilmente la importancia de "valorar y agradecer", en su significado más amplio.
Una forma de hacerlo podría ser mediante reuniones familiares, en las que cada uno de los miembros de la familia den las gracias en voz alta por algo que les haya ocurrido durante la jornada y les apetezca destacar. También podemos escribir en un papelito aquello por lo que queremos dar las gracias ese día o crear nuestro propio ritual de agradecimiento.
Los cuentos y series infantiles con valores positivos también pueden servirnos de apoyo para hablar con nuestros hijos sobre la gratitud y el valor de las cosas. Pero sobre todo, hemos de ser conscientes de enseñar mediante el ejemplo, pues los padres somos el espejo en el que nuestros hijos se miran a diario para aprender.
Foto de portada | Vlada Karpovich (Pexels)