Acaba de salir a la luz el caso de Manda Epton, una australiana de 53 años, que tras diez años intentando quedarse embarazada -lapso durante el cual intentó 23 tratamientos de fertilidad y sufrió tres abortos espontáneos- finalmente tuvo un par de gemelas en perfecto estado de salud.
Tras una ruptura a la edad de 39 años, decidió que quería ser madre y que sería un camino que tomaría sola. "Empecé a gastar mis ingresos y ahorros en clínicas de fertilidad hasta sobrepasar los 50.000 euros. En una de ellas me derivaron a un psiquiatra, quien me aconsejó aceptar el hecho de que nunca tendría hijos a los 43 años”, afirmó a The Sun.
La historia de 23 tratamientos de fertilidad realizados durante 10 años
El camino, por supuesto, no fue nada fácil. En la década en la que Manda estaba tratando de tener un bebé, pasó por dos rondas y media de fecundación in vitro, pero la tercera fue cancelada debido a la hiperestimulación ovárica, una complicación que puede ocurrir tras los tratamientos de estimulación ovárica en las técnicas de reproducción asistida.
Posteriormente Manda quedó embarazada dos veces, pero lamentablemente perdió ambos bebés a las ocho semanas. Después de esto, se sometió a 13 tratamientos de fertilidad y tuvo un aborto espontáneo por tercera vez.
Obviamente también pensó en la adopción, pero la lista de espera era de siete años y las mujeres solteras estaban al final del todo. Por eso en 2017 decidió viajar a Ciudad del Cabo para una transferencia de embriones de doble donante. Al regresar a su casa en Australia y asistir a su primer control, se llevó la sorpresa de que el embarazo transcurría con normalidad y que esperaba gemelos.
Según cuenta, los primeros meses fueron bastante duros y necesitó medicación durante gran parte de la gestación debido a su edad, pero el embarazo llegó a término de forma exitosa y tras una cesárea, las gemelas nacieron en 2018.
Como resultado de sus problemas de infertilidad y de luchar por un embarazo tan deseado, Manda afirma que pasa todo el tiempo posible con sus hijas. "Siento que, a mis 54 años, soy un poco más sabia y no uso la tecnología como lo hacen los padres más jóvenes en esta época. Así que estoy aquí, pasando más tiempo, jugando con ellas en el parque y haciendo actividades divertidas, en lugar de ignorarles y estar viendo mi móvil".
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