La comunicación nos permite expresar nuestros deseos, ideas, creencias, sentimientos, necesidades... Y también, comprender lo que el otro siente, cree o necesita. ¿Cómo es la comunicación con tus hijos? ¿Sientes que es efectiva y que fluye?
A veces ocurre, que les hablamos a nuestros hijos y que tenemos la sensación de que no nos escuchan, de que están por otras cosas... ¿Cómo hablarle a tu hijo para que te escuche de verdad?
En este artículo te damos 13 ideas clave para promover su escucha activa y su atención.
Cómo hablarle a tu hijo para que te escuche de verdad
Podemos aplicar pequeñas acciones cotidianas que nos ayuden a promover en nuestro hijo una escucha activa a la hora de interactuar con ellos. Hablamos de 13 de ellas.
Llámalo por su nombre
Parece una obviedad, pero a veces, ocurre que les llamamos de otras formas cariñosas (y está bien).
Sin embargo, llamarles directamente por su nombre cuando tenemos algo importante que decirles o, para, simplemente, que nos escuchen de verdad, puede ayudarnos.
Ponte a su altura
Es muy importante ponerse a la altura de los niños cuando hablamos con ellos. Este simple acto fomentará el contacto visual (podréis miraros a los ojos directamente), lo que facilita la comunicación. A su vez, nos sentirán más cercanos.
Asegúrate de que está disponible y atendiendo
La atención y la disponibilidad resultan imprescindibles para que nos escuchen de verdad; por ello es bueno buscar el momento para hablar. A veces esa atención está ausente, o el niño simplemente está pensando en otras cosas.
Por ello, será importante asegurarse de que el niño está preparado para hablar, y asegurarse de esa atención.
Podemos optar por iniciar la conversación de esta forma: "quiero hablar contigo, ¿podemos hacerlo ahora?". Y, mientras dura la conversación, asegurarse de la atención, "¿estás escuchando?".
Adapta tu lenguaje a su edad
Otra idea clave para hablarle a tu hijo para que te escuche de verdad es adaptar tu lenguaje a su edad. No es lo mismo hablar con un niño de cinco años que con uno de nueve, por ejemplo.
Por ello, deberemos seleccionar las palabras que él pueda entender y, sobre todo, no hacer explicaciones muy largas si el niño aún es muy pequeño.
Asegúrate de que está entendiendo
Ligado con el punto anterior, resulta clave asegurarse de que el niño está entendiendo nuestro mensaje. Si no lo entiende, tenemos el riesgo de que no lo diga y, por lo tanto, de que no nos escuche de verdad y nosotros no seamos conscientes.
Por ello, podemos ir haciendo comprobaciones de su comprensión, con preguntas del estilo: "¿entiendes lo que te digo?", "¿te lo digo de otra forma?", "¿quieres que te ponga un ejemplo?", etc.
Practica la escucha activa
Para asegurarnos de algunos puntos anteriores (que los niños están atendiendo, escuchando y comprendiendo), deberemos practicar la escucha activa.
La escucha activa implica escuchar al otro de verdad, es decir, emitiendo gestos y verbalizaciones que permitan comprender al otro que se está siguiendo su discurso, haciendo aseveraciones, preguntando, poniéndole mucha atención al discurso de la persona...
Esto con los niños resulta muy importante, porque les permite expresar con mayor libertad sus emociones y necesidades. Además, escuchando activamente estaremos dando ejemplo; seremos su modelo para que ellos también nos escuchen de verdad.
Conecta con tu hijo
Este punto está muy relacionado con el ya mencionado de asegurarnos de que nuestro hijo nos está atendiendo. En este sentido, será esencial asegurarnos de que nos escucha antes de iniciar la conversación, como decíamos anteriormente.
Y con esto tiene que ver la conexión; conecta con él antes de empezar a hablar. Puede ser con palabras, con muestras de cariño, con un acercamiento...
Ten paciencia
Hay niños que tienen más facilidad para atender (atención selectiva), para estar quietos, etc. Por ello, no desesperes; adáptate al momento y temperamento de tu hijo y ten paciencia. Tarde o temprano, acabará estableciendo la rutina de escucharte si trabajáis conjuntamente en ello.
"Ten paciencia. Todas las cosas son difíciles antes de que sean fáciles". --------Saadi-
Usa un lenguaje positivo
Intenta comunicarte con mensajes positivos. Por ejemplo, en relación al uso del "no". Ten en cuenta que los "no" excesivos acaban haciendo que el niño deje de prestarles atención; en cierta forma, los normaliza.
Por ejemplo, en lugar de decirle "no vayas a comer sin lavarte las manos antes", opta por un "lávate las manos antes de ir a comer".
Más allá de los "noes", también es importante emitir mensajes positivos, que refuercen su conducta, y no tanto que castiguen las conductas que no nos gustan. Recuerda que las palabras positivas potencian la autoestima de los niños y les hacen sentir más seguros.
Evita los gritos
Gritar solo hará que tu hijo se asuste, se aleje, imite también esos grites... No olvides que somos sus modelos y que muchas de las cosas que hagamos, las harán también.
Además, a la hora de promover la recepción del mensaje, los gritos no ayudan; resulta mucho más eficaz hablar con una entonación tranquila y calmada, para que el mensaje llegue de forma adecuada y tu hijo pueda atenderlo.
Desglosa el mensaje
Otra idea clave para hablarle a tu hijo para que te escuche de verdad es desglosar el mensaje. Este punto no será necesario de poner en práctica con todos los niños, pero algunos sí lo necesitarán (sobre todo con órdenes, peticiones o mensajes más elaborados o complejos).
Así, puede ayudarte desglosar el mensaje en frases más pequeñas, o secuenciar el mensaje o la orden. Por ejemplo, si queremos decirle que debe ir a la cama y antes tiene que ponerse el pijama, primero le diremos que se ponga el pijama, y cuando lo haya hecho, que se vaya a la cama (no todo seguido).
Refuérzalo
El refuerzo positivo resulta esencial para promover el desarrollo y la autoestima de los niños. Por ello, refuérzale cuando escuche atentamente, cuando responda a una petición, cuando nos mire a los ojos al hablarle, etc.
Los refuerzos pueden ser de todo tipo: elogios, muestras de afecto y cariño, pasar más tiempo juntos, etc.
Acompaña el lenguaje con gestos
Los gestos ayudan a comprender mejor los mensajes y, además, también facilitan la comunicación.
Con los niños, puede resultar beneficioso utilizar gestos que acompañen nuestro mensaje, para que lo enriquezcan y lo hagan más atractivo para ellos. Esto puede promover su atención.
Cuidar el lenguaje para cuidar la comunicación
Comunicación y lenguaje van de la mano; si cuidamos de uno, cuidamos del otro. Por ello, si queremos que nuestros hijos nos escuchen de verdad, es tan importante, además de aplicar los consejos anteriores, cuidar nuestro lenguaje.
Este debe ser un lenguaje respetuoso, que se emita a través de una entonación tranquila. Y es que cuidar el lenguaje implica cuidar tanto nuestro lenguaje verbal (el mensaje) como el no verbal (el tono, los gestos, la distancia, la postura...).
Y tú, ¿sientes que tu hijo te escucha de verdad cuando le hablas? ¿Qué dificultades te encuentras? ¡Te animamos a reflexionar sobre ello!