El cuidado dental es una costumbre que tiene que aplicarse desde la infancia para evitar dolores y visitas al dentista especialmente en la adolescencia. El reto es conseguir que los peques se acostumbren a lavarse los dientes después de cada comida y además que se cepillen con un poquito de pasta al menos dos veces al día. La pasta puede incluir flúor porque se ha demostrado que es eficaz en la prevención de las caries especialmente en peques mayores de seis años.
También recomendamos visitar al dentista al menos una vez al año para que controle que todo va con normalidad y porque nos puede aconsejar el mejor cepillo para nuestro hijo. Entre las normas a seguir se incluye la de cepillarse los dientes tres veces al día siempre después de cada comida y especialmente antes de acostarse. También que el tiempo de cepillado no debe ser inferior a dos minutos y que hay que realizarlo con movimientos verticales y arrastrados en los dientes. También recomendamos cepillar la lengua, enjuagar con colutorio o elixir bucal para evitar infecciones, en el caso de los niños se recomienda un colutorio sin alcohol y baja concentración de flúor.
Otras reglas que tenemos que recordar de forma periódica con los peques son, cambiar el cepillo de dientes cada tres meses, acudir al dentista al menos una vez al año para detectar precozmente cualquier problema y tratarlo antes de que empiece a producir dolor. Y luego una ceremonia familiar de limpieza e higiene dental: lavarnos con ellos los dientes, enseñarles la importancia de la higiene, corregir sus movimientos con el cepillo y animarles a ser limpios.
El objetivo de todas estas recomendaciones es que los peques adquieran determinados hábitos que les van a beneficiar en el futuro. Porque unos cuidados deficientes en la infancia, especialmente después de la salida de las piezas dentales definitivas, pueden ocasionar demasiados trastornos en la edad adulta.
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Imagen | Patrick