Peleas entre hermanos, ¿corto o les dejo?

Peleas entre hermanos, ¿corto o les dejo?
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Algo que nos suele traer de cabeza son las peleas entre hermanos, ¿cortamos o les dejamos?¿qué hacer?

Vivimos en una sociedad violenta, y por mucho que nos disguste, la violencia es parte de nuestras vidas y marca nuestro día a día.

Quizás no estemos tirándonos de los pelos o dándonos garrotazos pero seguimos compitiendo de la misma forma que hacían nuestros antepasados. Está grabado a fuego en nuestros genes, han sido miles de años de evolución y de selección natural para que ahora intentemos cambiar todo eso en 15 días como quien dice.

Es cierto que los conflictos a escala local se han reducido, que ya no nos liamos a navajazos con el vecino porque nos haya robado las manzanas, al menos en lo referente a la mayoría que de todo sigue habiendo. Esto no es más que una adaptación social, no es que el espíritu de Gandhi corra por nuestras venas, simplemente nos hemos sofisticado.

Hemos pasado de librar guerras en campos para librarlas en despachos de abogados o cortes judiciales. Hemos cambiado la suciedad del barro en el campo, la viscosidad de la sangre y el mal olor a Napalm por las mañanas por emails, formularios y corbatas. Los peones en esta partida siguen cayendo igual, solo que esta vez lo hacen con menos ruido y de forma más aséptica. Incluso el deporte ha pasado de ser un juego de competitividad en tiempos de paz a una expresión de competencia directa.

¿Damos un buen ejemplo a nuestros hijos?

No sirve de mucho que nos empeñemos en repetir a nuestros hijos que no se pega, muerde, insulta, etc. si miren a donde miren ellos no hay más que competitividad, si somos nosotros los que la fomentamos, muchas veces de forma inconsciente eso es cierto. Las películas más taquilleras son las de acción, el deporte es capaz de mover masas ingentes de personas divididas en bandos esperando una única cosa, ¿pasarlo bien? No. Que gane su equipo.

La competitividad es sana

Y necesaria diría yo. Es el motor que nos impulsa a mejorar nuestro entorno, a ser cada día mejores, a no parar en un punto y continuar hasta el siguiente, a nunca rendirse. No siempre la competitividad viene expresada a través de la violencia, la tozudez con la que tan ligeramente acusamos a nuestros hijos, el querer hacer las cosas por uno mismo, el intentar metas por encima de sus posibilidades (o lo que nosotros creemos que está por encima de sus posibilidades) no es otra cosa que competitividad en estado puro.

¿Pero qué pasa cuando esa competitividad se expresa a través de la violencia?

Esta es mi propia experiencia con mis hijos, ya sabéis que cada niño es un mundo. Mis hijos suelen jugar bastante juntos, la diferencia de edad entre ellos es de año y medio, esto hace que a priori uno esté atento a sus peleas, que son diarias. Al principio cortas por lo sano por miedo a que el mayor le haga daño, luego vas viendo que el pequeño, no sólo se sabe cuidar muy bien sino que es capaz de manejar al mayor, pues este no tiene en cuenta el factor "le voy a hacer daño" que su hermano mayor si tiene.

Un buen día, quizás movido por el cansancio, dejé que fueran ellos quienes decidieran cuándo y cómo acabar la pelea y oh sorpresa la pelea pasó del llanto a las risas.

No crean que esto es así siempre, ni siquiera la mitad de las veces, por lo general uno de los dos termina llorando y alguno de nosotros interviniendo antes de que la cosa vaya a mayores. Son capaces de llevar su competitividad hasta el punto de hacerse daño, es cierto que muchas veces no miden sus actos o su fuerza y es entonces cuando me toca mediar entre las partes, mandar a cada uno a su rincón y que el juego empiece de nuevo.

Mi preocupación es si estoy interviniendo de una forma justa o no. El eterno dilema de las peleas entre hermanos, ¿las cortamos o dejamos seguir?

Foto | lupinoduck en Flickr En Bebés y más | Los celos entre hermanos

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