Tener un hijo sería algo maravilloso y perfecto si durmieran toda la noche
Una de las cosas sobre las que hago mucho hincapié cuando hablo con una pareja que está a punto de tener un bebé es en lo duro y cansado que es ser padre y ser madre. Lo hago (e insisto en ello cuando hago charlas de pre-parto) porque tengo la sensación de que la mayoría de gente omite ese dato cuando habla de los bebés, parece que todo va a ser felicidad, risas y alegría y las parejas se llevan un bofetón de realidad enorme en los primeros días y semanas.
Vamos, que suelen pensar que eso de ser padres es como empezar a ver estrellitas de colores, sentir hormiguitas en el estómago y vivir como en un mundo de magia en que tu bebé es adorable y la realidad es que las estrellas las ven mientras pasean al bebé a las tantas de la noche, las hormigas las imaginan en todas partes por la falta de sueño y la magia se va después de unos pocos días. Lo que vengo a decir es que tener un hijo sería algo maravilloso y perfecto si durmieran toda la noche.
La mayor queja de los padres recientes
¿Por qué una persona que ha escrito un libro horrible en el que recomienda dejar llorar a los bebés por la noche ha vendido millones de libros? Muy fácil: porque los padres lo pasan muy mal. Es, creo yo, la mayor queja de los padres recientes. No pueden dormir, no descansan bien, el sueño les persigue por el día, les atrapa por la noche y cuando deberían descansar no solo no lo hacen, sino que aún acumulan más sueño y cansancio.
Así, día tras día, noche tras noche, hasta el punto que empiezan a actuar como autómatas sin más objetivo que el de satisfacer por completo a su bebé. Cualquier cosa con tal de que descanse un poco. Lo que él quiera, con tal de que se duerma, que no llore, que no moleste. Derrotados. Agotados. Amantes de su hijo, de su bebé, al que quieren con locura, pero con aquella sensación de "esto no es lo que esperaba".
Porque ellos esperaban que todo fuera maravilloso, que todo fuera perfecto, que el amor rebosara por todos los rincones de la casa, pero lo que rebosa es el dolor de muñeca de tener al bebé en brazos, la contractura en la espalda de dormir dándole la teta, ver que son ya las diez de la noche y la casa está patas arriba y el agotamiento mental de ver (hablo de quien se va a trabajar) que faltan dos horas para que suene el despertador y apenas has descansado.
Cuando los padres lo consideran un problema
"Es muy bueno, duerme muy bien", dicen aquellos cuyo bebé come, caga y duerme. "Uff, me ha salido muy llorón", dicen aquellos cuyo bebé come, caga, duerme y llora, siendo más demandante. Uno es el bueno, el otro no. Uno es el normal, el otro no. ¿Perdón? No... el normal es el segundo. Bueno, miento: el primero también, pero es una excepción.
¿Pero qué pasa cuando crees que tu hijo no es normal? Que pasa algo, que hay algún problema, sientes que tienes que hacer algo por solucionarlo. Recibes la bofetada de realidad, pero no la aceptas. "Estoy agotada, llora mucho". "No puedo más, se despierta tres veces por la noche". "Me tiene consumida, mama cada dos horas". "Solo quiere brazos". "Lo dejo en su cuna y no duerme".
Si os fijáis, todo lo que acabo de explicar lo hacen la mayoría de los bebés. ¿Qué ha pasado? Que a esa madre y a ese padre nadie les dijo cómo son los bebés normales. Nadie les dijo que comen a menudo, que se despiertan varias veces por la noche (a veces muchas más veces que tres), que muchos no duermen si no es en brazos y que lo de estar solos no les motiva en absoluto.
Nadie les dijo cómo era tener un bebé. Por eso yo insisto tanto en tratar de explicarlo, para que vayan avisados, porque si lo tienes en cuenta, si al menos logras imaginarte un pelín lo que será, sabrás a qué atenerte.
Si durmieran toda la noche
Así que una vez sabes que el día a día es muy duro, una vez lo aceptas, una vez empiezas a encontrar soluciones a los problemas y padres y bebé vais conectando cada vez más y os vais conociendo, y a medida que los papás admiten finalmente que es más duro de lo que creían, pero se deciden a poner toda la carne en el asador y tirar p'alante, os dais cuenta de que hay algo que no podréis solucionar fácilmente: las noches.
Y ese es, precisamente, el mayor problema. Porque si os levantarais descansados podríais afrontar el día a día, lo que cayera, con la energía de quien ve amanecer un nuevo día con las pilas nuevas. Pero eso no sucede, no normalmente, así que cada día pareces un poco más cansada, tus ojeras llegan más abajo, tu pelo pierde más brillo y tu piel es más pálida. ¿Y qué haces? Pues lo asumes, te das cuenta de que a todos les gusta tu bebé cuando ríe y es feliz, pero que cuando llora y no duerme es cosa tuya. Que sí, que tiene que ser así, pero que oye, tú esperabas un poco más de apoyo, un poco más de presencia de todos los que se ponían tan contentos al ver tu barriga y tanto se alegraban por la llegada de un nuevo miembro a la familia. ¿Dónde está la tribu?
Y es que si al menos durmiera toda la noche, o si solo se despertara una vez... ¿Y si al menos hiciera seis o siete horas seguidas? ¿O al menos cinco? ¿Cuatro? Así al menos dormirías más, sabrías al despertar dónde estás, sabrías decir si es de día o es de noche y tendrías ganas de tener otro bebé en no mucho tiempo. Pero así, en estas condiciones, madre mía, "cualquiera se pone". Si fueran unas horitas seguidas... ¡sería tan maravilloso y perfecto!
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