Cuando el tercer hijo nace, el segundo (también) crece de golpe‏

Cuando el tercer hijo nace, el segundo (también) crece de golpe‏
18 comentarios

Hace un tiempo escribí una entrada en la que explicaba algo que había sucedido al nacer mi segundo hijo, Aran. Jon, el mayor, creció de golpe en mi mente y, pese a tener tres años, de un día para otro pasó de ser mi niño pequeño a ser mi hijo el mayor, llegando a exigirle cosas que hasta ese momento no le había exigido y llegando a tensar demasiado la cuerda.

Pues bien, mira que iba avisado (y tan avisado, que yo mismo di el aviso) para el nacimiento del tercer hijo, pero al nacer Guim, Aran creció de golpe también. Por eso hoy os explico lo mismo, pero en versión segundo y tercer hijo: cuando el tercer hijo nace el segundo crece de golpe y papá puede llegar a meter bastante la pata.

Al nacer Guim, Aran entró en el grupo de “los mayores”

Sucedió así en mi mente. Tenía toda la teoría y tenía la experiencia de la otra vez, pero aún así tropecé dos veces con la misma piedra. Nació Guim y Aran, de repente, dejó de ser nuestro niño pequeñito para pasar a formar parte del grupo de “los mayores”. Yo tenía 3 hijos, pero se dividían en dos, el recién nacido, o sea, el pequeño, y los mayores.

Por esta razón, torpe de mí, hubo momentos en que les exigía a los dos las mismas cosas, sin pensar que uno tiene 6 años y es muy capaz de hacer muchas cosas, pero el otro tiene 3, y aunque es muy “mayor” para muchas cosas (y esto quizás le perjudicó porque mi subconsciente lo sabe), sigue siendo un niño de 3 años que está empezando a conocer el mundo más allá de sí mismo.

Guim tampoco ayudó mucho

Si Guim hubiera tenido el detalle de parecerse más a su padre que a su madre, y no hablo del físico, sino del comportamiento, todo habría sido más fácil. Cuando se juntan mi madre y mi suegra está claro que Miriam y yo, cuando éramos pequeños, éramos la noche y el día.

Ella no dormía casi y, cuando lo hacía, el vuelo de una mosca la despertaba. No podía estar nunca sola, lloraba en la hamaca y lloraba en brazos, no podía despegarse de sus padres o la liaba. Yo, en cambio, era un niño de “ON” y “OFF”. Mi madre dice que sabía que había tenido otro hijo porque tenía buena memoria, que si no podría haberlo olvidado. Yo no lloraba, de hecho, mi madre explica que cuando lloraba apenas me oía, porque tampoco hacía demasiado ruido (como sin querer molestar).

En fin, todo esto para explicar que mis dos primeros hijos fueron muy Miriam en este sentido. Yo tenía la esperanza de que este vez sí, a la tercera, mi hijo cogiera alguno de mis genes pacíficos. Pero no, no fue así. Ya en la barriga demostró pronto que nos íbamos a dar cuenta cuando saliera, y así ha ido siendo. Guim es demandante a más no poder, tanto que, como Miriam, también llora hasta en brazos (que uno dice… ¿pero qué más hago, si ya te tengo en brazos y meciéndote?).

El caso es este, como Guim es tan demandante está todo el día en brazos, así que cuando uno está con él, el otro trata de ordenar las vidas de toda la familia corre corriendo (casa, comida, ropa, niños, papeles, recados, etc.). En esta ecuación “los mayores” salen perdiendo, porque es difícil encontrar tiempo para estar con ellos. Jon lo lleva bien, pero Aran no lo ha llevado tan bien y yo, en vez de pensar “sólo tiene 3 años”, llegué a pensar que “siendo de los mayores, deberías entender que no puedo”.

Poco a poco, y gracias a Miriam, que lo veía desde fuera (“le estás pidiendo demasiado”), me di cuenta de nuevo del error que estaba recometiendo (¿otra vez, cazurro?) y empecé a tratar de calmarme con él, buscando de donde fuera el tiempo y la paciencia para atenderle cuando me necesitaba.

El sol regresa

Ahora, con Guim que acaba de cumplir los cuatro meses, tengo tres hijos: Jon, el mayor, Aran, el mediano y Guim, el pequeño. Cada uno con sus particularidades y sus necesidades y con un papá (yo) más consciente de que cada uno merece ser tratado de manera individual, y no necesariamente de igual manera.

