La práctica de ejercicio durante el embarazo es beneficiosa para la madre y para el bebé, siempre que no exista alguna contraindicación. No obstante, hemos de tener en cuenta ciertas precauciones al hacer ejercicio embarazada. ¿Puedo hacer cualquier ejercicio? ¿Hay que calentar? ¿Qué movimientos son inadecuados? ¿Con qué intensidad puedo ejercitarme?
Ayer mismo os hablábamos de un proyecto que ha recogido la experiencia de una mujer deportista que ha realizado ejercicio intenso durante el embarazo sin que ello supusiera ningún perjuicio en su salud o la del bebé, pero también dijimos que no cualquier mujer podría hacer ese esfuerzo intenso. Además, existen otras precauciones que debemos de tener en cuenta.
La Fundación del Corazón nos deja los siguientes consejos y precauciones a la hora de hacer ejercicio en el embarazo:
Conviene hacerse un reconocimiento médico previo, con el objeto de valorar el estado de salud y poder hacer las recomendaciones oportunas del caso. En el embarazo, estaríamos hablando de una visita preconcepcional o de las primeras visita al ginecólogo.
Evitar el ejercicio intenso en tiempo húmedo y caluroso. Tampoco hacerlo en estados febriles. De cualquier modo, la fiebre en el embarazo ha de ser vigilada y descartar que sea consecuencia de alguna complicación.
No hacer movimientos que produzcan contragolpe (movimientos de sacudidas, saltos). Ya os hemos hablado de cuáles son los ejercicios más adecuados en el embarazo.
Realizar el ejercicio sobre pisos de madera o con alfombras para evitar golpes.
Calentar los músculos durante cinco minutos antes de cualquier ejercicio intenso.
Controlar la frecuencia cardiaca en los momentos de máxima actividad. No debe superar los 140 latidos por minuto.
Levantarse del suelo con cuidado, evita el riesgo de hipotensiones ortostáticas, una de las causas de los síncopes o desmayos.
La actividad que incluya las piernas debe hacerse en un corto período de tiempo.
Ingerir abundantes líquidos para prevenir la deshidratación.
Las mujeres que no han practicado ningún ejercicio antes del embarazo, deben iniciarlo gradualmente intensificándolo de forma muy paulatina.
No realizar ejercicios en posición supina (boca arriba) a partir del cuarto mes de embarazo.
Los ejercicios cuya intensidad haga necesario contener la respiración (maniobra de Valsalva) deben evitarse.
La ingesta calórica debe ser la adecuada.
La temperatura corporal de la madre no debe superar los 38ºC.
Cuidado con la fatiga. Los tiempos de recuperación son mas largos de lo normal y una excesiva acumulación de ácido láctico (sustancia tóxica producida por el músculo cuando se ve sometido a un esfuerzo), puede ser nociva para el niño.
Las mujeres que han realizado ejercicio previo al embarazo, pueden seguir realizándolo al mismo nivel, siempre que no se presente ningún impedimento.
No se debe hacer ningún ejercicio si existe un embarazo de “alto riesgo” (hemorragia genital, historia de parto prematuro, etc.).
Las flexiones y extensiones intensas deben evitarse por la laxitud del tejido conectivo. Evitar las actividades que precisen saltar, movimientos de sacudida o rápidos cambios de dirección del movimiento.
No practicar el esquí alpino, la equitación, el submarinismo y el alpinismo, los ejercicios con aparatos, el tenis y el jogging (este es seguro sólo hasta el tercer trimestre), ya que pueden provocar molestias y aumentar la posibilidad de caídas.
Por supuesto, hay que atender a nuestro cuerpo e interrumpir el ejercicio físico si se produce sangrado vaginal, inflamación brusca de manos o tobillos, cefaleas persistentes o intensas, fatiga excesiva, palpitaciones, dolor de pecho, contracciones persistentes, rotura de bolsa amniótica...
Foto | Thinkstock
Vía | Fundación del corazón
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