Un estudio realizado en Rusia y publicado en MedLine refuerza la importancia del contacto precoz entre la madre y el recién nacido, haciéndo énfasis en que el respeto a este momento de impronta es fundamental para que la lactancia pueda instaurarse sin problemas y para favorecer incluso la interacción afectiva en el primer año.
En muchas partes del mundo, incluyendo algunas partes de Rusia, aún persiste la tradición de separación de la madre y el bebé después del nacimiento y a menudo se combina con la de envolver al bebé.
El objetivo del estudio fue evaluar y comparar los posibles efectos a largo plazo sobre la interacción madre-hijo de las prácticas utilizadas en los paritorios y salas de maternidad, incluyendo las prácticas relativas a la cercanía de madre y lactante frente a la separación.
Se tomó como base un total de 176 parejas madre-hijo. El primer grupo fue aquel en el que colocaron a los niños piel con piel con sus madres después del nacimiento, y había alojamiento conjunto en la sala de maternidad. Se consideró el grupo segundo aquel en el que se vestía a los niños y luego se colocaban en los brazos de sus madres después del nacimiento, y había alojamiento conjunto en la sala de maternidad. Un tercer grupo fue aquel en el que los niños se mantuvieron en el nido después de su nacimiento y también mientras sus madres estaban en la sala de maternidad. El cuarto fue en el que los niños se mantuvieron en el nido después del nacimiento, pero había alojamiento conjunto en la sala de maternidad. Igual número de recién nacidos fueron envueltos o vestidos con ropa de bebé.
Se observaron episodios de lactancia precoz en los paritorios. La interacción madre-hijo fue grabada con arreglo a la Evaluación de las Relaciones Tempranas de Padres- Hijos un año después de su nacimiento
Los resultados del estudio fueron que la práctica del contacto piel con piel, la lactancia precoz, o durante las primeras dos horas después del parto en comparación con la separación entre las madres y sus recién nacidos afectó positivamente a las variables de sensibilidad materna, a la autorregulación de los bebés, y la reciprocidad de las respuestas hasta un año después de su nacimiento.
Se constató un efecto negativo de una separación de dos horas después de su nacimiento que no fue compensado por la práctica de alojamiento conjunto. Estos hallazgos apoyan la presencia de un período después del nacimiento, el "período sensitivo", en el que un estrecho contacto entre la madre y el bebé puede provocar a largo plazo efectos positivos en la interacción madre-hijo.
Las conclusiones del estudio fueron que el contacto piel con piel, durante las dos horas después del nacimiento, la lactancia temprana, o ambos, influyen positivamente en la interacción madre-hijo un año más tarde, en comparación con las rutinas que impliquen la separación de la madre y del bebé.
Este estudio y muchos otros que apuntan en este sentido refuerzan la importancia del contacto precoz entre madre e hijo. Sin embargo, y a pesar de ellos, la atención amorosa de las madres que fueron separadas de sus hijos es importantísima y de ninguna manera debemos pensar que, el hecho de habernos visto separados, vaya a hacer que tengamos dificultades o los amemos menos.
Cuando nació mi hijo no me dejaron abrazarlo en el paritorio, se lo llevaron y me quedé sola en la sala de recuperación durante dos horas, un momento de mi vida que todavía me hace llorar. Nunca me he sentido tan vacía y sola, tan helada, tan desconsolada y perdida, sin saber exactamente entonces que me pasaba.
Luego, cuando me encontré con él, hubo un momento extraño, en el que lo miraba pero no sentía ese amor inconmensurable que luego me invadió. La tristeza, la depresión del puerperio, los problemas de la lactancia que fueron tremendos, todo estoy segura que se habría mitigado si en aquel momento las rutinas hospitalarias hubieran sido encaminadas hacia hacer lo necesario sin separarnos.
Sin embargo también debo contaros que no imagino unión más intensa que la que ahora disfrutamos. Nos entendemos, nos amamos, confiamos el uno en el otro y nos cuidamos.
Puede superarse la separación precoz, por supuesto, pero no es necesaria, excepto en casos extremos.
Hoy, afortunadamente, diez años después, las cosas han cambiado mucho en los hospitales españoles. Ya se considera en la mayoría de ellos una prioridad favorecer el contacto precoz y respetar ese momento mágico y animal en el que la madre mamífera y la cría recién nacida se unen fuera el útero. Pero queda mucho todavía por mejorar y estoy segura que los avances en este sentido son fundamentales para la salud emocional de las madres y los hijos, además de para que la lactancia materna sea más sencilla.
Para lo que deben servir estos estudios es para que las maternidades se modernicen y consideren una prioridad, tan importante como las cuestiones médicas, el favorecer la creación del vínculo mediante el contacto precoz en esas horas en las que la impronta se fija.
Me gustaría animar a nuestros lectores para que nos cuenten si fueron separados del bebé en el paritorio y la manera en la que sienten que eso afectó a sus emociones, a la lactancia y al desarrollo del vínculo con el hijo.
Via | MedLine