El tiempo pasa, el nuevo miembro se va integrando en su nueva familia (aunque casi diría que su familia se está integrando al nuevo miembro) y poco a poco todos vamos encontrando nuestro sitio para tratar, sobre todas las cosas, de ser felices.

Sé que venimos al mundo para ser felices y para sufrir (o eso dice Pedro Guerra, que “venimos para ser felices y para sufrir”), pero como el sufrimiento es incontrolable porque viene de todas partes, nuestra misión será únicamente centrarnos en ser felices. En eso estamos.

En Bebés y más | Carta a mi futuro hermano: “El día que nazca”, Curso de paternidad y maternidad: un segundo hijo, Cómo preparar a tu hijo para la llegada del nuevo bebé‏

Temas
Comentarios cerrados
    • interesante

      Muy buena tu autocrítica, si te sirve de consuelo a todas las familias de mi entorno más cercano nos ha sucedido igual: la teoría la sabes, estás decidido a seguir "dedicándote" como antes a los otros hijos ("los mayores"), sabes que son niños y no puedes pedirles responsabilidades de "mayores"... Pero luego llega el bebé: requiere tiempo y energías; y no hay planes que valgan.

      Es bueno como padres hacer una valoración y reconocer nuestros errores, y rectificar (que es de sabios) pero visto desde el punto de vista de hermana mayor tampoco lo recuerdo como algo traumático ( tener más responsabilidades y menos atenciones), me gustaba ser "la mayor" y pronto entendí que el más débil necesita más atención, me sentía muy querida por mis padres de igual modo.

    • Cerrar respuestas
    • Avatar de anamare Respondiendo a anamare

      Gracias ;) Espero que, como dices, vayan entendiendo que el peque necesita mucho a papá y mamá (y los pobres creo que lo entienden demasiado... porque cuando se pone a llorar en plan "se acaba el mundo" ya no dicen ni mú)...

    • interesante

      Yo sólo tengo dos, pero la historia también me suena... El mayor estuvo siempre pegadísimo a mí, el típico niño muy enmadrado que jamás se separó de mí hasta que me fui al hospital a parir a su hermano (y me retiró el saludo un par de días, no vayas a pensar que se lo tomó bien!). Y el segundo salió "de esos", llorón como una sirena de bomberos, permanentemente en brazos y cuando le daba el arrebato no le valía ni el portabebés, tenía que ser en brazos-brazos, ocupando dos manos. Recuerdo estar ayudando a desayunar al mayor (tenía casi 3 años, pero había ciertos menús que le daban la lata) con el pequeño a la teta... y llorando. Sí, lloraba mientras mamaba, dejaba de chupar dos segundos para soltar un alarido, por si se nos olvidaba que estaba ahí. Lo que nunca dejé de hacer fue conseguir un ratito al día de "hijo mayor y mamá a solas": aunque fuesen 15 minutos, veíamos que se dormía el peque y nos echábamos a la calle como posesos, a pasear cogidos de la mano y contándonos nuestras cosas. A veces no íbamos más allá de la acera de casa, porque el peque estaba con papá y papá estaba de guardia, pero estábamos solos un ratín. Eso sí, si tuviese otro creo que sería peor: al mayor los bebés le llamaron la atención siempre, pero el pequeño los mira de reojo con mala cara, todo humano más pequeño que él le cae mal automáticamente!! ¡a saber cómo reaccionaría si le llegase uno a casa!

    • Cerrar respuestas
    • Avatar de 16123 Respondiendo a 16123

      Ay, ay... a saber cómo reaccionaria, igual os daba una sorpresa y se lo comía a besos, aunque igual no... :S

    • interesante

      Vaya, tu caso me resulta sospechosamente familiar... yo también tengo tres hombrecitos: uno de 5 (casi 6), otro de 3 y otro de 15 meses. Y esos momentos en los que los tres se ponen de acuerdo para liarla parda (como pueden ser las "luchas fratricidas" por el mismo juguete) en casa les llamamos "la hora crítica" o "la hora chanante". Yo también siento que, en muchas ocasiones, les exijo a los dos "mayores" demasiado, y otras veces, en cambio, el que "paga el pato" de la "numerosidad" es el chiquitín. No sé si sonará a excusa, pero creo que cuando se tienen "tantos" niños pequeños, es absolutamente imposible darles a cada uno lo que merecen, que sería el 100% de nuestro tiempo y dedicación, simplemente por pura aritmética. No tener a los papis en exclusiva es una de las consecuencias inevitables de tener hermanos. La clave ya la habéis apuntado todos; amor, paciencia (de la que yo particularmente ando justita justita...), respeto, alegría, y a disfrutar de los niños buscando siempre su felicidad. Y añado también el no hacer caso al resto del mundo, a esos que vienen con la dichosa cantinela de "es que los mayores se mueren de celos", cuando lo único que hacen es seguir comportándose como lo que son: niños con sus propias demandas y sus propias necesidades; o a los cansinos que siguen a vueltas con lo de "el pequeño está muy enmadrado, hay que dejarle llorar para que aprenda". Con lo que nos cuesta a los padres multiplicarnos (que no dividirnos) por tres (o el número de hijos que tengamos), como para perder nuestro valioso tiempo escuchando consejos estúpidos (aunque dichos desde el cariño, claro). ¡Un saludo y ánimo para todos!

