11 cosas que los padres primerizos aprenden en los primeros días
Cuando una pareja tiene un bebé ella se convierte en madre y él en padre (oficialmente hablando), y es entonces cuando empiezan a ejercer como tal y a aprender, sobre la marcha, cómo se hace eso de criar y alimentar a un bebé. Es posible que antes del parto se hayan informado, hayan leído y hayan recibido un montón de consejos, pero eso no quita que enseguida aprendan muchas más cosas cuando están en el ajo que por todo lo que les han comentado.
Si ya tienes a tu bebé es probable que esto sirva para recordarte lo que pasó. Si estáis esperando un bebé, quizás recordéis estas palabras cuando ya lo tengáis con vosotros: las 11 cosas que los padres primerizos aprenden en los primeros días.
1. Tu bebé no es normal
Porque te dijeron que los bebés lo que hacen es comer y dormir, comer y dormir, y que no hacen nada más que eso, pero el tuyo come, se retuerce, se tira un pedete, come, hace caca, come, duerme, llora, come y se duerme. Así, todo seguido, sin pausas. Vamos, que el proceso que llevas a cabo cada vez que se despierta es bastante más largo y cansado que alimentarle y ver cómo cierra los ojos. Y no sólo eso, es que lo sacas a la calle y en el cochecito llora, cuando te dijeron que se dormían como lirones, y lo montas en el coche, allí donde no hay bebé que resista despierto, y el tuyo no llora, grita un "¡que me saquéis de aquí!" que se entiende perfectamente.
2. Nada sucede como te dijeron que sucedería
Si te dicen que darle la teta es muy sacrificado y seguramente te irá mal, te va estupendo. Si te dicen que dar la teta es muy fácil, te saldrán unas grietas enormes y te dolerá como si tuviera dientes. Si te dicen que los bebés duermen fatal, el tuyo dormirá tan bien que te preguntarás si respira, y si te dicen que duermen toda la noche, el tuyo hará exactamente lo contrario... lo que haga falta para que sientas que tienes un hijo al que le pasa algo y que tú, como madre o padre, no sirves para nada.
3. Nadie se pone de acuerdo en nada
Los libros que no los cojas en brazos, la vecina que sí. La panadera que le dejes llorar, el pediatra que no. El enfermero que le vacunes, la cajera del súper que no. Tu madre que no lo bañes cada día, tu suegra que sí, por Dios. Y así con todo...
4. A las nueve de la noche te darás cuenta de que aún está todo por hacer
Y quizás a las diez. Se hará de noche, oscurecerá, y verás que nada ha cambiado desde las ocho de la mañana. De nada ha servido todas las veces que le has alimentado y cambiado porque tienes que repetirlo una y otra vez (que si aún pudieras hacerlo cinco veces seguidas y luego ya ninguna más hasta el día siguiente vale, pero es que siempre es un volver a empezar). Y te da la noche y la casa está ahí, esperándoos, que tenéis unas ganas locas de meteros en la cama y ni os habéis duchado, ni habéis cenado, ni probablemente haya platos limpios donde poner la cena.
5. A los bebés les encanta manchar los pañales limpios
Una de tantas manías que tienen los bebés. Les cambias el pañal porque llevan un montón de rato con el mismo y dices "mira que me he esperado por si tenías caca, pero como no la haces, pues te lo cambio ya", y a los 2 ó 3 minutos, su culito detecta que es un pañal limpio y entonces se hace caca.
Pero esto solo lo hacen si después del pañal le pones los botones del body, le subes el pantalón y le pones bien el resto de ropa. Una vez dices "ya estás listo", cagan. Si lo cambias de pañal pero te esperas a que haga caca sin acabar de vestirle no lo hará.
6. Las ojeras son imposibles de disimular
Ni maquillaje ni nada. Todos sabrán enseguida que has tenido un bebé hace poco, tanto si eres madre como si eres padre. No hay manera de disimular el sueño, ni las ojeras, ni la palidez cutánea. De todas maneras llega un momento en el que ya no te importa demasiado, básicamente porque sales a la calle y vas en modo zombie, caminando sin saber muy bien hacia dónde te diriges y sin mirar con quién te cruzas, así que no te preocupes mucho...
