Tres estrategias para tratar a la familia si critica tu forma de criar (I)

Tres estrategias para tratar a la familia si critica tu forma de criar (I)
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Muchas jóvenes familias se encuentran con que la familia continuamente cuestiona como educan o cuidan a sus hijos: que si no lo cojas, que si le das mucha teta, que si como eres tan egoísta que no le das el pecho, que si no lo alimentas correctamente, que si mételo en en carro y que llore... para ellos y especialmente ahora que en verano la convivencia es más estrecha en vacaciones, os cuento tres estrategias para tratar a la familia si critica tu forma de criar.

No hay una forma de crianza que vaya a ser especialmente conflictiva si vuestra familia respeta que soís adultos y que tomáis vuestras propias decisiones, pero la juventud, el ser primerizos o el depender en cierto modo de ellos puede hacer que deseen meterse más de lo que les corresponde, aunque lo hagan por amor. Pero a veces si no paramos las críticas pueden ser muy dañinas.

Pero si has elegido una forma de crianza algo "alternativa" o diferente es posible que al comienzo no comprendan nada. Y es que es algo nuevo, extraño y puede que hasta peligroso esa moda de no dejar a los niños llorar o no educarlos con castigos o chantajes.

La sociedad, la mayoría de los expertos a los que se da autoridad por tener un título (psicólogo, maestro, pedagogo...), su propia vida, todo indica que lo mayoritario y normal es no "consentir" a los niños y mucho menos darles la teta a demanda o mucho más de un año, dormir con ellos o llevárlos en brazos.

Primera estrategia: la buena información y la empatía

La primera estrategia es la más efectiva en algunos casos. Escuchamos sus opiniones, que seguramente nos dan con la mejor intención del mundo aunque usen, a veces, tonos un poco prepotentes, y les ofrecemos las nuestras apoyándonos en toda la información posible cientifica y contrastada.

Tenemos que pensar bien de ellos y confiar en que sus motivos son, generalmente, una preocupación real por nosotros y sus nietos, a los que, aunque de forma equivocada, quieren cuidar y proteger de nuestra inexperiencia.

Aprovechemos su amor y la experiencia de sus opiniones para aprender de ellos, pero sin ceder en lo que consideramos adecuado ni un ápice. Nuestra seguridad va a transmitirles un mensaje positivo, que hacemos lo que hacemos porque estamos convencidos de que es lo correcto y lo hacemos con motivos fundamentados.

Estaremos abiertos a compartir nuestros conocimientos y experiencias con ellos, incluso a proponerles lecturas y documentos con los que pueden aprender. No os extrañe si no cejan, pero igualmente, sentiros felices si escuchan y están dispuestos a aprender.

Muchos familiares, aunque no lo hagan al principio, terminan por entender que tenemos razones nada absurdas para elegir determinada forma de crianza y que lo hacemos con seguridad y el apoyo de profesionales y organismos oficiales que lo avalan gracias a las actuales investigaciones y también, y eso es importante, dejándonos aconsejar por nuestro propio corazón.

Imaginad cuando dentro de unos años ese abuelo o abuela que pensaba que eras una loca o loco que estaba conduciendo a sus nietos a la marginalidad o la delincuencia termina diciendo lo orgulloso que se siente de como has actuado y de lo bien que los has educado. Os juro que puede suceder.

Imaginad cuando dentro de unos años ese abuelo o abuela de cabeza más cuadriculada que un tablero de ajedrez afirme que no hay nada mejor que la libertad y el cariño para los niños y que le encanta que le dieses la teta cinco años o que lo eduques en una fórmula alternativa porque su nieto es un adolescente del que sentirse muy orgulloso. Os juro que puede suceder.

Hay familias que relatan que, pasado un tiempo, aquellos que les criticaban al principio, terminarán comprendiendo y hasta apoyando sus decisiones en cuanto al sueño infantil, la alimentación o la educación menos convencional.

Cuando nuestros hijos crecen y lo hacen de manera sana y con un equilibrio emocional evidente, ceden ante la realidad, aunque, claro, siempre habrá quien lo atribuya a la suerte, a los genes de su parte de la familia o aprovecharán cualquier situación incómoda o problema para echar en cara que se hicieron las cosas "mal".

Sea cual sea el modo en el que se reciba nuestro mensaje, la primera estrategia sería la comprensión, la empatía, el respeto, el amor y mucha, mucha, seguridad en nosotros mismos y en nuestras razones.

Mañana os cuento las otras estrategias siguientes que podéis usar si la familia critica en exceso vuestra forma de criar.

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