Cinco habilidades sociales que separan a las personas empáticas de las que no lo son. Escuchar más y mejor, clave

Cinco habilidades sociales que separan a las personas empáticas de las que no lo son. Escuchar más y mejor, clave
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En el mundo cada vez más individualista en el que vivimos, parece una utopía encontrar a personas que realmente piensen más allá de sí mismas (buenas noticias: aún existen). Estas personas tienen la capacidad de salir por un momento de sus problemas y pensar en el otro, empatizando con sus emociones.

En este artículo descubriremos qué cinco habilidades sociales separan a las personas empáticas de las que no lo son; es decir, qué habilidades denotan empatía y consideración hacia el otro y cómo estas personas las demuestran.

Cinco habilidades sociales de las personas empáticas que las diferencian

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1. Empatizan de forma genuina y validan al otro

Si hablamos de personas empáticas, ¿empecemos por resaltar esta habilidad social, no? La empatía es una habilidad de la inteligencia emocional que va más allá de preocuparse por el otro (esto sería la "simpatía"); la empatía implica ponerse en sus zapatos, comprender lo que siente y sentirlo también.

Así, las personas empáticas logran este nivel de conexión con el otro a través de la empatía genuina, reconociendo y validando sus experiencias (sin pensar "qué pensaría o sentiría yo", sino conectando simplemente con la vivencia del otro, que también es única, y sin juzgar). Al hacerlo, crean un puente que une las experiencias compartidas que les ayuda a comprender mejor y a fortalecer el vínculo.

2. Saben descifrar la comunicación no verbal (y se adaptan a ella)

Por otro lado, la comunicación no verbal tiene un papel clave en la transmisión de empatía. Las personas empáticas son conscientes de las señales no verbales del otro (y de las propias), como el lenguaje corporal, expresiones faciales, postura, distancia y tono de voz. Y no solo eso, sino que también las interpretan (y en función de eso, adaptan su mensaje, su postura, sus gestos...).

De esta forma, este conocimiento les permite sintonizar con las emociones de los demás, incluso cuando las palabras no lo expresan claramente. Un gesto amable en el momento adecuado, una mirada comprensiva, una sonrisa de complicidad o un toque suave de ánimo pueden comunicar más que mil palabras y fortalecer la conexión emocional con el otro.

3. Respeto y aceptación incondicional

Las personas empáticas también muestran esta habilidad social, que implica respetar y aceptar incondicionalmente a los demás, independientemente de sus diferencias. Hablamos de personas que practican la tolerancia y que muestran interés genuino por comprender las perspectivas ajenas (aunque no las compartan o no las entiendan).

Al cultivar un entorno de aceptación, crean un espacio donde las personas se sienten seguras para expresar sus pensamientos y emociones sin temor al juicio. Este respeto incondicional es clave para construir vínculos sanos como la amistad.

4. Escuchan más y mejor: la escucha activa

Por otro lado, la capacidad de escuchar activa y profundamente es una de las habilidades sociales más valiosas que puede tener una persona empática; es el arte de conectar. Se trata de ir más allá de la audición física y adentrarse en la comprensión emocional.

Y es que, las personas empáticas no solo escuchan las palabras, sino que también captan las emociones subyacentes y los matices no verbales. No están escuchándote esperando para hablar ellas, sino todo lo contrario; tan solo escuchan, escuchan de verdad. Cuando alguien se siente escuchado de esta manera, se establece una conexión más auténtica e íntima que fortalece el vínculo.

5. Muestran flexibilidad empática: se adaptan a las emociones del otro

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Además, la empatía también va más allá de simplemente comprender las emociones de los demás; implica adaptarse a ellas. Por ello, las personas empáticas son emocionalmente flexibles, lo que significa que pueden ajustar su respuesta emocional para satisfacer las necesidades del momento.

¿Cómo se traduce esto? Por ejemplo, imagina que has quedado para cenar con un amigo, quien está pasando por un momento difícil. Al llegar al restaurante, notas que no está de humor para disfrutar de la salida planeada. En lugar de insistir, decides ser emocionalmente flexible.

Cambias el plan y propones algo más relajado, como un paseo o simplemente charlar en un lugar tranquilo. Durante la conversación, te muestras comprensivo hacia sus preocupaciones, adaptándote a sus necesidades emocionales en ese momento, lo que fortalece vuestra relación.

Foto | Portada (Película El padre, 2020)


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