7. Cada día llegas al trabajo con manchas de leche en tus hombros
Los papás, sobre todo los papás. Porque antes de irte lo coges en brazos para que ella haga el último pis y la última caca antes de quedarse sola con el bebé, que se lave los dientes y todo aquello que sabe que no podrá hacer hasta que vuelvas. Pues lo coges y claro, escupitajo de leche pa'l hombro. A veces te das cuenta y te cambias, y a veces no. Con el tiempo deja de importarte, aunque a la hora de escoger la ropa debes tener en cuenta que cuanto más oscura sea la camiseta o camisa más grande será la mancha.
8. Los bebés duermen mejor por el día que por la noche
"Creo que mi bebé tiene el sueño cambiao", dicen los padres recientes. Pues sí, cambiado con respecto al vuestro, pero normal en el caso del bebé. No me preguntéis por qué, pero quizás sea por supervivencia. Por la noche los peligros acechan (al menos en la selva, donde los bebés suponen que vivimos porque no saben si nacen en España o en medio del África), así que un bebé que se despierta a menudo tiene a un cuidador que también se despierta a menudo, y esto es mucho más seguro para él que unos padres que duermen a pierna suelta toda la noche: que viene el león y se lo lleva sin que se den cuenta.
Y si no es por eso, pues será porque es lo que hacían en la barriga, que por la noche no paraban y por el día estaban más tranquilos porque estaban en movimiento y con más ruido en general.
9. Todo el mundo quiere aconsejarte porque saben más que tú
Esto también pasa, que ven que el bebé es pequeño y entonces os ven la cara de pardillos y te aconsejan por todas partes. Vamos, que te ven de lejos, a dos o tres calles, y se detienen como olisqueando, entrecierran los ojos y cuando se dan cuenta de que el bebé está tiernecito echan a correr como si perdieran el bus. Con las bolsas y todo, con el carro de la compra, con lo que lleven. Corren como una exhalación para llegar hasta donde estás y decirte, entre jadeos, arreglándose el pelo y retirando las gotas de sudor algo tan importante como "lo abrigas demasiado", "este niño pasa hambre", "no lo cojas en brazos" o "te está tomando el pelo" o "dale algo frío, que son dientes".
10. La desconexión con el mundo es total
Poco a poco te das cuenta de que tener un bebé te conecta contigo mismo, con tu esencia, con tu naturaleza, con tus raíces más mamíferas, animales, humanas... con tus orígenes, pero te desconecta de todo lo demás. Cuando vuelvas a ver a tus amistades te darás cuenta de que no tienes ni idea de a qué pacto han llegado los partidos políticos (probablemente no sepas ni quién gobierna y te des cuenta de que hubo otras elecciones generales un par de semanas antes), que no has visto ninguna de las series que explican, ni ninguna de las películas de cine que recomiendan y que ya no tienes apenas tema de conversación en común, porque ellos no tienen bebés.
En ese momento dejas de quedar con ellos porque ves que estás en diferente momento vital y tratas de acercarte a otras madres y padres, por aquello de poder hablar de noches, cansancio, manchas, llantos, cacas, etc. y no de esa vida tan "absurda" que tenías antes en la que te enterabas de lo que pasaba en el mundo y hablabas con personas.
11. A decir "que les den a todos por culo que lo haré a mi manera"
Pues sí. Cuando ya han aprendido unas cuantas cosas los padres primerizos acaban por aprender a decirse a sí mismos "que les den a todos por culo", porque al final entre todos te marean, y de tanto intentar cosas el niño anda también mareado perdido y llorando aún más.
Pues lo hacen como consideran mejor y como ven que al bebé le va mejor y santas pascuas. Este es el momento en el que pasan de padres novatos a padres. Es decir, el momento en que te quitan la "L" porque ya eres capaz de tomar tus propias decisiones con convicción. El momento en que te das cuenta de que quien mejor sabe lo que necesita y lo que no, es tu bebé.