La maternidad supone un gran desgaste físico, mental y emocional para las madres, posiblemente mayor que cualquier otro desafío que se presente en la vida. Los papás, y sobre todo las mamás, se vuelcan en sus bebés ya desde el embarazo para prestarles toda su atención y cuidado.
El bebé se convierte entonces en el centro de la vida de los nuevos padres, que suelen olvidarse de sus propias necesidades. En el caso de las mamás, puede ser más grave aún: dedicarse tiempo para sí misma, para su cuidado físico y mental, se convierte en la última de las prioridades.
A los problemas de insomnio y fatiga de los nueve meses de gestación se unen muchas veces las noches en vela y los momentos de tensión y agotamiento que trae consigo la maternidad. También la sociedad pone más su foco en el recién nacido que en la madre.
Pero cuidado, porque dejar de lavarse el pelo por falta de tiempo, no comprarse ropa por adquirir un conjunto más para los hijos o no dedicar el suficiente tiempo a la pareja y a las amistades es muy perjudicial para la salud emocional y mental de la madre.
Lograr el bienestar emocional para cuidar
Para ser capaz de cuidar a los hijos, es necesario estar descansada (en primer lugar), pero también equilibrada emocionalmente. Y esto es difícil conseguirlo si faltan horas de sueño y no se dispone ni de cinco minutos para comer algo caliente sentada en la mesa sin interrupciones. El autocuidado es básico para que se desarrolle la maternidad, y algo muy a tener en cuenta por los nuevos padres, por su entorno más cercano y también, por qué no, por el conjunto de la sociedad.
Si no existe tiempo de autocuidado, la persona adulta se colapsa y eso no ayuda en nada, ¿verdad? Un ejemplo: cuando subimos a un avión, los auxiliares nos recomiendan que, en caso de urgencia, los adultos nos pongamos la mascarilla en primer lugar para colocársela después a los niños. Haciéndolo en otro orden, nos desmayaríamos y no podríamos ayudar a los más pequeños.
Volverse a poner en primer lugar es necesario para tener un mayor bienestar emocional desde el que educar a los hijos
Esta metáfora sirve para ilustrar la maternidad en otros muchos aspectos. El autocuidado no es egoísmo ni falta de entrega, por lo que nunca deberías sentirte culpable. Es cuidarse para poder cuidar a otros. Volverse a poner en primer lugar (y no en último) es necesario para tener un mayor bienestar emocional desde el que educar de la mejor manera posible a los hijos.
Además, y por si esta justificación no bastara sola, únicamente cuidándonos nosotros mismos podemos enseñar a los más pequeños la importancia del autocuidado y de dedicarse tiempo personal. Nuestro ejemplo es la mejor manera de que calen hondo valores muy importantes para nuestros hijos como cultivar las amistades, desarrollar aficiones, practicar deporte y cuidar nuestro cuerpo y mente. Todo ello les hará mejores y les dotará de herramientas para que sean personas plenas y felices.
Pedir ayuda cuando haga falta
Mantener un equilibrio entre la vida familiar, la laboral y la personal es complicado, pero hay que intentarlo. A veces, vale con algo tan fácil (y tan difícil a la vez) como pedir ayuda a amigos, a los abuelos o a los tíos para poder rascar un poco de tiempo y desarrollar una afición que había quedado olvidada, hacer algo de deporte, disfrutar de un café con las amigas o de una cena a solas con la pareja.
Sin ir tan lejos, la pareja es el mejor aliado para que las necesidades de la madre no sean invisibles. Los dos miembros de la pareja necesitan descansar y tener tiempo personal, aunque el bebé demande mucho más de la madre (sobre todo los primeros meses y durante la lactancia) y sea ella quien se vea privada del sueño.
La falta de sueño y el agotamiento afecta de forma directa a nuestro estado físico y mental
El descanso redunda en el bienestar familiar y también, no hay que obviarlo, en la propia relación de pareja. A nadie se le escapa que el cansancio y agotamiento de los primeros meses suele generar discusiones y tensiones entre los padres, algo que solo puede evitarse recuperando espacio juntos y dedicando un tiempo a solas y en exclusiva.
