¿Qué son los calambres por el calor y qué hacer si mi hijo los tiene?

¿Qué son los calambres por el calor y qué hacer si mi hijo los tiene?
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Los calambres por el calor son un problema frecuente debido a las altas temperaturas que pueden afectar especialmente a los niños. Se trata del primer escalón en gravedad en lo que se refiere a las emergencias por el calor. En este ámbito se establecen tres categorías de creciente severidad: los calambres por el calor, el agotamiento por el calor y la insolación o el golpe de calor.

Los calambres por el calor están ocasionados por la pérdida de sal debido a la transpiración excesiva. Los niños son más susceptibles de sufrirlos porque se ajustan más lentamente que los adultos a los cambios en el calor del entorno, al tiempo que producen más calor con la actividad que los adultos y transpiran menos.

Si un niño no suda lo suficiente (el sudor es uno de los mecanismos normales de enfriamiento del cuerpo), no piensa en descansar cuando realiza actividad física, cuando está jugando y divirtiéndose, o no bebe suficiente líquido, puede producirse la deshidratación y los calambres por el calor.

Los calambres consisten en espasmos musculares dolorosos que se producen durante o después de realizar ejercicio intenso y sudar en un ambiente muy caluroso. Precisamente evitar la actividad física en los momentos de mayor calor es uno de los consejos para evitar riesgos en verano, como veremos más abajo.

Todos hemos sufrido calambres alguna vez: son muy molestos y suceden cuando un músculo (o varios) se tensiona, es decir, se contrae, sin que uno trate de hacerlo. El músculo se tensiona y no se relaja.

Los calambres por el calor suelen ser más frecuentemente en las piernas y se acompañan de piel enrojecida y húmeda, aumento de la temperatura corporal (pero no excesivo, sin llegar a los 39ºC, temperatura que nos llevaría probablemente a la insolación).

Evitar calambres del calor en niños

Prevenir y detectar los calambres por el calor

Para prevenir tanto los calambres musculares como el agotamiento o el golpe de calor recuerda que existen unos consejos: estos nos ayudan a mantener a los niños (y a toda la familia) a salvo de los estragos de la ola de calor.

Beber mucho líquido (agua o bebidas isotónicas) durante las actividades enérgicas o al aire libre, sobre todo en los días calurosos. Como hemos dicho, evita esta actividad física los días más calurosos o en las horas centrales del día.

Hay que vestir al niño con ropas claras que no absorban tanto el calor del sol, ligera, holgada, de algodón para que transpire... Utiliza protección como sombrillas, gorras, toldos... Mantenéos al fresco de casa si hace mucho calor en la calle.

Además, si el niño tiene un trastorno clínico o está tomando medicamentos puede existir algún riesgo suplementario, por ello hay que consultar al médico para obtener más consejos a fin de prevenir los calambres y otros riesgos relacionados con el calor.

Hemos de estar atentos a los calambres que presente el niño en situaciones de calor intensas, ya que si no se aborda el problema de los calambres por el calor se podría provocar agotamiento por calor (a causa de la deshidratación), que puede progresar a insolación o golpe de calor (el problema más grave de los tres, que puede ocasionar shock, daño cerebral, insuficiencia orgánica e incluso la muerte).

Por ello hay que actuar en cuanto detectemos los síntomas preliminares de la enfermedad por el calor: sudoración profusa, fatiga, sed y los calambres musculares.

¿Qué hacer si el niño tiene calambres por el calor?

Si no hemos seguido las medidas de prevención puede que el niño presente los calambres por el calor. ¿Qué hacer en este caso? Fundamentalmente, controlar los síntomas para que no evolucione a agotamiento ni a golpe de calor.

  • Detén la actividad física del niño, que se pare a descansar.
  • Hay que moverse a un lugar frío para descansar.
  • Quítale el exceso de ropa.
  • Coloca paños frescos sobre la piel del niño.
  • Ventila la piel (abanícalo, colócalo frente a un ventilador) para que se refresque.
  • Ofrece al niño bebidas isotónicas frescas que contengan sal y azúcar, o en su defecto, agua.
  • Elonga los músculos acalambrados lenta y suavemente, pero con firmeza, hasta que se ablanden. Los calambres musculares se pueden detener estirando el músculo afectado (lo detectaremos porque, aparte de que el niño suele señalarlo con precisión, se nota duro o abultado).

Esperamos que estos consejos os sirvan para no llegar a sufrir los calambres por el calor o cualquiera de los riesgos de las elevadas temperaturas en los niños. Los calambres no son graves, pero si no les prestamos atención pueden desembocar en otras situaciones más preocupantes, y no queremos llevarnos ningún susto en las vacaciones...

Foto | iStockphoto
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