Parece que con cada inicio de curso escolar se reaviva la polémica sobre la escuela. En todas sus vertientes, que si pública, privada o concertada, que si horario partido o sólo de mañana, que si los comedores escolares, las becas, la seguridad de los centros, etc.
Desde que tengo uso de razón no conozco un solo año en que todo el mundo estuviera, más o menos, de acuerdo con el sistema escolar de turno y desde luego que este dependa de la bandera política que ondee en Moncloa no ayuda demasiado. Pues para no ser menos me gustaría abrir un debate sobre cómo sería, si fuera posible y siempre teniendo en cuenta que es mi opinión personal, la escuela a la que me gustaría que fueran mis hijos.
Tengo 40 años, (alguno más), es decir, que me tocó, para bien o para mal, la ESO. Pero desde que tengo uso de razón no se cuantos planes de estudios llevamos ya. Tal es el lío que tengo hoy en día, que ni siquiera sé decir a ciencia cierta a que curso van mis hijos, así que cada vez que tengo que comprar libros o preguntar por algo relacionado con su educación lo hago aludiendo a los años de cada uno y claro, como el mayor es de los pequeños de la clase no pasa un año en el que no se monte el lío. Así que creo que empezaría por ahí, por algo tan simple como llamar a las cosas por su nombre, ¿qué es eso de primero de primaria? ¿La universidad qué sería primero se septenaria?
¿Gratuita?
Tengo dos cosas claras: una, educar tiene unos costes que dependiendo de qué tipo de educación estemos hablando pueden ser más o menos elevados. Dos, la educación e un derecho de cada individuo, y no es que lo diga yo, lo dice una cosa que se llaman Derechos Humanos y concretamente, en su artículo 26.
Está claro que aunque la educación sea gratuita, los maestros y personal asociado tendrán que comer y cubrir unas necesidades básicas, las cuales hoy por hoy, sólo pueden hacerse con dinero. Así que esto tiene unos costes que en la parte de la enseñanza obligatoria son asumidos por el estado, es decir, sus impuestos y los míos, algo en lo que estoy conforme y sobre lo que no tengo ni una sola objeción.
El material escolar: parece ser que todo lo que se incluye en este capítulo de gastos, pinturas, bolígrafos, papel, libros de texto e infinidad de materiales varios no está incluido a su vez en eso que llaman "gratuito". Parece ser que para el Estado, los libros, manuales, lápices, bolígrafos, cuadernos y cartulinas, y demás material en los que cada padre se deja una media de 500 euros al año por niño no son necesarios para la educación de nuestros hijos y por tanto no son "subencionables". Bueno, pues si no lo son, ¿por qué los exigen en la escuela?
Si un niño puede aprender sin libros, algo de lo que estoy convencido, sobre todo en los primeros años, ¿para qué los libros? Porque unas pinturas aún tienen un pase comprarlas, al fin y al cabo dos cajas, porque ya sabemos que al principio la primera caja la gastan en dos días intentando descubrir a qué sabe cada color, pero un coste de unos 10 a 25 euros por año y niño si podría ser asumible por una familia media.
¿No sería mucho más asumible que el centro o el estado o quien fuera comprara el material y este fuera alquilado para cubrir costes y renovaciones? Que no es normal que la página de un libro infantil salga más cara que las escritas por un premio Nobel de Física. Que he encontrado versiones de El Quijote, más baratas que el libro de inglés de mi hijo mayor.
Los horarios
Otro talón de Aquiles de nuestros días. La escuela, al igual que otras muchas cosas sigue con el horario que se tenía en los años 70's y 80's en el que una gran mayoría de mujeres no trabajaban fuera de casa y podrían encargarse de llevar a los niños al colegio a la hora que fuera e ir a recogerlos cuando fuese necesario. Pero hoy no existe esa sociedad, al menos en muchas zonas de España, hoy ambos padres tienen o quieren trabajar fuera de casa y eso implica unos horarios que en la mayoría de los casos son muy poco flexibles y desde luego poco adaptables a los horarios infantiles.
La adaptación de horarios, también llamada Conciliación Familiar y que si fuera un libro, muchos lo colocarían en la "C"... de Ciencia Ficción. Porque ya me dirán ustedes si dejar a un niño en la escuela a las siete de la mañana para recogerlo 12 horas después se puede llamar conciliación.
Debo reconocer no obstante, que no tengo muy claro cuáles pueden ser las medias adoptar, está claro que modificar el funcionamiento de miles de empresas para adaptar los horarios laborales a los escolares es una tarea titánica y mucho más en un país como el nuestro en el que los empresarios no confían en esas llamadas medidas de conciliación. Quizás algo bueno sería unos horarios similares a los de la facultad, es decir, un turno de mañana y otro de tarde. O falicitar y promocionar que parte de la jornada se haga desde casa, jornadas continuas de ocho a tres, etc.
La verdad es que es complicado, pero debemos hacer un esfuerzo para que esto se haga realidad porque no sabemos que consecuencias va a traer en el futuro la situación que tienen mucho niños de nuestro presente.
Aprender, aprender, aprender
Seguimos con la obsesión esa de "¿qué has aprendido hoy?" como si un día sin "aprender" nada nuevo fuera un día perdido en nuestras vidas. Hablamos, claro está, del concepto de "aprendizaje" ese del de toda la vida, el de aprender cosas útiles que decía mi abuelo. Es decir, que pasarse la mañana haciendo garabatos en un papel no entraba en este concepto.
Hoy en día sometemos a nuestros hijos a una presión por saber, conocer y aprender que probablemente pocos de nosotros la soportase. Les enviamos a la escuela a ver que letra han aprendido hoy, nos preocupamos si no saben leer con cuatro cinco años o si están más pendientes de ser niños que de convertirse en pequeños adultos. Si, es cierto que la sociedad cada vez es más déspota y exige más a cada uno y que el día de mañana será de los mejor preparados (siempre y cuando estés en el sitio correcto claro) pero aún queda por demostrar que esta preparación tenga que empezar a los dos años.
En Bebés y Más | Diez diferencias entre la escuela de nuestros hijos y la de nuestros abuelos, Las alabanzas en la escuela, ¿mejor en público o en privado?
Foto | ThinkStock