Una madre emocional y psicológicamente sana, apoyada por su entorno en la crianza del bebé, vive en plenitud su maternidad y supera mejor cualquier obstáculo que se presente.
El descanso, pilar básico del bienestar
Sobre todo en los primeros años de la infancia, lo más básico para sentirse mejor es simplemente tener un sueño reparador. La falta de sueño y el agotamiento que conlleva afectan de forma directa a nuestro estado físico y mental. En el aspecto cognitivo, genera problemas de memoria, aprendizaje y fallos de atención, además de un estado de humor irritable. Somos más vulnerables a las discusiones y a explotar emocionalmente.
Además, se resiente la salud, ya que debilita nuestro sistema inmunológico. Esto significa que nuestras defensas bajan, por lo que estamos más indefensos frente a resfriados, gripes, gastroenteritis...
Y para que los padres podamos descansar bien, nuestros pequeños también deben hacerlo. Según afirma la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP) en un informe sobre las alteraciones del sueño infantil, cerca del 30% de los niños que acuden a la consulta lo hacen por algún problema ligado al sueño, ya sean terrores nocturnos, múltiples despertares, insomnio, apnea del lactante...
Las ventajas de un buen sueño para los más pequeños son igualmente claras: adquieren más rápidamente las habilidades de motricidad fina y gruesa, son más resistentes a enfermedades, obtienen un mejor rendimiento académico en el colegio y adquieren mejores habilidades sociales. Asimismo, un buen descanso durante la noche contribuye a un crecimiento sano en la infancia, incluso se dice que los niños crecen mientras duermen.
Que nuestro bebé duerma bien se consigue estableciendo una buena rutina de sueño, un tiempo antes de acostarse en el que nos dedicamos a crear un ambiente relajado, seguro y de poca luz que da somnolencia y favorece un sueño largo y reparador. Esta rutina, que tanto ayuda a los más pequeños, comienza una hora antes del momento de acostarse y suele iniciarse con un baño relajante.
Una madre emocional y psicológicamente sana y apoyada por su entorno vive en plenitud su maternidad
Tras el baño, se recomienda aprovechar el momento de aplicar la loción al bebé para darle un masaje (si le gusta). Este instante de relajación, así como el cambio de pañal o el de poner el pijama, debe hacerse en un entorno tranquilo, sin ruidos o juegos que puedan volver a activarlo.
Después de dar el pecho al bebé o de ofrecerle su biberón, es hora de llevarlo a su cuna, antes de que se duerma, acompañándolo con una nana suave y dulce o contándole un cuento que evite estimularlo en exceso. Quizá esta rutina no dé frutos inmediatos, pero si se integra en el día a día familiar, el bebé la asumirá con normalidad y mejorará su calidad del sueño.
Además de la rutina nocturna, es importante favorecer el descanso con algo tan básico como la calidad del colchón, y para ello debe ser firme y transpirable. A la hora de elegir uno, hay que tener en cuenta dos aspectos muy importantes: que sea seguro a la vez que confortable. Emma Colchón, empresa alemana especialista en descanso, ha diseñado un colchón específico para los bebés y sus necesidades.
Este colchón es suave, pero resistente y lavable, y permite un descanso cómodo y confortable a los pequeños de 0 a 5 años. En efecto, tiene un grado de firmeza óptimo para evitar el síndrome de muerte súbita del lactante, problemas de columna o los reflujos. De la misma manera, los materiales de fabricación están libres de sulfatos y otras sustancias que pudieran generar alergias. Es por todo ello que ha recibido distintos sellos de calidad,el LGA y FKT, así como el reconocimiento de los usuarios.
Con todo, lo verdaderamente importante es brindar a tu bebé la posibilidad de que tenga el descanso que necesita. Así, de paso, los padres podréis dormir más tranquilos y preparados para disfrutar de una crianza inolvidable. ¡Felices sueños!
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