María Montessori, una verdadera visionaria y mujer de ciencia, fue la encargada de desarrollar un método que lleva su apellido, y que a día de hoy es considerado como uno de los más efectivos para la crianza de niños sanos y felices, ayudándolos a potenciar y a desarrollar sus habilidades.
Sus técnicas y actividades son cada vez más utilizadas por padres y maestros, debido a su efectividad, creando espacios dedicados al aprendizaje natural y orgánico en ambientes accesibles para los niños con una estética bastante ordenada y simple.
Y es justo por esta razón por la que se ha convertido en una muy buena opción psicopedagógica para niños con autismo, pues el método Montessori les ayuda a integrarse en un ambiente seguro en el cual se sienten cómodos, favoreciendo (pero nunca forzando) la socialización basada en el respeto de todos. Proponemos una serie de actividades basadas en Montessori para niños con autismo.
“Sembrad en los niños ideas buenas, aunque no las entiendan; los años se encargarán de descifrarlas en su entendimiento y de hacerlas florecer en su corazón”.
- María Montessori-
1. Organizar botones
Este juego es para niños mayores de 3 años, para evitar que se traguen cualquier tipo de pieza pequeña, como un botón. Para jugar a él solo necesitas tener algunos botes pequeños; puedes utilizar incluso los moldes para hacer magdalenas, o cuencos, cajitas... y colocar en una mesa diversos botones de todos los tamaños, formas y colores.
Luego, solo debes pedirle al niño que los organice (siguiendo un determinado criterio de los citados; color, forma, tamaño...). Así, puede ser un juego perfecto para aprender los colores, pues puedes pedirle que organice los botones separándolos por color.
De esta forma a través del juego y de manera divertida, el niño va a ir aprendiendo. También funciona para aprender acerca de los diferentes tamaños, formas e incluso números contando los agujeros de cada botón.
Es una forma de trabajar la organización mental y la clasificación en función de un criterio, ambas habilidades cognitivas valiosas. Es un juego muy sencillo pero altamente efectivo que no va en contra de las conductas que se relacionan con el autismo, como la tendencia a organizar y ordenar.
De hecho, pueden aprovecharse estas habilidades que tienen para potenciarlas con un fin (es decir, haciendo que sean funcionales).
2. Decantación o trasvase
Para muchos niños con autismo, las nuevas formas, colores, olores, sabores o texturas pueden llegar a ser muy abrumadoras, llegando incluso a negarse a probarlas, y más si insistimos mucho en que lo hagan.
Pero si se lo presentamos en forma de juego a través de la decantación (separar mezclas), o el trasvase (traspasar sustancias, como por ejemplo verter algo con una cuchara), puede ser un experiencia que se desarrolle de forma natural.
Se trata pues de colocar en un ambiente limpio y simple, como una mesa a la altura del niño en la que no haya más objetos que los que corresponden al juego, algunas cosas para probar. Pueden ser sólidos, líquidos..., todos ellos dispuestos en cuencos, bols, etc.
La idea es disponerlas en línea e invitar al niño a tocarlas y a acercarse a ellas para que sienta su textura. El siguiente paso será que separe las sustancias, que coloque cada una en un cuenco o bol diferente, etc. (es decir, siguiendo el juego de decantar, típico en Montessori).
Lo haremos empezando con cosas simples que no le generen miedo ni ansiedad al niño, y poco a poco iremos incorporando otros elementos. Recuerda siempre que menos es más, y no pasa nada si el niño no quiere acercarse a alguno de los objetos, simplemente probamos con otros.
3. Pizarra natural
Para este juego necesitas contar con un cuadrado o rectángulo de plástico o de madera, en el cual coloques dentro arena. No te compliques; puedes reutilizar una caja de pizza o incluso alguna bandeja que tengas en casa y que ya no utilices.
La idea es ofrecerle una pizarra natural al niño para que pueda dibujar y jugar con la sensación de los granos de arena en sus manos. Una buena idea es colocar algunas gotas de colorante en la arena para que sea más llamativa, o comprar la que ya viene de colores. Puedes dejar que el niño juegue libremente o pedirle que escriba o dibuje determinadas cosas. Este juego favorece en gran medida la lectoescritura.
Puedes hacer números, letras, etc., y pedirle que las trate de repetir en su pizarra. Suele ser un juego muy entretenido para todos los niños, que les ayudará a desarrollar habilidades cognitivas y motoras de forma entretenida.
4. Reconocer frutas o verduras
Uno de los temas más complejos en muchos casos de niños que tienen autismo es la comida, pues para muchos de ellos probar nuevos sabores y texturas resulta ser una experiencia demasiado abrumadora que les puede llegar a generar mucho miedo o ansiedad.
Esto es debido a su hipersensibilidad (que en algunos casos puede ser justo lo contrario, hiposensibilidad a las texturas). Entonces, en lugar de luchar con ellos para que prueben nuevos alimentos, podemos jugar a reconocer frutas y verduras.
Para este juego colocaremos varias frutas y/o verduras en una mesa y dejaremos explorar al niño. No lo obligues a tocar nada, solo deja que observe y si quiere que toque y juegue con ellas.
Seguramente al principio se negará a algunos elementos, pero con un poco de paciencia su curiosidad lo llevará a tocar, oler e incluso, con un poco de suerte, a probar nuevos alimentos. Lo importante aquí es no obligarlo a hacer nada, solamente permitirle explorar respetando su decisión de tocar o no.
Recordemos siempre las palabras de María Montessori, entendiendo que como padres también somos educadores de nuestros pequeños en casa:
“Estimular la vida, dejándola libre para que se desarrolle: ese es el primer deber del educador”.
- María Montessori-
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