    • interesante

      Es curioso que aunque las situaciones no sean las mismas la sensación de agobio al leer el artículo y los comentarios sí es idéntica, me refiero a esa sensación de no haber tiempo ni para ir al baño, o de sentarse a leer un libro, todo son las demandas de nuestros niños y para "colmo" como buenos masoquistas de la crianza con apego lo hacemos felices y contentos, de culo y cuesta abajo, pero contentísimos.

      Mi situación es distinta, tal vez por que a mi hijo el mayor no puedo verlo como "el mayor" y por tanto no se me ocurre exigirle ninguna responsabilidad o entendimiento. Fue destronado con sólo 15 meses de vida, hoy tiene 23 meses y sigue siendo mi bebé niño, la peque es mi bebé niña y por suerte no es tan hiperdemandante como su hermano, por lo que para mí ha sido muy natural adaptarme a seguir atendiendo las demandas de él y aprovechar la tranquilidad de ella. Que sí, que con dos bebés una enloquece, no da a basto, en los momentos en que ambos te necesitan imperiosamente o lloran quisieras morir o desear cuatro brazos, dos labios para besar y de paso poder seguir planchando con los pies, pero en fin, al menos por ahora sigo teniendo dos pechos para el tándem que me saca de muchísimos malos momentos.

      Como dicen más arriba: paciencia, y yo añado: a disfrutar, que lamentablemente todos los niños crecen.

    • Cerrar respuestas
    • Avatar de brujanorte Respondiendo a brujanorte

      Buen resumen final!

      Conozco esa situación en la que todos lloran. El pequeño en brazos y los otros dos ahí donde pueden. Ese momento de los tres llorando desconsoladamente (no pasa a diario, ni mucho menos) lo recuerdo vívidamente porque en ese instante no sé si llorar con ellos o echarme a reír en plan "qué más me puede pasar?".

    • Es sacar tiempo de donde no hay. Paciencia como dices. De cualquier manera, leyéndote, tenéis una familia estupenda como os organizáis y tienes a unos hijos guapísimos! Enhorabuena!

    • Cerrar respuestas
    • Avatar de alito2011 Respondiendo a alito2011

      Gracias! A veces tengo ganas de que pasen un par de años para que todo sea más racional... aunque por otra parte, crecen tan rápido que da pena que pase el tiempo. Ains!

    • Guim es como Guillermo (mi hijo): demandante a más no poder que llora hasta en brazos. Yo me decía a mí misma muchas veces que si tuviera más hijos me moriría (no literalmente, claro). Vosotros los tenéis y sobrevivís. Así que enhorabuena, estáis haciendo algo realmente difícil. La foto es muy bonita. Jon tiene cara de responsable, Aran, de pillo, y Guim, de curioso (tan chico y mirando así el pantalón del hermano). Son muy guapos los tres. Por cierto, cuando he leído el titular, no lo he entendido. Yo he leído "cuando el tercer hijo nace el segundo", y después todo lo demás. Pensaba que se refería a un niño que aun habiendo nacido el segundo, era el tercer hijo (algo rarísimo). Después me he dado cuenta de que, o al titular le falta una coma, o a mí me falta un hervor.

    • Cerrar respuestas
    • Avatar de 20588 Respondiendo a 20588

      Uff, Alicia, hay momentos que... y eso que yo, en comparación con Miriam, no estoy casi con ellos. Ella día tras día y noche tras noche y ahí está la tía, que "me cambio de familia con ella" y a mí me da un síncope o dos.

    • Armando, enhorabuena por ser un padre tan crítico consigo mismo y sensible, que es lo que nos hace crecer. Esta entrada me ha emocionado mucho, justo cuando me hago preguntas acerca de una futurible maternidad y de las emociones que eso podría acarrear en mi pequeño Martín y en el conjunto de la familia.

