La necesidad de acudir a guardería o a Escuela Infantil para favorecer la socialización de los niños es una creencia bastante arraigada, pero... ¿qué hay de cierto en ella? Te contamos cómo se produce el desarrollo social de los niños desde el nacimiento hasta la edad preescolar y el papel de padres e iguales en él.
El desarrollo social de los niños
A muy grandes rasgos, y teniendo en cuenta que en lo que a desarrollo se refiere siempre hablamos de franjas de edad, estas son algunas de las características del desarrollo social de los niños:
De 0 a 3 meses
Desde el nacimiento hasta los 3 meses el pequeño muestra sus necesidades a través de movimientos y llanto. En el primer mes es posible que aparezcan sonrisas, pero no será hasta el segundo cuando sean verdaderas muestras de placer. Al principio puede que no aguanten mucho nuestra mirada, pero poco a poco irán sosteniéndola, iniciando con ello sus primeras interacciones sociales que darán paso a "protoconversaciones". En esta etapa en realidad ya muestran satisfacción al estar con adultos de referencia (la/s figura/s de apego) y “saben” que podemos tranquilizarles y proporcionarle lo que necesitan.
4 a 7 meses
Entre los 4 y los 7 meses se producirá un gran cambio: los peques empiezan a demandar nuestra atención muy voluntariamente, a pedirnos ayuda, nos sonríen, balbucean... Hacia el final de esta etapa, en el momento en que se mantienen sentados sin ayuda y tienen las manos libres pueden intentar llamar nuestra atención lanzando cosas, dando algún golpe... El mundo (que no son ellos) empieza a interesarles (puede que giren la cabeza si escuchan a otro niño, por ejemplo).
8 a 12 meses
El niño se muestra cada vez más “interactivo” con nosotros, juegan y nos demandan atención y presencia. Es posible que aparezca cierto malestar cuando las figuras de apego se marchan o no están a su vista (que en algunos casos llamaríamos ansiedad de separación). Se empieza a forjar su sentido de identidad, y por ejemplo, ya se reconocen en el espejo.
1-2 años
Estamos en una etapa que se suele denominar “egocéntrica” en el sentido de que para ellos el mundo gira a su alrededor. Desean mantener contacto con las figuras de apego y jugar con nosotros. El niño sabe que existen otras personas y les producen interés, pero ni se plantea qué sienten o piensan (“todos piensan igual que yo”). Es posible que muestren interés por otros peques, especialmente por los que son mayores que ellos, y que intenten imitarlos (la imitación es una de las principales vías de aprendizaje). El concepto “compartir” no tiene mucho sentido para ellos, de manera que aunque estén en presencia de otros niños eso de compartir... aún no lo manejan y por tanto lo llevan “un poco mal”.
En cifras. Un estudio realizado por las universidades de Rennes (Francia) y de Liverpool, señala que entre los 2 y 3 años el 24,4% de los niños pasaban más tiempo jugando en solitario, el 22,4% jugando en solitario junto a otros niños (juego en paralelo), el 17% estaban embarcados en juego asociativo o cooperativo y el 5,3% interactuaban de alguna manera (no juego) con otros compañeros.
3-4 años
Alrededor de los 3-4 años los niños pasan del juego en paralelo al juego cooperativo, es decir, a “jugar con” y no “al lado de”, comienzan a interaccionar más con otros niños estando ambos implicados en el mismo contexto de juego. Aparece la colaboración y puede que nos cuenten que “tienen un mejor amigo”. Empiezan a querer que sus amiguitos vengan a casa, desean mostrar su entorno y darse a conocer a través de sus cosas.
¿Es imprescindible la guardería para que socialicen correctamente?
La realidad es que no: en un ambiente familiar estándar, un niño obtiene en los primeros años toda la estimulación que necesita para desarrollarse a nivel social de un modo sano y deseable.
Sí es cierto que hay casos, en familias sociodeprimidas o con dificultades, en las que esa estimulación no es suficiente, y por lo tanto se recomienda que el niño reciba un extra, por ejemplo acudiendo a este tipo de centros. Pero insisto: la mayoría de las familias suponen un contexto más que suficiente para el desarrollo del peque en los primeros años.
La socialización, las herramientas que aprendemos y que ponemos en marcha para ello se adquieren por edades, es decir, es un patrón evolutivo, como puede ser el habla o el control de esfínteres, así que intentar forzar el desarrollo social de nuestro pequeño no tiene mucho sentido.
Un estudio realizado por NICHD Early Child Care Research Network concluye que en realidad la edad de entrada en contexto escolar (guardería o Escuela Infantil) no está relacionado con el funcionamiento socioemocional del niño.
Lo recomendable es adaptarse a las necesidades y avances del niño, entendiendo que estas adquisiciones se van produciendo con el tiempo, en franjas de edad (ojo, no hay una edad fija para cada cosa, sino que hablamos siempre de arcos temporales en lo que a desarrollo de los niños se refiere).
Pedirle a un peque de un año que entienda y sepa manejar el que le quiten un juguete es casi imposible, dado que a esa edad no tiene evolutivamente las herramientas necesarias para el manejo de la situación. Así que por mucho que esté con otros niños, su desarrollo no se va a acelerar.
Por su parte, la Asociación Española de Pediatría recomienda no llevar a los niños a guardería antes de los dos años, entre otras cosas porque su sistema inmunológico no está aún “fuerte” como para lidiar con semejante cantidad y variedad de virus que rondan por estos centros.
¿Significa esto que los niños no necesitan estar con otros niños?
En absoluto, los niños necesitan interactuar con otros niños, con sus iguales como los denominamos, para desarrollarse de un modo saludable. Pero como hemos visto no es hasta una determinada edad que los niños participan del juego y la presencia de otros niños.
Entre los 3 y los 5 años los peques están construyendo su identidad, van entendiendo que son individuos en sí mismos, y en este proceso los iguales (otros niños) son elementos clave. Los beneficios que reporta la interacción con amigos son muy relevantes:
- En este contexto han de tomar decisiones y hacer valer su opinión, lo que favorece la adquisición de herramientas de comunicación, aprender a resolver conflictos, etc.
- Con sus amigos el niño adopta nuevos roles: no es “hijo de”, el “hermano de”, sino “Yo”, lo que favorece su autoestima y fortalece su noción de individuo (proceso que, como decía antes, está en plena construcción y que llega hasta entrada la adolescencia).
- Además, con los iguales comparten ideas, gustos, actividades que no se dan con los adultos de su familia, lo cual supone un enorme refuerzo y fuente de satisfacción para ellos.
De hecho el desarrollo de las habilidades sociales está íntimamente relacionado con el desarrollo emocional, de ahí que desde hace algún tiempo hablamos de desarrollo socio-emocional.
La interacción con los iguales es importante para el desarrollo socio-emocional de los niños, pero como hemos visto no es hasta los 3 o 4 años cuando empiezan verdaderamente a interactuar entre ellos de un modo consciente y voluntario. Hasta esa edad los padres somos los principales agentes de socialización, lo cual no quita que sea estupendo que el niño esté en presencia de otros niños, en el parque, en la calle, en espacios lúdicos... hay niños en muchos sitios, no sólo en las guarderías, y toda estimulación es bien recibida.
Son muchos los padres que en la actualidad llevan a sus hijos a guarderías, bien porque no tienen otra alternativa o porque consideran que es lo mejor. Si estás meditando qué hacer, sopesa pros y contras, pero saca de la mesa el tema de los beneficios sobre la socialización, porque ya has visto que no es imprescindible ni necesario para el correcto desarrollo socio-emocional de tu hijo.