¿Aprendemos de los hijos o intentamos que sean como nosotros?

¿Aprendemos de los hijos o intentamos que sean como nosotros?
7 comentarios
HOY SE HABLA DE

Que el mundo parece girar cada día más rápido no es ninguna novedad. El ritmo de vida es cada vez más frenético y parece que vivimos deprisa esperando siempre el siguiente escalón.

Cuando un niño nace, los padres tendemos a pensar que no saben nada, que vienen como un cuaderno en blanco en el que debemos escribir para que aprendan y siempre esperando que maduren rápidamente para que dejen de llorar, para que empiecen a dormir más, para que se hagan más autónomos y en definitiva para que se adapten cuanto antes a nuestro ritmo de vida.

En este proceso en el que tratamos de volcar nuestro ser en ellos, intentando por lo tanto que sean como nosotros, no pensamos (de hecho a nadie se le pasa por la cabeza) que ellos tienen más que enseñarnos a nosotros que nosotros a ellos.

Sólo porque somos personas adultas, más grandes, más altas y más fuertes, dueñas de una información de la que ellos carecen creemos, desde que nacen, que nuestra misión es hacerles tal y como somos nosotros.

¿Y quienes somos nosotros?

Aquí es donde está el dilema. Pocas personas (y tristemente no considero que yo pueda incluirme en este grupo) saben realmente quiénes son ellos mismos.

Dicho de otro modo, tratamos de hacer que nuestros hijos sean como nosotros sin pensar qué somos nosotros mismos, hasta dónde hemos llegado ni cuál es el estado de nuestra vida interior, de nuestro equilibrio emocional o de nuestra autoestima.

Esto hace que personas llenas de complejos, de preocupaciones, de un ritmo de vida del que querrían poder huir, con un nivel de autoestima cuestionable, con vicios y obsesiones que querrían eliminar y con unas cuantas heridas emocionales producidas por personas que en su momento también tenían las suyas propias estén luchando, día tras día, por hacer de los niños una persona afín a ellos, semejante, que no desentone y, por lo tanto, con los mismos defectos.

Conócete a ti misma

Sé que puede sonar a Power Point sacado de un e-mail en cadena, pero el mejor camino para ser una buena madre es conocerte a ti misma, echar el freno de mano, hacer un viaje interior observando todas las capas y corazas que cubren la inocencia con la que naciste, las heridas que siguen sin curar, los problemas de la infancia que no pudiste afrontar porque eras pequeña y que te producen un nudo en el estómago si los recuerdas, las malas costumbres, los vicios y las obsesiones de los que querrías desprenderte y cómo no, todo aquello que te hace sentir bien, que no todo nuestro ser es negativo.

A través de ese viaje podrás empezar a ser honesta contigo misma y, sobre todo, podrás ser capaz de ver que el camino de tus hijos no tiene por qué ser el mismo que tú caminaste, ni el mismo que ahora caminas.

Aprender de ellos

aprender-de-ellos2.jpg

“¿Qué puedo aprender de un niño, si ni siquiera habla?”, podría preguntarse cualquier persona. Pues mucho, muchísimo. El problema es que hemos dejado de ser niños, hemos olvidado lo que suponía ser uno de ellos. Hemos dejado de percibir el mundo con los cinco sentidos y de empaparnos de la alegría que se nos ofrece cada día y ya no sabemos disfrutar de la cotidianidad.

Hemos crecido tratando de ser más fuertes, más listos, más resistentes y más impenetrables para sobrevivir. Así hemos logrado nuestra cota de éxito, que es lo que se valora en las personas, pero hemos perdido alegría, creatividad, espontaneidad y libertad.

Hemos luchado tanto por crear nuestra propia fortaleza, nos hemos cerrado tanto en nosotros mismos que, sin querer, hemos empezado a morir por dentro, viviendo una vida en la que no sabemos casi amar, tratando de querernos a nosotros mismos y en la que no nos queremos comprometer ni exponer ante los demás por miedo a sufrir (cerrándonos aún más).

Los niños nacen con todo aquello que nosotros nos hemos dejado en el camino: son libres, creativos, espontáneos y rebosan alegría e inocencia.

En un mundo mejor los padres deberían tratar de enseñar menos y aprender más. En un mundo mejor los padres deberían tratar de ver el mundo a través de los ojos de sus hijos, para conocerse a sí mismos a través de la infancia que ya no recuerdan, pero que vivieron. Quizás así recuerden todas aquellas características que les hacían más felices y recuperen algo de ellas.

