¿Qué niño no se ha pillado alguna vez el dedito con una puerta, una ventana o un cajón? Se trata de un accidente doméstico muy habitual, especialmente en la infancia, por lo que conviene saber cómo reaccionar para aliviar su dolor y asegurarnos de que no se ha producido un daño mayor.
En la mayoría de las ocasiones todo queda en un susto, más o menos aparatoso en función de la gravedad del accidente, pero en otros casos podría ser necesaria la atención médica urgente. Te explicamos qué debes hacer si tu hijo se pilla el dedo.
En primer lugar, mantén la calma
Sabemos que es fácil decirlo, pero tremendamente difícil ponerlo en práctica cuando oímos llorar a nuestro hijo de forma repentina y sabemos por el tipo de llanto, que se ha hecho daño.
Fruto de la confusión y el estrés del momento, forcejeamos con el niño para que nos enseñe a toda costa su dedito, ese que se agarra con fuerza con la otra mano mientras grita desesperado. Son segundos caóticos, pero hemos de saber que nuestra tensión, nuestros gritos de angustia y el terror de nuestra voz no son la mejor ayuda para calmarle.
Así pues, arrodíllate a su altura, intenta tranquilizarle con voz suave y serena, y pídele que te muestre su mano para poder examinar su estado. Jamás sujetes ni toques el dedo afectado, pues podrías ocasionarle más daño.
Si no hay herida
Si aparentemente no observas ninguna herida y el dedo no sangra, es recomendable pedirle que lo mantenga unos minutos bajo un chorro de agua fría, pues eso le ayudará a alivia el dolor y la inflamación. También puedes colocarle un bolsa de hielo o un cubito envuelto en un paño (nunca apliques el hielo directamente sobre la piel, pues podría ocasionarle una quemadura).
Al cabo de un rato, cuando ya se encuentre más tranquilo, pídele que flexione el dedito lentamente y pregúntale si le duele al doblarlo. Si ves que se queja, que tiene dificultad para moverlo o que el dedo comienza a hincharse o deformarse, debes acudir con urgencia al hospital, pues podría tratarse de una fractura.
Si hay herida y sangra
Si observas una herida abierta que sangra, lo primero que debes hacer es valorar su profundidad y gravedad, pues sabemos que la sangre es muy 'escandalosa' y muchas veces el daño que hay detrás no es tan serio como parece en un primer momento.
Si el niño está asustado al ver sangre, cálmale con voz templada y trata de distraer su atención con preguntas o historias que aparten momentáneamente sus pensamientos de lo que está pasando. Mientras tanto, lava el dedo bajo el chorro de agua fría y examina el estado de la herida.
Si se trata de una herida que no reviste mayor gravedad, desinféctala y cúbrela con un apósito o tirita para que no se roce. Recuerda desinfectarla cada día y comprobar su evolución. Si tienes cualquier duda, crees que la herida no mejora al cabo de unos días o su aspecto comienza a empeorar, consulta con el pediatra o la enfermera.
Si a pesar de los cuidados, la herida no para de sangrar, parece profunda o su aspecto te genera dudas, acude al hospital de inmediato para su valoración, pues podría requerir atención profesional.
Si la uña se ha visto afectada
Cuando la uña se ve afectada por el golpe, puede lesionarse de distintas maneras.
Lo más habitual es que aparezca un hematoma subungueal (sangre que se acumula debajo de la uña), y al cabo de unos días la uña adquiera un aspecto morado o negruzco hasta acabar cayéndose sola. Si el hematoma ocupa gran parte de la uña se recomienda consultarlo con el médico, pues podría ser necesario drenarlo para aliviar el dolor.
Pero si la lesión ha sido más grave, la uña podría presentar cortes, aplastamientos o heridas profundas que comprometan su estructura, o incluso su desprendimiento total o parcial. En estos casos es necesaria la atención médica urgente.
La mejor forma de evitar este tipo de accidentes domésticos es mediante la prevención, colocando dispositivos de seguridad que impidan al niño abrir o cerrar puertas, ventanas o cajones. Aún así, sabemos que los niños son muy rápidos y que no hay quien detenga sus ansias de explorarlo todo, por lo que conviene estar preparados y saber cómo actuar en estas situaciones.
En cualquier caso, si es un bebé el que sufre el percance, tienes cualquier duda sobre cómo proceder, o crees que la lesión que se ha hecho tu hijo merece ser examinada, no dudes en consultar con un médico.
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