Aunque no estéis en la playa, aunque no sea verano: protege a tus hijos del sol
Estos son días de fiesta, de excursiones, de salidas al campo, a la montaña, de jugar en la calle... y con la llegada del buen tiempo esto es imparable. También lo es el calor y la cada vez más fuerte incidencia del sol. Sin embargo, parece que no nos damos cuenta de que a los niños les hace falta protección solar hasta que no se queman por primera vez o hasta que pisamos la playa.
Y es que ya estos días muchos padres han comprobado cómo, simplemente por estar jugando en el patio del colegio (probablemente más tiempo del habitual por las actividades previas a las vacaciones), los niños se han quemado. Lo mismo puede suceder si pasamos un día de campo o de excursión al sol, sin protegernos.
Por eso conviene recordar que, aunque no sea verano, aunque no estemos en la playa, hay que proteger a los niños del sol (y a nosotros mismos, claro). Porque cuanto mayor sea la superficie de exposición, el tiempo y mayor la radicación solar, más riesgos de lesiones en la piel existen.
De entre los diferentes tipos de radiaciones que nos llegan del sol, los rayos ultravioleta A (UVA) penetran en las capas más profundas de la piel y son responsables del envejecimiento prematuro y del aumento de cáncer. De otro lado, los ultravioleta B (UVB) penetran de modo más superficial y provocan quemaduras solares y cáncer de piel.
Y como la piel tiene memoria, hay que empezar a protegerla desde que son pequeños y partir de que va a estar expuesto al sol, cualquier día, sea o no de verano.
Consejos para proteger a tu hijo del sol
Los menores de tres años no deben exponerse al sol. Es muy importante protegerles con ropa, sombreros, gafas y protectores solares de FPS alto.
Utiliza elementos de protección física: ropa, gorras, sombrillas... Esto es vital si hemos olvidado la crema fotoprotectora y estamos en las horas centrales del día.
Aplica de forma generosa la crema fotoprotectora adecuada para el niño con un factor de protección alto (más de 30 SFP, 50 en el caso d pieles muy claras o si se prevé una exposición prolongada al sol).
Se recomienda la utilización de cremas con filtros físicos, inorgánicos, que aplicados en la piel reflejan la luz solar y no absorbe la radicación. Estas cremas son las aconsejables para los niños y no las que tienen filtro químico, que son absorbidas por la piel, tienen más riesgo de alergia.
Para los bebés menores de seis meses no se recomienda las cremas de filtro químico. De hecho, según los pediatras no es aconsejable aplicarles protector solar de ningún tipo, excepto si no es posible protegerles en la sombra y con ropa apropiada, cuando se podría utilizar una pequeña cantidad de protector de al menos FPS 15 en pequeñas zonas, como la cara y el dorso de los brazos y manos.
En los niños mayores, ten en cuenta que las cremas con filtro químico necesitan unos 30 minutos para hacer efecto, por lo que hay que aplicarla con la suficiente antelación.
Extrema las precauciones en las partes del cuerpo más sensibles al sol: cabeza del bebé (con poco o nada de pelo), cara, cuello, hombros, escote, orejas, manos y empeines.
Los niños deben utilizar gafas de sol homologadas, porque el sol también afecta a los ojos, sobre todo si son claros.
La protección de los labios debe realizarse con barras fotoprotectoras.
Evita las exposiciones solares prolongadas y las horas centrales del día.
Busca la sombra en vuestros paseos y excursiones, bien de edificios, de árboles...
Repón a crema solar cada dos horas, ya que la protección real no dura todo el día. Puede ser más tiempo si tu hijo no ha sudado, no se ha manchado, no se ha bañado... Es decir, si ves que la crema sigue estando en su piel (en el caso de filtro físico). No obstante, si tu hijo tiene una piel muy clara y se ha estado expuesto continuamente al sol o se ha realizado una actividad que desgaste la protección, no dejes pasar ese tiempo para reponer el fotoprotector.
Ojo a los días nublados. Nos confiamos porque el sol no quema, pero las nubes solo bloquean los rayos infrarrojos que son los que dan sensación de calor. Los que sigue pasando a través de la subes son los ultravioleta, que queman la piel.
Mantén al niño bien hidratado si hace calor y ha recibido más sol del habitual, ya que habrá perdido líquidos que hay que reponerlos, preferiblemente a base de agua, fruta o verdura...
En definitiva, los bebés y niños son más sensibles a las radiaciones ultravioleta y si no adoptamos las medidas adecuadas de protección pueden desarrollar desde quemaduras a enfermedades cutáneas, problemas oculares... Por eso, aunque no estemos en verano ni en la playa, hay que tomar medidas y proteger a los niños del sol antes de que llegue ese primer quemado de la temporada.
Foto | iStock y Nicolás Boullosa en Flickr-CC
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