Pues resulta que tal día como hoy, en 1809, vino al mundo un hombre que cambiaría nuestra forma de vernos, de pensarnos y sobre todo de atrevernos a repensar todo lo que antes se daba por cierto: Charles Darwin. Y como os decía ayer que me gustan las fiestas originales, nosotros esta noche celebraremos el Día de Darwin.
Os propongo aprovechar esta noche para hablar de él con vuestros hijos, explicarles lo valiente que fue atreviéndose a desafiar las ideas oficiales y lo original de su forma de analizar los datos empíricos para desarrollar una teoría. La ciencia, el método racional y mucho de lo que hoy nos rodea se lo debemos a aquel joven aventurero del Beagle.
En el Día de Darwin celebramos que somos primates, y eso explica mucho de lo que somos y de nuestro lugar en la Tierra. Y ahora sabemos que hay que explorar e investigar para seguir sabiendo cosas nuevas sobre el origen de la vida en la Tierra y quizá en el Universo.
Entre las cosas con las que podéis rematar la fiesta de cumpleaños de Darwin (que claro que si, puede haber tarta o apagar las velas en un helado o una magdalena en su honor), viendo algún documental sobre sus viajes y hasta con un disfraz de monos, que al fin y al cabo primos muy cercanos, más que abuelos nuestros, son.
Podéis hacer un mural, también, con un calendario de la historia de la vida o un árbol de los seres vivos terrestres, que les enseñará a los peques a valorar lo que realmente somos. O montar un escenario con los Lego u otros juguetes que os sirvan para representar su historia. ¡Feliz Día de Darwin!
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