Se acerca el fin de semana y la entrada del otoño nos limita un poco las actividades al aire libre, pero aún existen infinidad de planes alternativos a la playa o las terracitas.
Una opción muy divertida para peques y padres es la piscina cubierta o climatizada. Bien a través de polideportivos municipales o en centros privados, es muy probable que dispongas de alguna cercana a tu casa.
A la mayoría de los niños el agua les apasiona ya desde muy bebés. Podrían pasarse a remojo horas y horas porque para ellos es un medio en el que su cuerpo se hace más ligero y les permite moverse de manera más grácil.
A jugar en lugar de nadar
También es una excusa para que mamá o papá jueguen con ellos en un lugar diferente mientras se divierten juntos y les enseñan a desplazarse de forma más efectiva en este medio líquido.
Ya sea por cuenta propia o a través de algún curso orientado a bebés de corta edad se aconseja que el primer contacto con la piscina se realice antes del primer año de vida del bebé, porque así es menos probable la aparición de temores o fobias a esta actividad. Eso sí, no se recomienda antes de los 4 meses.
Los cursos de iniciación a la natación para niños menores de 4 años suelen requerir la presencia de un adulto, preferentemente uno de sus progenitores, para desarrollar las actividades de forma conjunta. El monitor se limita a orientar o sugerir la práctica de algunos juegos, pero son el padre o la madre los que tienen la responsabilidad de la seguridad y bienestar del niño.
Los objetivos de estos cursos no suelen estar orientados tanto a que el niño aprenda a nadar o a flotar, sino más bien a que adquiera cierta seguridad y desarrolle habilidades que conviertan esta actividad en algo placentero. Hasta los 4 o 5 años, el niño no está preparado para nadar como un adulto, por lo que antes de esa edad no se le debe presionar para que consiga unas metas en ese aspecto.
Sentido común y ganas de divertirse
Tanto si decides realizar la actividad en presencia de un monitor, como por libre, hay varios aspectos que deberías tener en cuenta:
• Elige un horario que no altere sus rutinas (nunca en horario de comidas o que trastorne su sueño) • Las primeras sesiones no deben superar los 20 minutos en el agua • No separarse ni un segundo del niño y utilizar tu cuerpo para proporcionarle seguridad • La temperatura del agua no debe ser inferior a 32º • La profundidad y tamaño de la piscina debe ser apropiada para la edad del niño (la profundidad suele ser entre 0,5 y 1 metro). • El vestuario o la zona para cambiarse y ducharse debe estar próxima al agua, para evitar que el niño coja frío en el trayecto.
Hoy en día existen muchos centros que han adaptado vestuarios y baños para los más pequeños, disponiendo de cambiadores y asientos a modo de tronas, donde puedes sentarles mientras tu terminas de vestirte a su lado. Así, evitarás el riesgo de perseguirle por un suelo mojado o que se meta en duchas ajenas, como suele ser habitual…ya sabemos que la curiosidad les puede.
En Feliz Aprendizaje | Fin de semana en casa: ideas low cost que maravillarán a los peques