Los bebés lloran porque necesitan hacerlo para sobrevivir. Así, el llanto cumple una función biológica básica, tal y como ha demostrado la ciencia en numerosas ocasiones.
Recogemos algunas aportaciones interesantes de la ciencia sobre el llanto del bebé para entender mejor esta función biológica y por qué solo existe una manera de responder a él respetuosa con sus necesidades y que fomente un apego seguro.
El llanto y su relación con la respiración
El llanto del bebé es tan natural y justificable como respirar. Además, estos dos actos están entrelazados física y neurológicamente. Los científicos descubrieron en 2017 que el pequeño conjunto de neuronas a cargo de la respiración rápida y activa también le da a un bebé la fuerza para llorar.
Un informe publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, citado en New York Times y llevado a cabo por investigadores del Centro Max Delbruck de Medicina Molecular en Berlín, reveló que los bebés ratones que carecen de este módulo clave neuronal (17.000 neuronas localizadas en una zona del cerebro), pueden respirar de forma lenta y pasiva, pero no animada ni vigorosa.
En estos bebés ratones, cuando abrían la boca para llorar, no salía nada. Además, respiraban tan débilmente que morían pronto. Según la Dra. Birchmeier, que lideró el estudio:
“Este fue un hallazgo sorprendente”. “La madre podía ver y oler a las crías, pero si estas no articulaban sonidos, era como si no existieran”.
Llorar: esencial para la supervivencia
Este estudio solo es uno más de los recientes informes que revelan lo crucial que es para la supervivencia del bebé, llorar. A través del llanto, exigen la atención inmediata de los adultos, que es lo que necesitan en ese momento.
Además, el sonido del llanto del bebé provoca en el adulto una respuesta mucho más rápida y fuerte en las zonas del cerebro orientadas a la acción que otros sonidos igual de fuertes o llenos de emoción (como por ejemplo; un vecino que también llora, un ladrido de perro...). Por otro lado, se sabe que, el llanto de muchos mamíferos bebés, comparten entre ellos propiedades acústicas básicas.
El llanto del bebé es así para activar la respuesta de los padres
Además, el llanto del bebé tiene una tipología de sonido específica, por una razón biológica, activando así la acción de los padres, que acuden a cubrir sus necesidades. ¿Cómo es este llanto?
Según los estudios, el llanto del bebé se distingue de otros por su tono simple, claro y esencial, y porque tiene una "estructura melódica" relativamente larga y sin interrupciones que cae y sube, vuelve a caer y se apaga de forma impredecible.
Si el llanto del bebé se mantuviera uniforme, sería fácil "habituarse" a ese sonido y dejar de notarlo, tal y como afirma para New York Times Katherine S. Young, psicóloga de la Universidad de California en Los Ángeles. Y añade: “En contraste, algo que cambia con el tiempo es difícil de ignorar”. De esta forma, y gracias a la naturaleza y forma de este llanto, el cerebro adulto está preparado para detenerse a oirlo.
La respuesta cerebral al llanto del bebé
De acuerdo con una investigación de la Universidad de Oxford, el llanto de un bebé genera una potente respuesta en el cerebro de las personas, haciendo que sea imposible ignorarlo para todos, incluyendo aquellos que no tienen hijos.
Por otro lado, investigadores de la Universidad de Dinamarca y la Universidad de Oxford, estudiaron la respuesta cerebral al sonido del llanto de un bebé a partir de escáneres cerebrales.
Descubrieron que la sustancia gris central -un área profunda del mesencéfalo que desde hace mucho se ha vinculado con conductas urgentes, de vida o muerte- dio señales de atención tras oír 49 milésimas de segundo del llanto de un bebé que había sido grabado y reproducido, el doble de rápido que la reacción a decenas de otros clips de audio usados como prueba.
Una forma de comunicar el malestar
Además, el llanto es una forma de comunicar el malestar. El psicólogo Robert Epstein (2012) señala que cuando un bebé llora, recién nacido, estamos hablando de una conducta respondiente, refleja y filogenética. Se trataría de una respuesta automática ya que el niño no tiene otra forma de comunicarse con su entorno para expresar malestar.
Pero qué ocurre, que con el tiempo, el bebé puede asociar también ciertas consecuencias al hecho de llorar (“me hacen caso”, por ejemplo), en base a sus consecuencias. De esta forma, su llanto adquiere otras funciones, siendo una conducta operante (una conducta aprendida, que sigue operando por las consecuencias, en este caso, en el bebé, ser atendido).
Por otro lado, estudios en otras culturas sugieren que la respuesta rápida al llanto del bebé, con tono cariñoso, producía llantos de menor intensidad (5 segundos o menos). Esto, a su vez, probablemente suscitara una respuesta cariñosa por parte del cuidador, buscando el alivio del bebé y no el propio.
Cómo responder al llanto del bebé
Un estudio realizado por el Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano (NICHD, por sus siglas en inglés), encontró que la reacción de las mamás ante el llanto de sus bebés es universal, y que consiste en cogerlos en brazos y hablarles.
Otra investigación encontró que responder a los bebés por la noche está asociado a un menor nivel de cortisol en sus cerebros, es decir, a menor estrés. Finalmente, otro estudio reveló que un bebé que suele ser cargado mientras llora podría ser un adulto más sano, menos depresivo, más amable y empático e, incluso, más productivo.
Así, ante la pregunta de cómo responder al llanto del bebé, la respuesta es una: atendiéndole, y nunca ignorándolo. Es decir, respondiendo a esta necesidad biológica de supervivencia.
Por otro lado, es evidente que en función del motivo del llanto las respuestas de cada cuidador serán variadas; acunarle y mecerle, darle de comer, cantarle, abrazarle, darle besos, cambiarle si se ha manchado, observar si muestra fiebre o algún síntoma de enfermedad, si tiene cólicos...
En definitiva, la única respuesta que es respetuosa con el desarrollo físico y psicológico del bebé es atender su llanto con amor y presencia, siendo, a través de nuestro cuerpo, su refugio.
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