Autoestima para madres recientes: ¡quiérete mucho!
La maternidad (sobre todo si es reciente) es maravillosa, pero también dura, cansada y a veces tan absorbente que nos perdemos en cierta forma en ella. Pero la autoestima se alimenta de lo que hacemos, de lo que pensamos, no podemos dejarla de lado porque entonces nos pasará factura. Ser madre deja poco tiempo libre, lo sé, pero aún así hay que quererse y mimarse. Te cuento cómo.
Mamá, pero también persona
Eres mami, aunque aún no sepas muy bien cómo “funciona” este pequeño y maravilloso ser que tienes en casa que llora tanto y hace tanta caca, pero también eres (eras y serás) persona. Tienes tus gustos, tus necesidades, tus aficiones... y debemos mantenerlos.
Si hay algo que sabemos los psicólogos es que la autoestima (y el estado de ánimo) se sostiene, se alimenta, de aquello que hacemos por nosotros mismos, de lo que nos cuidamos. A mis pacientes siempre se lo explico de la misma manera: ¿cómo le demuestras a tus hijos que los quieres? Diciéndoselo, claro, pero sobre todo demostrándoselo: mimándolos, cuidándolos, dándole lo que quieren y necesitan, abrazándolos... Pues eso mismo es lo que tenemos que hacer con nosotras: eso es trabajar la autoestima.
Vamos a ver algunas cositas que podemos hacer para que esta primera etapa de la maternidad no nos pase factura y sigamos con una autoestima estupenda.
Pon en cuarentena los consejos que te dan los demás
No hay nada que guste más que opinar sobre los bebés (y cuidados) de otros y a veces la gente es un poco... digamos que “poco apropiada” con sus comentarios. Si “compras” todo lo que te dicen, si asumes que esos comentarios, todos, tienen razón, acabarás sintiéndote un desastre de madre y tu autoestima se resentirá y mucho.
¿Qué podemos hacer? No se trata de ignorar a diestro y siniestro, ni de ir confrontando con cada persona, entre otras cosas porque esto sería casi imposible y nos produciría un desgaste emocional enorme. El mantra: “oír, valorar y almacenar o desechar”.
- No lo lleves a lo personal: las personas, con más o menos buena intención, hablamos y hablamos, y no necesariamente nuestro discurso tiene “segundas intenciones”. Con el tema de los bebés esto de opinar es que es irresistible, por lo visto, así que no creas que se está cuestionando tu maternidad: es deporte nacional.
- ¿Quién te ha dado “el consejito”? ¿Es una persona de confianza, alguien a quien aprecias y valoras su opinión, o un desconocido o persona “simplemente cercana”?
- Y, en el caso de que sea alguien importante: ¿de verdad tiene la razón suprema en todo y tú estás equivocada?
- ¿Hay algo que te sirva del consejo? Úsalo. El resto... a la basura.
Duerme... cuando puedas
Y hablando de consejos... uno de los consejos que más escuchamos las madres recientes es el famoso “aprovecha y duerme cuando el bebé duerma”. Ole, como si eso fuera posible, como si nuestro cerebro tuviera un "botón de off" o si en la vida no tuviéramos nada más que hacer...
No, este consejo no es de los mejores, pero... pero hay que dormir. La falta de sueño afecta al estado de ánimo, a cómo procesamos y afrontamos el día a día, así que a pesar de que esta sea una etapa de poco descanso, algo debe haber.
Hagamos una lista de prioridades, aunque sea mental, de cosas que sí o sí tenemos que hacer en el día a día... y de esas otras que podemos delegar, que pueden (y deben) hacer otros y a quién podemos pedir ayuda en caso de necesitarlo. La casa, la compra, hacer la cama o regar las plantas son cosas que no tenemos por qué hacer nosotras, no nos carguemos en exceso y empleemos mejor ese tiempo en descansar, que buena falta nos hace.
Haz cosas para ti: mímate
Lo que suelo recomendar en consulta es, mínimo, quince minutos diarios dedicados a nosotras. Si lo piensas no es tanto, es algo que podemos conseguir, ¿verdad?