      Muchísimo ánimo a Myriam, es una jabata intuyo, porque tres niños demandantes son mucho. Los tres son preciosos y me encanta la foto, donde sí se aprecia que efectivamente son tres personitas distintas, ya que reflejan diferentes emociones.

      Por cierto, aprovecho para agradecerte la entrada del billete dorado de Willy Wonka!! Ya lo tengo impreso, y hoy compramos la chocolatina. ¡Qué nervios! Ha quedado magnífico. Martín está también con el Sr. Willy Wonka emocionado, a pesar de que solo ha visto el inicio de la peli, justo hasta cuando entran en la fábrica. El resto parece un poco siniestro aún para él. Pero no importa, nosotros le contamos la historia a nuestro modo y le encanta.

      Un abrazo!

    • Cerrar respuestas
    • Avatar de ciberia Respondiendo a ciberia

      Gracias por tus palabras ciberia. Sobre tener o no más hijos, es una decisión vuestra totalmente, pero yo siempre le decía a Miriam, cuando dudaba: "si dudas, tienes que tenerlo, porque de tener un hijo nunca te arrepentirás. Si acaso te arrepentirás de no haberlo tenido". Y esas palabras las recuerdo porque ella me las recordó un día ("Armando, tienes razón, tenemos que tener un tercer hijo porque sé que no me arrepentiré, como me dijiste" y yo casi ni me acordaba que se lo había dicho).

      Sobre la tableta, espero que haya quedado bien!! A los míos les encantó... de hecho, cuando abren una tableta de chocolate, Aran mete el billete dorado y hace ver que la encuentra dentro.

    • Ahora mismo estoy embarazada de mi tercer hij@. En unos poquitos meses vamos a ser un@ más y sé que sobre todo los primeros meses será complicado. Mi hija Carla cumple 3 años en septiembre y es muy celosilla y demandante aun. Así que ya sé que de entrada le resultará complicado.

      Como tú espero no cometer los errores que cometí con mi hijo mayor, que ahora tiene 8 años. Él me llegó a decir que pensaba que quería más a su hermana que a él. Y sé que en parte era culpa mía por no poder atenderle tal y cómo hacía cuando estaba solo él. Yo también le hice mayor de repente. Y aun hoy lo hago. A veces se me olvida que solo son niños sobretodo cuando he de repetirles las cosas varias veces o cuando discuten o se pelean...

      Leer este post me sirve para darme cuenta de que simplemente somos humanos y que podemos equivocarnos una y mil veces a pesar de que nuestra intención no sea esa.

      Muchas dosis de paciencia y talante es lo que necesitamos. Y espero llegado el momento saber llevarlo lo mejor posible de modo que todos disfrutemos con este bebé tan querido y deseado.

      Por cierto, yo espero también que sea como mi hermano que se pasaba el día durmiendo o jugando tranquilamente, no lloraba nunca, solo protestaba para comer... De momento yo he tenido a cada cual más nervioso y más demandante. Ojalá el tercero traiga un poco de relax a casa. :)

      Un abrazo. :)

    • Cerrar respuestas
    • Bueno, a ver si tú tienes esa suerte! Mucho ánimooooo!

    • Qué familia más bonita!! Ánimo Armando, eres un padre maravilloso.

    • uy, yo no sé cómo reaccionaría Pablo si viniera otro detrás, pero m da que mal, porque se pone celoso hasta de los hermanos de los amigos de Ángela, porque él antes era el más pequeño,y en cuanto le decimos algo a alguno de los pequeños ya está: y yo también, a que sí, mamá.

    • Hace 13 días que tenemos a nuestra tercer hija en casa. Su hermano esta por cumplir 5 años y su hermana tiene 2 años y medio. Estos días han sido toda una travesía. El varón pasa llorando por cualquier motivo y la nena hace el doble de travesuras quq de costumbre. Siento que no los estoy entendiendo y algunos días terminan siendo un caos. Es un período de adaptación pero a veces no se si estamos haciendo bien y si les estamos ayudando a nuestros hijos a sobrevellarlo.
      Las familias son todas diferentes pero al menos veo que es un proceso parecido esto de los niños.

    Inicio
    ×

    Utilizamos cookies de terceros para generar estadísticas de audiencia y mostrar publicidad personalizada analizando tu navegación. Si sigues navegando estarás aceptando su uso. Más información