Sabemos que la ventilación es una medida efectiva para prevenir el contagio por coronavirus, por eso en los protocolos de la vuelta al cole se ha incluido como recomendación para mejorar el aire en los espacios cerrados.
El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) acaba de publicar una guía sobre cómo se deben ventilar las aulas para reducir el riesgo de contagio por Covid-19.
En ella señala las recomendaciones para la ventilación y purificación del aire según el volumen de la sala, el número y la edad de los ocupantes, la actividad realizada y la incidencia en la región.
“La ventilación es la renovación de aire, es decir, sustitución del aire interior potencialmente contaminado, con aire exterior libre de virus. Y la purificación del aire consiste en la eliminación de las partículas en suspensión, susceptibles de contener virus”, aclara la investigadora María Cruz Minguillón, que ha elaborado la guía junto al investigador Xavier Querol, ambos del IDAEA-CSIC, y con la colaboración de José Manuel Felisi y Tomás Garrido, de la Asociación Mesura.
Ventilación cruzada en las aulas
La guía sigue las recomendaciones de la guía de la Universidad de Harvard, que recomienda la misma frecuencia de ventilación. Como referencia, para un aula de 100 metros cuadrados, con 25 alumnos de entre 5 y 8 años sería recomendable conseguir que el aire interior se renueve por completo unas 5 o 6 veces cada hora. Es decir, abrir las ventanas cada diez minutos.
Para lograr esa renovación del aire pueden seguirse distintos métodos. Preferiblemente, la ventilación natural, siendo más efectiva una ventilación cruzada, abriendo puertas y ventanas situadas en lados opuestos de la clase. "En muy pocas ocasiones se alcanza la ventilación suficiente sin ventilación cruzada", puntualiza la guía.
Si la ventilación natural no es suficiente, se propone la utilización de equipos extractores o impulsores individuales. En caso de disponer de sistemas centralizados de ventilación, la tasa de aire exterior se debe incrementar y la recirculación se debe reducir. Si no se puede recurrir a ninguna medida de ventilación, se debe purificar el aire con equipos provistos de filtros HEPA, y desaconsejan los ionizadores o los sistemas basados en ozono.
¿Y el frío?
Como comentábamos detalladamente en otro artículo, una de las mayores preocupaciones de los padres es que los niños, al estar con las ventanas abiertas en clase, acaben enfermando de otras cosas a causa del frío, como gripe o neumonía. Y eso que todavía no ha llegado el invierno.
Sin embargo, hemos consultado con una pediatra que nos ha explicado que "la idea de que si pasamos frío podemos contraer catarros, gripe o neumonía es un mito. Estas enfermedades son infecciones respiratorias que se contagian porque estamos en contacto con alguien enfermo y/o con sus secreciones respiratorias".
Es cierto que en invierno enfermamos más porque pasamos más tiempo en espacios cerrados y porque los virus viven mejor a bajas temperaturas. Pero el frío en sí mismo no es el causante de que enfermen.
Ventilación junto con las otras medidas de seguridad
Por supuesto, estas recomendaciones de ventilación no sustituyen las medidas que ya conocemos como el uso de mascarillas, el mantenimiento de la distancia y las medidas de higiene, que siguen siendo claves para reducir el riesgo de contagio.
Los investigadores advierten de que “el riesgo de contagio cero no existe”, y por lo tanto las medidas que recoge la guía “reducen el riesgo, pero no lo eliminan completamente”.
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