Pero para poder hacerlo, para que de verdad saquemos ese ratito, es necesario que lo tengamos planificado, si no el día a día, la vorágine bebé-vida, nos comerá y al final se pasarán los días sin que hayamos hecho nada.
Consejo: hazte una lista de aquellas cosas, pequeñitas y asequibles dada tu situación actual, que te gustan, que te hacen sentir bien y que puedas hacer en casa en este poco ratito que tenemos. Cuantas más cosas anotes, mejor, más tendremos de donde tirar para las semanas que vienen.
Hazte un horario (a grandes rasgos) y anota qué vas a hacer cada día y a qué hora. Busca lo que necesites para esas actividades, para que llegada la hora, no te falte nada y aproveches los minutos enteritos. Si lo tenemos anotado, si sabemos que mañana a las ocho y media es nuestro ratito y que en ese tiempo lo que vamos a hacer es, no sé, pongamos por ejemplo “hacer macramé” o hacernos la pedicura, es mucho más probable que lo hagamos que si simplemente lanzamos el deseo de “Ay, mañana haré algo”.
Tu cuerpo ha cambiado, pero...
Pero no es el fin del mundo. Salvo situaciones médicas complicadas, en las que obviamente nos debe atender un profesional, hablamos de cambios como aumento de peso, pecho caído, estrías, ¿verdad? Sí, nuestro cuerpo no es el mismo, pero es el nuestro y sigue siendo estupendo.
No evites el espejo: este es tu cuerpo, y evitar mirarlo solo aumentará el rechazo. Te propongo un ejercicio: un día, con calma, tras una ducha relajada (patrocinada por la cobertura de papá o los abuelos), ponte ante el espejo. Pero en lugar de mirar eso que ha cambiado para mal, mira eso que te gusta, o eso que visto desde determinada postura sigue pareciéndote bonito.
Mientras lo haces reflexiona sobre qué te dices cuando te miras al espejo: ¿estás siendo amable contigo misma o cruel? ¿Le dirías esas cosas a una amiga que esté en tu situación?
Piensa: ¿por qué ha cambiado tu cuerpo? Porque has estado embarazada, porque estás dando el pecho... ¿no es buen motivo ese para el cambio? Cuando le ponemos contexto a las cosas y no nos limitamos a criticarnos todo cambia.
Y sí, hay cosas que seguro que quieres cambiar... Pues adelante: haz un planning (racional, nada de proponerse metas inalcanzables), pacta los tiempos que necesites con tu pareja, y en cuanto puedas... ¡a por ello!
Eres estupenda (aunque no te acuerdes)
Con la falta de sueño y el trajín que implica la maternidad es muy posible que se te haya olvidado hasta la cara que tienes, entre otras cosas porque no te ha dado tiempo ni de mirarte al espejo en estas semanas, ¿verdad? Pero tienes cara, y sonrisa y seguro que un montón de cualidades estupendas... que debemos recordarnos y tener presentes. ¿Cómo? Toma papel y lápiz (o bolígrafo, y así lo hacemos más permanente):
Anota tus cualidades, eso que te gusta (aunque sea un poquito) de ti. Para ayudarte a hacer esta lista te dejo algunas categorías: físico (sonrisa, pelo, ojos, dientes, culete...), personalidad (extrovertida, amable, introvertida -y te encanta-, sociable, respetuosa...), trato con los demás, funcionamiento mental (inteligente, resolutiva...), y todo lo que se te ocurra.
Incluye también esas cosas que se te dan bien, eso que cuando lo haces “te gustas”. Ponle mimo a esta lista, y si no te sale a la primera no pasa nada: ten el papel a mano y ve completándola conforme se te ocurran cosas.
Cuando tengas tu lista vamos a ponerla en práctica: léela por las mañanas, recuérdate eso que se te da bien y eso en lo que eres estupenda, sienta genial. Además, vamos a procurar llevar a la práctica eso que hemos anotado: si nuestra sonrisa es algo que nos gusta de nosotras mismas, pues al ir por la calle... ¡a sonreír!
Tener un bebé nos ocupa mucho tiempo, pero necesitamos estar bien para cuidarle bien, para darle el ejemplo que queremos, ¿verdad? Empecemos por querernos nosotras, por ponernos estupendas, que es importante. Cuídate.
Fotos: Pixabay.com
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