Se puede ser "muy madre" y no amamantar

Se puede ser "muy madre" y no amamantar
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Se ha armado buen revuelo con la portada de TIME y el artículo y me gustaría añadir mis reflexiones al respecto a las que han compartido con nosotros ya Armando y Eva.

El titular es perfecto para vender, periodísticamente estupendo, pero es doloroso, nada puede despertar más hostilidad de una madre (aunque sea una madre desapegada y rígida) que alguien de a entender que no es buena madre.

Yo admiro al doctor Sears y desde luego estoy convencida que los niños crecerían para ser adultos más sanos emocional y físicamente si sus familias lo leyeran más y respetaran mejor las necesidades naturales y de apego de los niños. Seguro.

La crianza de apego como movimiento social

La maternidad de apego y respeto es un movimiento social a nivel mundial cada vez más fuerte, que supone una recuperación del vínculo y los elementos de crianza naturales del ser humano.

Yo interpreto todo este movimiento como paralelo a otros movimientos de decrecimiento sostenido, ecología y búsqueda de la felicidad en el crecimiento personal o las relaciones humanas significativas.

Se trata de dar valor lo humano en armonía con nuestra naturaleza, frente a la comercialización o la visión del ser humano como un autómata al que programar socialmente.

A nivel sociológico es interesantísimo ver la evolución de estos movimientos, que nacieron de los grupos de apoyo a la lactancia pero han tomado mucha fuerza.

La lactancia y la crianza de apego

Además, las investigaciones científicas cada vez dan más peso a las tesis del apego, a la necesidad real y biológica del contacto físico, de los beneficios de la lactancia materna y de evitar a los niños frustraciones por normas antinaturales de los adultos.

Pero si amamantar garantizara el respeto al niño no habría habido maltratos, infanticidio ni abandonos hace 200 años y la consideración de la infancia era posiblemente mucho peor que la que hay ahora.

La cultura del desapego

El desapego que se promueven algunos psicólogos o especialistas en crianza no tiene ningún refrendo científico, sino que forma parte de una construcción sociológica, un modelo de la sociedad ideal en el que la autonomía y la seguridad se consiguen desapegando a los bebés de sus madres.

De hecho, estamos hablando de política, no de política de partidos, sino de algo más profundo que está en la raíz del pensamiento político: cómo queremos vivir los seres humanos y como debe ser la sociedad para que podamos desarrollarnos felices. Yo apuesto por el respeto y el apego a nuestros hijos.

El titulo, periodísticamente excelente, pues es bastante provocador. Vende. Lo que prentendía. Pero es falso y retorcido.

Cuando una madre entiende las necesidades de su hijo procurará acompañar su descanso y su juego, guiarlo más que dominarlo, no usará la agresión ni los insultos o gritos, lo escuchará y lo tratará con respeto, respetando sus necesidades naturales por encima de todo. Eso es una madre que cría con respeto y apego.

Posiblemente le querrá dar el pecho todo el tiempo que ambos quieran y sabrá que es normal que los niños humanos tomen pecho entre dos y siete años. Todo eso me parece excelente y creo que cuanto más se informe a las familias, mejor.

Se puede ser “muy madre” y no haber amamantado

Pero queda claro que pongo la lactancia en último lugar y lo hago conscientemente. No es necesario haber dado el pecho para ser una madre maravillosa ni para criar con apego. No lo es. Sea por lo que sea hay millones de madres maravillosas, entregadas, respetuosas y conscientes que nunca amamantaron a sus hijos.

Eso no quiere decir que no sea mejor para los niños la lactancia, y que ayude a que la comunicación y el vínculo fluyan, pues es algo biológico. Pero se puede criar con apego sin haber amamantado.

Creo que esta portada no refleja la realidad, no refleja tampoco lo que piensan las activistas de la crianza respetuosa. Yo amamanté a mi hijo más de seis años pero los primeros dos meses de vida no pude hacerlo. Y lo amamaba y respetaba igual. Y era tan madre cuando le daba el pecho como cuando no se lo podía dar. Y desde luego no haber podido, por la razón que sea, amamantar no te hace “menos madre”.

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