Fotos | Flickr – AdamSelwood, Inferis
En Bebés y más | ¿Dejamos a los niños ser niños?, Tus hijos no son tuyos, Vídeo: los niños son nuestros maestros, Ser papá: Te cambiará la vida, Bienvenidos al planeta Tierra (vídeo)

Temas
Comentarios cerrados
    • interesante

      Yo creo que nosotros debemos conocernos muy bien para que nuestros hijos tomen lo mejor de nosotros y se deshagan de lo peor. Yo veo en mi hijo un nuevo comienzo, como si yo volviera a nacer con él. Siempre he seguido en contato con mis sentimientos de niña y siempre me pongo en su lugar para saber qué puede necesitar, querer, decir... De esa manera nos vamos conociendo y entendiendo.

    • Cerrar respuestas
    • Avatar de ainara27 Respondiendo a ainara27

      No lo hubiera expresado mejor: es como si volviéramos a nacer. Soy conciente de mis errores y mediocridades e intento que el niño no los coja, misión prácticamente imposible porque si no tiene los míos tendrá los suyos. Ley de vida. El camino es bidireccional. Enseñamos de nosotros y aprendemos con ellos, pues, cómo saber lo que significa la vida sin darla?

    • Avatar de ainara27 Respondiendo a ainara27

      ¿Y cómo nos deshacemos de lo peor? Se admiten sugerencias. A mi también me vienen a la memoria (no se me habían olvidado) un montón de cosas de mi infancia, sentimientos, miedos, palabras... por ejemplo, la relación con los abuelos. Me gusta ponerme en su lugar y es especialmente mágico con Sara, que acaba de cumplir 4 años y ya es tan preguntona como dicen que era yo. Pero a veces pienso, ¿por qué me recuerda a mi? ¿Será porque inconscientemente hago que sea como yo?

      Para mi el reto es no pensar tanto en mi, con mis claves o parámetros, sino en los de ellas. O como tú dices, como si yo volviera a nacer.

    • Cerrar respuestas
    • Avatar de annajuanroch Respondiendo a Anna JR
      interesante

      Con "lo peor" me refiero a lo que queremos transmitir de nosotros a nuestros hijos. Es decir, yo, que solía tener poca paciencia, por mi hijo saco paciencia de donde sea. No me muestro impaciente y que se fastidie.O estoy cansadísima, pero tengo que jugar con él. Los priorizamos ante cualquier cosa, incluidas nosotras mismas.

      Queremos mejorar para ellos. Eso es ser padres y madres.

    • interesante

      Los padres, incluso los ausentes, marcamos fuertemente la vida de los hijos. Somos el primer referente, el modelo a imitar, aunque esto vaya cambiando con la edad. Así que es inevitable, al menos en parte, plasmarles a nuestra imagen. Pero también es bueno que sea así, no aprenden de la nada, aprenden imitando. El artículo parece que desdeña un poco todo esto. Sólo hay una pequeña referencia a las cualidades. Vaya, que la mayor parte de la gente tiene más de bueno que de malo.

      Otra cosa es que los padres nos empeñemos en que se parezcan a nosotros para sentirnos realizados. Eso sí que es peligroso.

    • Cerrar respuestas
    • Avatar de entribu09 Respondiendo a entribu09
      interesante

      A eso me refiero entribu09 a intentar educar con demasiada obcecación en hacer entrar a los niños en un mundo, en una sociedad, demasiado imperfecta.

      Sobre el ejemplo, totalmente de acuerdo. Queramos o no, algo van a aprender de nosotros. Hay una frase increíble que dice: "Educar es aquello que hacemos cuando no estamos educando".

    • Qué bonita entrada, Armando!!!

      Efectivamente, creo que si nos abrimos a la experiencia de la m(p)aternidad, es mucho más lo que tenemos que aprender con los niños, sobre todo es MUCHO LO QUE TENEMOS QUE APRENDER SOBRE NOSOTROS MISMOS.

      Cada vez que nuestros hijos nos hacen una pregunta, cada vez que nos desquiciamos o perdemos la paciencia, cada vez que intentamos que hagan algo que no quieren hacer... lo que tendríamos que preguntarnos es por qué, qué parte insconciente de nosotros mismos está saliendo a flote.

      Los niños son un espejo mágico y perfecto donde podemos aprender a mirarnos, a encontrar nuestras propias sombras y defectos, y a ser mejores.

      Las personas que están dispuestas a crecer y a mejorar, encontrarán en la m(p)aternidad un camino inmejorable. Los que se resisten, solo transmitirán sus limitaciones y su cortedad, sus propios defectos, a sus hijos.

      Es inevitable siempre que algo de nosotros cojan, pero cuando nosotros crecemos con ellos, ellos también crecen más, llegan a donde verdaderamente pueden llegar, sin que nadie les corte las alas.

      Es al revés de como la mayoría de la gente lo ve. Justo al revés. Ese es el gran reto.

      Un abrazo y gracias!

    Inicio
    ×

    Utilizamos cookies de terceros para generar estadísticas de audiencia y mostrar publicidad personalizada analizando tu navegación. Si sigues navegando estarás aceptando su uso. Más información