Desde hace meses sólo se habla del Coronavirus, que ha puesto nuestro mundo patas arriba. Sabemos que las personas mayores son las más afectadas, pero individuos de cualquier edad pueden contagiarse y los niños no se libran.
Hemos aprendido, sin embargo, que los niños suelen tener cuadros más leves, pudiendo ser en muchos casos asintomáticos. Seguro que hemos oído, o incluso vivido, casos de personas que han presentado síntomas compatibles con COVID y han tenido que aislarse en su domicilio a fin de proteger a los demás de la infección. Pero, ¿qué pasa con los niños? ¿También tienen que aislarse? ¿Cómo se hace?
En qué casos se recomienda el aislamiento domiciliario
En principio, los niños con síntomas compatibles con COVID deberían aislarse para evitar contagiar a los demás. Tanto si se le ha realizado un test PCR con resultado positivo, como si está a la espera del resultado.
Sabemos que en el caso de los niños estos síntomas pueden ser más leves e incluso difíles de diferenciarse de otras enfermedades habituales en la infancia, pero será vuestro pediatra quien los evalúe (telefónicamente en la inmensa mayoría de los casos) y os recomiende realizar el aislamiento.
Si los síntomas son leves, el niño no presenta enfermedades de base y el entorno familiar puede porporcionarle los cuidados necesarios, el aislamiento se hará en el domicilio. Aquellos pacientes que hayan estado ingresados por una infección por Coronavirus es probable que necesiten continuar el aislamiento domiciliario tras el alta.
Este aislamiento será aún más importante (y deberá valorarse si puede hacerse en el domicilio) si convivís con personas de riesgo: mayores de 60 años, embarazadas o enfermos crónicos (inmunodeprimidos, diabéticos, hipertensos…)
Además, deberán guardar cuarentena durante 14 días aquellos niños que hayan tenido contacto con un caso positivo, vigilando la aparición de síntomas.
En qué se diferencia el aislamiento de los niños del de los adultos
La principal diferencia respecto a los adultos es que los niños no se pueden aislar solos. Por ello el aislamiento deberá ser junto con un adulto. Ambos se aislarán en una habitación, preferentemente con baño independiente y ventilación.
Otra diferencia es que en los niños, especialmente los más pequeños, resulta difícil mantener ciertas medidas de control: dificultad para usar mascarilla (no recomendable en los niños muy pequeños), dificultad para realizar una correcta higiene de manos, no controlan los esfínteres, babean y se llevan todo a la boca, imposibilidad de cubrirse para toser y estornudar… Por ello las medidas de higiene y aislamiento del menor implican a las personas responsables de su cuidado.
Cómo llevar a cabo el aislamiento
Varias sociedades científicas (Asociación Española de Pediatría, Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria, Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria y Sociedad Española de Infectología Pediátrica) han elaborado un protocolo donde definen las condiciones del aislamiento.
El lugar. Como hemos dicho previamente, se tendrá que aislar al menor junto con un cuidador. Lo ideal es disponer de una habitación con ventilación y un baño de uso exclusivo. Es conveniente ventilar la habitación al menos cinco minutos al día. La puerta de la habitación permanecerá cerrada. Se evitará salir; si deben hacerlo lo harán con mascarilla y tratando de estar al menos a 2 metros de distancia del resto de convivientes.
Lavado de manos. Es lavado de manos es una de las medidas más eficaces contra el Coronavirus. El cuidador y el niño deben lavarse las manos con agua y jabón frecuentemente, y en especial tras contacto con saliva, secreciones oculares y nasales, manipular pañuelos, antes y después del cambio de pañal; después de toser o estornudar, antes de salir de su habitación, antes de comer y después de realizar la limpieza de cualquier superficie.
Aseo personal. Lo ideal es que el paciente tenga baño de uso exclusivo. Si no es así, se deberán extremar las precauciones y usar objetos de aseo de uso personal. Su ropa y toallas (que serán de un solo uso) deberán ir a un cesto separado y lavarse al menos a 60º.
Otras medidas de protección para el cuidador y para el niño si su edad lo permite. Cubrirse la boca y la nariz al toser y estornudar con un pañuelo desechable, con el codo o con mascarilla en el caso de llevarla puesta; deberemos lavarnos las manos inmediatamente después. Además se recomienda evitar el contacto físico estrecho (besos, caricias...) con el resto de convivientes.
Limpieza. La limpieza diaria de todas las superficies de la casa debe realizarse con una solución de lejía en proporción 1:100 (1 parte de lejía doméstica al 5% en 50 partes de agua). Es importante limpiar con frecuencia las superficies de uso frecuente: mesas, pomos y picaportes, teclados, móviles, el baño tras cada uso por el niño...asi como los juguetes que haya usado.
La vajilla puede lavarse con agua caliente y jabón; si se dispone de lavavajillas es preferible, ya que alcanza temperaturas más altas. La ropa del niño enfermo debe manejarse con guantes desechables y lavarse, como hemos dicho, al menos a 60º. Los guantes, pañuelos y mascarillas usados se deben tirar a la basura en bolsa de plástico cerrada y lavarse posteriormente las manos con agua y jabón, durante al menos 20 segundos. Es recomendable disponer de un cubo de basura con tapa automática y bolsa de cierre hermético en su interior.
Que signos de alarma vigilar en el niño durante el aislamiento
Es probable que el pediatra de vuestro hijo se ponga en contacto con vosotros cada cierto tiempo para valorar la evolución del paciente y que os explique los signos de alarma que tenéis que vigilar y cómo contactar en caso de que aparezca alguno de ellos.
Debemos controlar la temperatura, la cantidad que come y si tiene vómitos y/o diarrea. Es importante que observemos su estado de hidratación, prestando especial atención a cuántos pañales moja. Debemos vigilar su estado general (si está contento o por el contrario está irritable o muy decaído). Y debemos prestar también atención a la tos (si va en aumento o cada vez es menor) así como a la posible aparición de signos de dificultad respiratoria (respira rápido, hunde el pecho, se le marcan las costillas).
Si vemos que el niño está muy irritable o decaído, aletargado, tiene dificultad para respirar o tiene signos de deshidratación (rechaza las tomas, apenas moja los pañales...) debe ser valorado por un pediatra (y acudir a Urgencias si es necesario).
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