Diario de mi tercer “embarazo”: preparándome para un nuevo paréntesis en mi vida

Diario de mi tercer “embarazo”: preparándome para un nuevo paréntesis en mi vida
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Quedan pocas semanas, si acaso días (ya estamos de 37 semanas), para que nazca mi tercer hijo, Guim. Esto va a suponer muchos cambios en nuestras vidas, quizás no tan acusados como cuando tuvimos al primero ni al segundo, pero cambios al fin y al cabo porque nuestras rutinas ya estaban bastante establecidas.

Está claro que cuando tienes un bebé la vida empieza a girar en torno a él porque los bebés son muy demandantes, necesitan comer mucho, necesitan ser cambiados a menudo y necesitan estar en compañía.

Una vez crecen la dependencia es menor y los padres solemos tener un poquito de tiempo libre para hacer algunas cosas de las que hacíamos antes de ser padres. Ahora Guim está a punto de nacer y ya me estoy preparando para hacer un nuevo paréntesis.

Tener hijos es como hacer un “Kit Kat”

Antes de tener hijos iba a jugar a fútbol con los amigos los viernes, veía series y películas en casa, íbamos semanalmente al cine, cenábamos tarde, no había horario para acostarse y podía sentarme tranquilamente a disfrutar de una novela a la hora que me parecía bien.

Después de tener hijos dejé de ir a jugar al fútbol porque me sentía absurdo dejando a mi hijo en casa para ir a correr detrás de una pelota, dejé las series y las películas porque no había momento en el día para verlas, olvidé lo que es un cine y los libros, bueno, por gusto empecé a leer libros de bebés y crianza, no habiendo tiempo para leer una novela ni, de hecho, capacidad de permanecer despierto para hacerlo.

Por esta razón siempre suelo explicar a mis amigos que pronto serán padres que tener hijos es como hacer un “Kit Kat”, abres un paréntesis en el que tu vida cambia irremediablemente hasta que llega un día en el que, más o menos, puedes cerrarlo. Está claro que nunca lo cierras, porque un hijo es para toda la vida, pero con el tiempo aprendes a combinar el tiempo con los hijos con el tiempo para ti para que nadie salga perjudicado.

Cuando los niños crecen…

Como digo, una vez mis hijos han ido creciendo y han ido cogiendo más autonomía el tiempo libre ha ido aumentando (de manera irrisoria, ojo, pero sí unos minutos más al día). Ya no hay que cambiar pañales cada pocas horas, no hay que alimentar a un bebé a menudo, porque ya comen solos, no hay que llevarlos en brazos todo el día porque ya caminan y no solicitan tu presencia de manera casi constante, sino que ellos mismos desaparecen a la habitación para jugar a sus cosas en un tiempo que valoran como “su tiempo”, ese en el que los padres parece que sobramos (es poco tiempo, porque les gusta también estar con nosotros, pero mis hijos han llegado incluso a cerrar la puerta en alguna ocasión para jugar tranquilos).

Preparándome para volver a abrir paréntesis

Estos días he visto una película (una en las últimas tres semanas), que partí en tres. Vi un trozo de “Shutter Island” (muy buena, por cierto) el viernes por la noche antes de dormir, vi otro trozo el sábado por la mañana mientras planchaba la ropa y la última hora la vi el sábado por la noche, de nuevo, antes de dormir.

He estado viendo también algunos capítulos de “Sherlock”, que por suerte son pocos los emitidos, en algunos ratos que he tenido libres y, hace un par de meses, aprovechando que cogí la baja cuatro días, pude leer el primer libro de “Millenium”, de Stieg Larsson. Con los niños hemos ido yendo de manera más o menos regular al cine, hemos hecho cine en casa y hemos ido a algunas obras de teatro. Hemos hecho excursiones y hasta hemos salido a comer algún día fuera (lo que la economía ha permitido, que es más bien poco).

Como veis, no se puede decir que haya cerrado ningún paréntesis, pero sí he podido volver a hacer algunas de las cosas que hacía antes. Quedan pendientes la del gimnasio o salir a correr, incluso la de aprender inglés, pero éstas, que llevan más tiempo y no las puedo dejar ipso facto si un hijo me necesita, las dejaré para cuando los tres vayan al colegio, en los ratos que no estén en casa.

No soy mejor que nadie

Con esto no quiero decir que lo haga mejor ni peor que nadie, sino simplemente que yo decidí en su día hacerlo así, dejando de lado muchas cosas que me gustan hacer porque, al ponerlas en la balanza con el tiempo con mis hijos al otro lado, pesan menos.

Soy consciente de que hay padres y madres que necesitan más tiempo para sí que el que necesito yo. De igual manera seguro que los hay que necesitan aún menos que yo y se entregan las 24 horas a sus hijos aún cuando ellos ya han crecido.

Lo ideal es buscar el equilibrio, teniendo claro que si los padres no abren paréntesis, si tratan de seguir haciendo la misma vida de antes una vez el bebé ya ha nacido, alguien en el resultado de la ecuación sufrirá y, normalmente, suele ser el eslabón más débil, es decir, el bebé.

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